Durante la última edición del Congreso Europeo de Cáncer de Pulmón (ELCC, por sus siglas en inglés), se presentaron datos de varios estudios que evalúan el uso de amivantamab, ancitucerpo biespecífico de Johnson&Johnson en pacientes con cáncer de pulmón no microcítico (CPNM) con mutación EGFR.

En total, se presentaron seis comunicaciones evaluando este tratamiento, que confirmaron su perfil de eficacia y seguridad. En palabras de Rosario García Campelo, jefa de Servicio de Oncología en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC), “amivantamab tiene un desarrollo con unos estudios importantes y algunos van a cambiar la práctica clínica asistencial”. “El congreso europeo ha sido un evento en el que se han actualizado datos de estos estudios”.

“Nuestra misión y visión debe ser siempre mejorar los resultados actuales en cualquier subtipo de paciente con cáncer de pulmón; tenemos un standard of care que es fundamental, pero probablemente haya pacientes a los que podamos ofrecer estrategias superiores”, destaca la experta. También considera que “se trata de un fármaco con un mecanismo de acción novedoso y estudios en Fase III que también evalúan nuevas formas de administración; ahora hay que tratar de identificar mejor qué pacientes son combinaciones y en cuáles será suficiente la monoterapia”.

“Ver las maneras de desescalar y personalizar el riesgo es, para mí la asignatura pendiente y lo que debemos seguir trabajando de cara al futuro; pero tenemos nuevas estrategias y esto siempre es bueno para los pacientes”, asevera.

Interrupción del tratamiento

Precisamente, García Campelo participó en la presentación de resultados del estudio MARIPOSA en el ELCC; este testa la combinación de amivantamab y lazertinib en pacientes portadores de mutaciones EGFR versus la monoterapia con osimertinib en primera línea. “El análisis que tuve la oportunidad de presentar refleja que en los pacientes en los que, en los cuatro primeros meses de tratamiento, que es el periodo temporal donde se observa un mayor número de toxicidades, se hacía interrupción de dosis y se comparó la eficacia frente a los que no se hacía; lo que se vio es que, con las interrupciones de dosis se mitigaba la toxicidad de amivantamab sin impactar en la eficacia”, explica García Campelo. Los resultados de este estudio demostraron que la mediana de supervivencia libre de progresión (SLP) fue de 23,9 meses en aquellos que interrumpieron la administración y 23,7 meses en los que no lo hicieron.

Estos datos son relevantes, según García Campelo, porque “cuando se empieza a usar un nuevo fármaco conocer su perfil de toxicidad y aprender a manejarlo es parte de esa curva de aprendizaje; este análisis refuerza la idea de que las interrupciones de dosis son una manera relativamente sencilla de manejar los efectos adversos”. “Un segundo mensaje muy importante es que no estamos comprometiendo los datos de eficacia con esta estrategia”, agrega.

Aumento de la SLP

En el caso de MARIPOSA 2, este testa la combinación Amivantamab y quimioterapia (con o sin lazertinib) frente a quimioterapia CPNM con mutación EGFR después de progresión con osimertinib.

Los datos presentados en el ELCC revelaron que la combinación de amivantamab con quimioterapia mejoró el tiempo hasta la suspensión, el tiempo hasta el segundo tratamiento y la supervivencia hasta la segunda progresión (SLP2) en comparación con quimioterapia sola. “MARIPOSA 2 es uno de esos estudios que probablemente va a cambiar el standard of care en población con este tipo de mutaciones comunes que hayan progresado a una terapia convencional, en este caso, osimertinib”, precisa la oncóloga. “Sabíamos que era positivo porque se cumplía el endpoint principal, pero lo que aporta este segundo análisis es que la mediana de tiempo hasta el segundo tratamiento es superior con la combinación experimental con amivantamab, con 12,1 frente a 6,6 meses”. Asimismo, añade que “el riesgo de una segunda progresión o muerte también se reduce con este tratamiento experimental”. García Campelo destaca “un dato importante, que es el tiempo a la progresión sintomática, que también parece ser favorable a la combinación frente a la quimioterapia sola”.

Otro estudio que evalúa amivantamab frente a quimioterapia sola en CPNM con mutaciones de inserción en el exón 20 del EGFR es PAPILLON. En este caso, García Campelo resalta que “es el nuevo probable estándar de tratamiento y esperamos que la decisión sobre su uso impacte lo antes posible para estos pacientes”. En este sentido concreta que es un subgrupo en el que “entre las alternativas en primera línea no teníamos una terapia dirigida, y tratar con la mejor estrategia de inicio es lo que se debe hacer siempre”.

Administración subcutánea

Más allá de la seguridad y eficacia en sí mismas, otra de las líneas de investigación con este anticuerpo biespecífico, se basa en analizar si su administración subcutánea en lugar de intravenosa puede ser beneficiosa para los pacientes. “El programa de ensayos clínicos PALOMA evalúa la administración subcutánea en distintos grupos de pacientes; este tipo de administración tiene múltiples ventajas, en primer lugar, que el perfil de toxicidad es diferencial respecto a la intravenosa, con una disminución drástica de efectos de reacciones adversas”, desarrolla García Campelo.

Y, además del beneficio directo que aporta al paciente, también presenta ventajas a otros niveles. “Con esta vía, el tiempo de administración es muy corto, entre cuatro y siete minutos, y esto facilita mucho la calidad de vida y el tiempo en el hospital del paciente; además, es bueno para la organización de las unidades de oncología, que están muy saturadas y tener fármacos de administración más corta libera espacios para dar cabida a todos los pacientes”, apunta. Aun así, recuerda que “se trata de datos preliminares que son los que indican que es seguro y la eficacia parece no estar comprometida”.


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