Esther Martín del Campo Madrid | lunes, 05 de enero de 2015 h |

La mediación es una vía alternativa a la judicial que permite encontrar una solución a los litigios sanitarios. A pesar de las ventajas que aporta esta fórmula, que hace posible abordar precozmente conflictos entre profesionales que pueden derivar en riesgo psicosocial, en los últimos años apenas se ha aplicado en contadas ocasiones en comunidades como Cataluña. Desde la Sociedad Catalana de Mediación en Salud se insiste en que esta actividad ha sido anecdótica frente a las centenares de reclamaciones judiciales interpuestas por los conflictos que se podrían haber resuelto sin llegar a los tribunales, de manera más ágil y menos costosa.

Para el presidente de esta sociedad científica, el abogado Francesc José Maria i Sánchez, hay muchas razones que explican la tendencia a judicializar los conflictos sanitarios. Una de ellas es la falta de una cultura de diálogo en el tejido social que afronte los conflictos con la idea de que todas las partes deben ganar. “Tampoco ayudan mucho los dirigentes políticos, con el ejemplo que dan al judicializar controversias, ni determinados programas de televisión con mucha audiencia en los que el debate sobre los diferentes puntos de vista se sustituye por el enfrentamiento, el griterío e incluso el insulto”, puntualiza el presidente. Todos ellos envían un mensaje negativo a la población.

A esto hay que añadir el desconocimiento social y entre los profesionales sanitario de la figura de los mediadores. En su opinión, perfectos desconocidos para la mayoría de la población a la vista de su escasa utilización y los nimios resultados prácticos que se obtienen.

Formación multidisciplinar

Los mediadores tienen una base formativa muy diversa. Proceden de la abogacía, de la psicología, del trabajo social, de las ciencias de la salud, de la sociología, etc. —explica Maria i Sánchez— y han de haberse formado específicamente en el campo de la mediación para conocer sus técnicas. Además, resalta otras cualidades que han de reunir: “deben ser personas empáticas con capacidad de escuchar activamente a las personas o grupos enfrentados y deben mantener una estricta neutralidad e imparcialidad en toda su actuación”.

La aplicación de estas vías extrajudiciales en la resolución de conflictos es beneficiosa para todos. El presidente de la sociedad catalana subraya que es positiva para cualquier persona o grupo que entre en conflicto. “Es un procedimiento muy ágil y muchísimo más económico que cualquier procedimiento judicial. Beneficia a todos porque el resultado es un acuerdo entre las partes en litigio mediante el cual todas salen ganando”, expone.

En el terreno de la salud el desconocimiento del papel que juegan estos profesionales no es una excepción. Maria i Sánchez subraya que ni los sanitarios ni los usuarios tienen conocimiento de que existen estos mecanismos que permiten desjudicializar las desavenencias. Según su impresión, la explicación es que nadie, hasta hace dos años del nacimiento de esta sociedad científica, conocía la existencia de un instrumento especializado que estuviera a su alcance.

El empleo de estas fórmulas de negociación extrajudiciales también puede suponer un freno a la práctica de la medicina defensiva, en plena expansión. El presidente de la sociedad catalana asegura que podría contribuir de manera considerable, ya que los profesionales se sentirían menos preocupados por las consecuencias de un posible error, al que todos se encuentran expuestos. Si las consecuencias de un fallo pueden acordarse con el paciente o su familia en un proceso de mediación, y en la medida que se generase esta práctica, los profesionales perderían incluso el miedo a confesar su error, destaca.

Y es que muchas veces, sostiene, quien ha sido víctima de un fallo médico lo único que pretende es que pidan disculpas por ello, que alguien les explique lo que ha pasado. Por su parte, cree que el profesional necesita “saberse perdonado por aquel a quien sin querer ha provocado un daño”.

Al margen de la Administración

Junto a la experiencia catalana, algunas comunidades autónomas han puesto en marcha algunas iniciativas incipientes. Maria i Sánchez asegura que algunos servicios autonómicos como el andaluz o el de Castilla y León han realizado algunos avances al respecto. En cualquier caso, lo que diferencia a la sociedad catalana de mediación es que la iniciativa es independiente de la administración sanitaria y parte de la organización de la sociedad civil, destaca. El distintivo de esta sociedad, que recientemente reunía a más de 250 profesionales para debatir sobre este tema, es que representan a usuarios, profesionales y proveedores de servicio para promover entre todos los agentes esta iniciativa, ofreciéndoles, según su presidente, un instrumento idóneo que por su propia composición es una garantía de imparcialidad y neutralidad.

Más allá de esta actuación, el presidente de la sociedad catalana desconoce otros proyectos en esta línea. De ahí que Sánchez sea consciente del largo camino que tienen por delante. “Queda mucho trabajo por hacer para dar a conocer la mediación y otros mecanismos de gestión de conflictos entre los colectivos”, admite. Un esfuerzo para conseguir que haya un cambio cultural en la sociedad que acepte la existencia del conflicto “como una oportunidad de mejora y que valore que en su resolución no debe haber vencedores ni vencidos”, concluye el experto en mediación.

La esfera política “ayuda poco” al desarrollo de la mediación con su tendencia a judicializar todos los conflictos

Los profesionales necesitan “saberse perdonados por aquel a quien han provocado un daño sin querer”