La necesidad actual y futura de contar con un gran arsenal de medicamentos y productos farmacéuticos hace que se intensifique el ritmo de producción. Tal y como refleja un estudio reciente de la Universidad del Este de Finlandia, se espera que el mercado mundial de medicamentos crezca entre un 3 y un 6 por ciento hasta 2026, alcanzando 1,8 billones de dólares en ese año, incluido el gasto en vacunas contra la COVID-19.

Todo este proceso está supervisado por las buenas prácticas de fabricación y la evaluación de riesgos ambientales de los productos farmacéuticos, dos instrumentos clave de la legislación farmacéutica de la Unión Europea que analiza el estudio, ya que la liberación de productos farmacéuticos, inevitablemente, conlleva retos ambientales.

La mayoría de las compañías ya tienen integrados planes y programas de trabajo que contribuyen a la preservación del medio ambiente y a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre otras acciones. Sin embargo, aún queda margen de mejora para reducir aún más las emisiones ambientales de los productos farmacéuticos en las cadenas de suministro de fabricación global. Y es que, según el análisis, los instrumentos de la legislación farmacéutica no abordan adecuadamente este desafío.

La sostenibilidad en la Estrategia Farmacéutica

Mirella Miettinen, una de las investigadoras principales del estudio, señala que, desde una perspectiva ambiental, los productos farmacéuticos siguen estando débilmente regulados a nivel internacional. Por ello, los autores proponen revisar la legislación farmacéutica europea ampliando el alcance y los requisitos de información de la evaluación de riesgos ambientales humanos y veterinarios y aumentando su peso en el análisis de riesgo-beneficio para productos farmacéuticos humanos. Asimismo, piden incluir requisitos ambientales directos para ciertos productos farmacéuticos prioritarios e integrar las consideraciones ambientales y los mecanismos de verificación relacionados en las buenas prácticas de fabricación.

Actualmente, la legislación farmacéutica de la UE se encuentra en proceso de actualización. Precisamente, uno de los cuatro ejes prioritarios a los que la Estrategia Farmacéutica europea intentará dar respuesta es el de garantizar unas cadenas de suministro seguras y la sostenibilidad de productos farmacéuticos.

En cuanto a la sostenibilidad, la Estrategia busca reforzar los requisitos de evaluación del riesgo medioambiental y las condiciones de uso de los medicamentos, además de hacer un balance de los resultados de la investigación en el marco de la iniciativa sobre medicamentos innovadores. Asimismo, quiere continuar aplicando acciones en el marco del enfoque estratégico sobre los productos farmacéuticos en el medio ambiente, incluida la eliminación segura de los medicamentos desde el punto de vista medioambiental y la reducción del tamaño de los envases. Sin embargo, todo ello queda a la espera de que se apruebe finalmente la actualización de la legislación europea.

Los medicamentos más contaminantes

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha destacado la contaminación ambiental causada por productos farmacéuticos humanos y veterinarios como un problema ambiental emergente y global. Los productos farmacéuticos contienen ingredientes farmacéuticos activos (API) que interactúan biológicamente en bajas concentraciones con los sistemas vivos cuando se liberan en el medio ambiente. Esos API, sus metabolitos y productos de degradación se han identificado, principalmente, en aguas residuales y superficiales, aguas subterráneas, suelo, aire y organismos vivos no humanos. Entre los medicamentos que más contaminan al medio ambiente se encuentran los antimicrobianos y los disruptores endocrinos.

La resistencia a los antimicrobianos, una amenaza creciente para la prevención y tratamiento eficaz de las infecciones bacterianas, es responsable de, aproximadamente, 25.000 muertes anuales en la UE y 700.000 en todo el mundo. La Estrategia Farmacéutica europea contempla medidas para paliar este problema, como considerar la revisión de la legislación para restringir y optimizar el uso de medicamentos antimicrobianos.

Por su parte, los disruptores endocrinos incluyen hormonas producidas sintéticamente y algunos aditivos para alimentos para animales, entre otros, y pueden inducir la feminización o masculinización de ciertas especies o afectar a la capacidad reproductiva en la biota si se liberan en el medio ambiente.


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