La gestión de opioides siempre ha sido un tema polémico y recurrente en el ámbito médico por la gran capacidad adictiva de estos tratamientos y los problemas que puede acarrear un mal control de estos medicamentos, como está ocurriendo en Estados Unidos con el abuso del fentanilo. España ha logrado mantener un control adecuado sobre su prescripción por varias razones. Entre ellas, el funcionamiento de nuestro sistema sanitario y su estricta regulación impiden que se haga una prescripción indiscriminada de estos tratamientos. La trazabilidad de las recetas y la limitación de la duración de las mismas, hace imposible que se produzca una situación similar a la que golpea con fuerza a EEUU. Además, la formación y el compromiso de los propios profesionales sanitarios se erigen como principales barreras para un uso abusivo de estas sustancias.
El funcionamiento sistema sanitario y su estricta regulación que impide que se haga una prescripción indiscriminada
En cambio, en Estados Unidos hay un problema de formación y seguimiento de las recetas y los profesionales médicos no están formados correctamente para usar opioides, confirmaron expertos en el abordaje del dolor durante un encuentro con Gaceta Médica. La falta de conocimiento y de seguimiento de los tratamientos, generaron un descontrol absoluto de los tratamientos que se vendían.
“Aval” del médico
Por su parte, en España no todos los médicos pueden recetar a estos fármacos y, los que sí que tienen acceso, tienen que “avalar” esta prescripción. El profesional, a la hora de solicitar la receta tiene que rendir cuentas a la administración, proporcionando, en todo momento, la fecha de prescripción y sus datos personales, para que, en el caso de que se produzca un uso abusivo de la sustancia, sea él el responsable legal poniendo en riesgo su actividad profesional. En este sentido, la presidenta de la Sociedad Española del Dolor (SED), María Madariaga subraya que, “nuestro sistema sanitario es mucho más eficaz, ya que consigue que no se prescriban más opioides de la cuenta”.
“En farmacología tenemos como axioma que no hay veneno sino dosis”
Carlos Goicochea, vicepresidente de la SED
No obstante, no hay que demonizar estos tratamientos, el problema es el uso que se les dan. Por ello, Carlos Goicochea, vicepresidente de la SED asevera que, “el problema no es el fármaco, el problema es el uso”. “Por ello en farmacología tenemos como axioma que no hay veneno, sino dosis. El fentanilo en general no es que sea peligroso, es que en Estados Unidos no se está usando en el ámbito clínico”, diferencia Goicoechea.
Desafío de la gestión
El uso de opioides es común para controlar el dolor agudo y crónico, sobre todo en pacientes oncológicos donde la calidad de vida del paciente puede depender de la capacidad para controlar los episodios de reagudización. Sin embargo, el desafío radica en la gestión adecuada de estos medicamentos a largo plazo, especialmente en casos de dolor no relacionado con el cáncer, como la lumbalgia, donde el dolor es totalmente subjetivo y el profesional no puede medir esa escala.
La trazabilidad de las recetas y la limitación de la duración de las prescripciones contribuyen a prevenir el desarrollo de tolerancia al tratamiento
En ese momento, el Sistema Nacional de Salud se erige como sustento en este desafío. La trazabilidad de las recetas y la limitación de la duración de las prescripciones contribuyen a prevenir el desarrollo de tolerancia al tratamiento por parte de los pacientes. Es un fenómeno común cuando estas personas reciben la misma prescripción durante meses, lo que puede degenerar en una adicción. No obstante, Madariaga recalca que “en las unidades del dolor y en los hospitales, los opioides se manejan bien y el problema no tiene por qué aparecer”. “El problema aparece cuando los manejas mal, cuando no haces un seguimiento y dejas que el paciente regule su dosis. Es ahí cuando aparece la tolerancia al tratamiento y te ves obligado a interrumpir de forma brusca el tratamiento y genera un síndrome de abstinencia y se confunde con un ataque de ansiedad”, hace hincapié Madariaga.
Por ello, la tolerancia, que lleva a la pérdida de eficacia de los opioides, es un riesgo potencial cuando no se controla adecuadamente su prescripción. En España, los médicos han asumido la responsabilidad de educar a los pacientes sobre el uso adecuado de estos fármacos, resaltando la importancia de una dosis mínima diaria y máxima estipulada, así como la necesidad de un seguimiento continuo.
Diferencia España-EE.UU.
La diferencia clave entre España y Estados Unidos radica en el control y regulación. En España, el sistema de salud público actúa como una barrera efectiva al acceso indiscriminado a opioides. Asimismo, la regulación estricta de ciertos opioides, como los fentanilos de liberación rápida, contribuye a prevenir riesgos potenciales.
La diferencia clave entre España y Estados Unidos radica en el control y regulación
Por eso, es fundamental un enfoque más responsable. Los médicos deben evaluar cuidadosamente a los pacientes y establecer un compromiso mutuo en el manejo de la medicación, minimizando así los riesgos asociados con el uso prolongado de opioides. Con todo este planteamiento ambos ponentes llegaron a una clara conclusión: Un enfoque centrado en la trazabilidad, la regulación estricta y la formación médica demuestran que los opioides pueden seguir siendo herramientas valiosas en el control del dolor sin caer en los peligros de la crisis que ha afectado a otras naciones