El abordaje de la cronicidad constituye uno de los grandes retos del sistema sanitario. Lo era antes del desembarco de la pandemia de COVID-19, lo está siendo durante —con una emergencia en ‘horas bajas’, pero todavía vigente— y lo será cuando esta finalice. De hecho, el impacto del virus que paralizó el mundo a principios de 2020 sobre las enfermedades crónicas es, también, innegable. Su atención por la medicina generalista, dada su capacidad de atención multidisciplinar, supone el principal arma del arsenal profesional frente a una epidemia sobre lo que se no debe (ni puede) alejar el foco.

Esta debe pivotar sobre el primer nivel asistencial, pero también desde el ámbito hospitalario, donde el papel de los internistas es clave. Y así lo ha puesto en valor Juana Carretero, recientemente nombrada al frente de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), que en una entrevista con GM ha puesto de relieve el calado de este desafío de primer nivel para la salud pública.

“Las personas han estado mucho tiempo atendidas de una manera incorrecta. Ese reto hay que asumirlo ahora y nosotros estamos peleando y trabajando con la administración para que realmente se invierta en contratar y formar más internistas, porque creemos que es lo más eficiente para el abordaje de esas personas”, valora en declaraciones a esta publicación.

La cronicidad de la COVID-19 afecta a todo el SNS, impactando de lleno al normal seguimiento de los pacientes que sufren enfermedades cuya problemática se extiende en el tiempo

Precisamente la cronicidad de la COVID-19 afecta a todo el Sistema Nacional de Salud, impactando de lleno al normal seguimiento de los pacientes que sufren enfermedades cuya problemática se extiende en el tiempo, con saturación y tensión a cuenta del virus de Wuhan. Todo ello en una sociedad que, con su progresión en años al alza y —por ende— envejecimiento, busca conjugar calidad de vida con una elevada presencia de pluripatología y morbilidad en las personas mayores.

Actualizarse, una necesidad

La situación exige de un esfuerzo de puesta al día, desde el ámbito nacional y autonómico. Por un lado, el Ministerio de Sanidad debe convertir en prioridad la actualización de una estrategia que no se actualiza desde 2012 con la vista puesta en estar a la altura de las circunstancias. Por otro, los Premios Best in Class ya galardonan —con el apoyo de Boehringer— esta ambición en el ámbito regional, con Baleares como ejemplo a seguir tras hacerse con un reconocimiento estrenado en su edición de 2022.

El Gobierno insular destaca así por un enfoque que tiene la prevención y la garantía de la continuidad asistencial entre sus pilares básicos, además de la ubicación del paciente en el centro. Toda una referencia para el resto de las comunidades en la incesante tarea por el desarrollo y renovación de sus hojas de ruta, y que tiene en la excelencia BiC su mejor termómetro como herramienta de medición y acicate de mejora.

Plataformas de sensibilización pública, como CH2025, pueden constituir un buen punto de partida como ejemplo para hacer frente a este reto desde las administraciones. En definitiva, acción decidida frente ante una epidemia, la de cronicidad, que afronta su particular ‘Tourmalet’ en un momento donde aflojar no es una opción.