Las personas infectadas de COVID-19 no dejan de aumentar debido a la rápida propagación de la nueva variante de COVID-19, Ómicron. Por estadística, con el aumento de casos también llega el aumento de hospitalizaciones y muertes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha mostrado su preocupación ante el aumento de la presión hospitalaria y Hans Kluge, director regional para Europa de la OMS, aseguró el pasado martes que, posiblemente, más de la mitad de la población en Europa se contagiará en las próximas 6 u 8 semanas.

De momento, la OMS se resiste a considerar la COVID-19 como una enfermedad endémica. “Hay que ser precavidos con las predicciones sobre el futuro”, dijo Kluge. Su prioridad actual es proteger a los grupos vulnerables y al personal sanitario.

Ante esta situación, la vacunación contra la COVID-19 ofrece la mejor protección preventiva contra la infección, las formas grave de la enfermedad, la pérdida de vidas humanas y las consecuencias a largo plazo tras sufrirla. Sin embargo, el mundo quiere, en paralelo a la vacunación, asegurarse de disponer de nuevos tratamientos COVID-19 para las personas con riesgo de ingresar en el hospital.

Tratamientos eficaces

Uno de los nuevos tratamientos contra la COVID-19 que cuentan con una alta eficacia es Paxlovid (combinación de PF-07321332 y ritonavir), el nuevo antiviral de Pfizer que reduce un 88 por ciento el riesgo de hospitalización y muerte por coronavirus.

Este fármaco es más eficaz si se administra cuando aparecen los primeros síntomas de la enfermedad. “Va a ser muy interesante en personas que sean muy vulnerables de tener complicaciones o de requerir hospitalización”, señala Ángel Gil, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública, en una entrevista con El Global.

Tras su autorización de emergencia por parte de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), Paxlovid se puede usar en España para adultos con COVID-19 que no requieren oxígeno suplementario y que tienen riesgo de enfermar gravemente.

Otros tratamientos, como Sotrovimab, un tratamiento con anticuerpos monoclonales de GSK y Vir Biotechnology, ha demostrado ser muy eficaz contra Ómicron. Además, consigue reducir un 79% las hospitalizaciones o muertes por COVID-19.

Sobre los tratamientos que aún está en estudio, el último en conocerse resultados prometedores es Ensovibep, una terapia antiviral DARPin, de Novartis, que ha mostrado una reducción de un 78% de hospitalizaciones, visitas a urgencias o muertes.

A fecha del 28 de diciembre de 2021, la Agencia Europea de Medicamentos (Aemps) informaba que en nuestro país únicamente están disponibles dos antivirales, Ronapreve (Casirivimab/imdevimab) y Veklury (Remdesivir), y un anticuerpo monoclonal, Xevudy (Sotrovimab). Por otro lado, Lagevrio (Molnupiravir), aunque no está autorizado, sí cuenta con la recomendación de uso del Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP) de la EMA.

“Cada vez tenemos más tratamientos que nos pueden ayudar, aunque hay que avanzar todavía más para conseguir fármacos más específicos frente al SARS-CoV-2, porque los que estamos utilizando ya eran para otros virus. Tenemos alguna diana que funciona mejor que otra, pero todavía falta”, opina Ángel Gil.

Adaptación de vacunas

Ante la amenaza de las nuevas variantes de COVID-19, el objetivo de la Unión Europea es anticiparse a ellas. “Debemos estar preparados para adaptar las vacunas lo antes posible y poder así responder a variantes nuevas que posiblemente sean resistentes a las vacunas ya autorizadas”, apuntó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

Para ello creó ‘HERA Incubator‘, un plan de preparación en materia de biodefensa frente a las variantes a través del cual se introducen disposiciones en la legislación europea y se reducen trabas burocráticas para que las empresas puedan centrarse en recopilar a tiempo las pruebas necesarias y así acelerar la autorización de vacunas adaptadas.

Pfizer ha anunciado que prevé que su vacuna esté lista en marzo. La adaptación de la vacuna no sólo hará que ésta neutralice las variantes que ya abarcaba su anterior vacuna, sino que también sea más efectiva contra Ómicron. Por su parte, Moderna también espera tener disponible para el próximo otoño una nueva dosis de refuerzo con el mismo objetivo que Pfizer.

Y es que, según apunta Ángel Gil, la ventaja que existe con la adaptación de las vacunas de ARNm es que se trata de una “tecnología que permite, en vez de fabricar la proteína S convencional, cambiar el mensaje y adaptarlo“.

Sin embargo, ¿compensa adaptar las vacunas a cada nueva variante que surja? En opinión de Ángel Gil, “hay que pensar a largo plazo“. “Si apareciese una variante con una virulencia tremenda, con mucha mortalidad, está claro que deberíamos tener una vacuna frente a esa variante. Pero ahora con Ómicron no se ha aprobado, a pesar de que Pfizer o Moderna la tienen, porque la enfermedad es leve”, añade.

Por ello, el experto plantea buscar una vacuna frente al coronavirus que siga la tendencia de la vacuna de la gripe, que “lleva cuatro antígenos con cuatro variantes distintas”. “Si la vacuna de COVID-19 se queda estacional para la gente vulnerable, de mayores de 65 años o inmunocomprometidos, deben tener acceso a una vacuna polivalente que lleve varios antígenos y que proteja sobre las variantes más virulentas o predominantes”, asegura Gil.

Así, a pesar de que con el arsenal de vacunas disponible actualmente se puede dar una respuesta al problema de la pandemia, “queda mucha innovación por delante de vacunas combinadas con diferentes antígenos de SARS-CoV-2 o combinadas con otros virus como gripe o virus respiratorio sincitial”, concluye Gil.

Escasez de suministro

A pesar de la recomendación de uso de algunos tratamientos para la COVID-19 por parte de la EMA, en muchos casos aún no ha llegado la autorización de comercialización. Esto ha provocado que los tratamientos con anticuerpos monoclonales y los antivirales disponibles para tratar la COVID-19 sean bastante limitados.

Si al comienzo de la crisis sanitaria se produjeron desabastecimientos con los equipos de protección o los ventiladores, ahora, casi tres años después, está ocurriendo lo mismo con los tratamientos contra la COVID-19.

De hecho, en Estados Unidos este tipo de tratamientos están siendo muy escasos y están informando de problemas de suministro. Según apunta el diario New York Times, existen ahora más píldoras contra la COVID-19 que en cualquier otro momento de la pandemia, pero “el problema es que los suministros de las que funcionan contra la variante Ómicron son extremadamente limitados”.

El elevado incremento de contagios por culpa de la nueva variante ha hecho aumentar la demanda de dichos tratamientos y Ómicron está consumiendo recursos sanitarios. Algunos hospitales se están quedando sin ciertos medicamentos, mientras otros apenas tienen unidades. Por ello, se ven obligados a decidir qué pacientes reciben los tratamientos.

Asimismo, esto es un problema real también en España. La Aemps ha informado de que, en estos momentos, hay una limitada disponibilidad de las nuevas alternativas terapéuticas antivirales frente a la infección por SARS-CoV-2. “Esto hace necesario establecer unos criterios de priorización en el acceso precoz a los mismos”, ha señalado. Dicha priorización se ha realizado considerando aspectos como la gravedad y/o el riesgo de complicaciones, la respuesta a los tratamientos disponibles y el beneficio esperable.

El presidente Pedro Sánchez anunció el pasado lunes la compra centralizada de 334.000 dosis del antiviral de Pfizer, Paxlovid, –un hecho sin precedentes en nuestro país–, pero se desconoce cuándo se podrá disponer de ellos. Por ello, resulta necesario hacerse con estos tratamientos con tiempo para evitar faltas en el suministro y ser capaces de disponer de todo un arsenal de terapias que ayuden, junto a las vacunas, a acabar con la pandemia.


También te puede interesar…