investigación/ Un estudio del CSIC descubre el mecanismo molecular de esta dispersión tumoral que escapa al yodo radiactivo en cáncer tiroideo

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Describen que BRAF induce la secreción de TGFbeta, que promueve la función de NIS, lo que abre la vía al uso de inhibidores de esta citoquina
| 2010-02-26T16:38:00+01:00 h |

irene fernández

Madrid

El tratamiento del cáncer tiroideo presenta un grave obstáculo: algunas de las metástasis resisten la acción del yodo radiactivo. Esta dispersión tumoral, con este tipo de quimioterapia —únicamente se da en este tumor porque la glándula de la tiroides es la única capaz de captar radioyodo—, hasta ahora, ha sido y es intratable. Pero, por primera vez, una investigación arroja luz sobre el mecanismo molecular de estas metástasis, hasta ahora desconocido, que abre la puerta a nuevas dianas terapéuticas.

El estudio, liderado por un grupo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en colaboración con el Hospital La Paz de Madrid, y publicado recientemente en Cancer Research, se ha centrado en el oncogén BRAF —anteriormente, ya habían descrito que este oncogén está asociado a un mal pronóstico de estos tumores porque produce la pérdida de la proteína NIS—.

Tras cuatro años de investigación en cultivos celulares in vitro, “hemos visto que en la mayoría de tumores de cáncer de tiroides, con la mutación de este oncogén, es donde se da esta respuesta de escape al radioyodo, y NIS es clave porque introduce el yodo dentro de la célula tiroidea”, explica a GM la doctora Pilar Santisteban, directora del estudio.

Bucle autocrino

Pero la clave radica en el mecanismo descubierto, que está basado en la formación de un bucle autocrino del factor de crecimiento TGFbeta. Así, han demostrado que BRAF induce la secreción de TGFbeta y éste promueve la represión de la función de NIS, aumentando la capacidad de las células para migrar e invadir. “Además de cultivos celulares, extrapolamos inmunohistoquímica también con una muestra de 60 pacientes, confirmando que los tumores refractarios al radioyodo tienen BRAF mutado y más expresión de la vía TGFbeta”, asegura la directora.

Otros autores habían observado que inhibiendo sólo BRAF no conseguían revertir la captación de radioyodo, “pero hemos visto que lo que hay que inhibir es TGFbeta, citoquina que inhibe la captación de radioyodo”, indica.

Actualmente, todos los inhibidores de la vía TGFbeta se encuentran en ensayos clínicos fase I y II. “Este tipo de fármacos abre una posibilidad de tratar estas metástasis y revertir la captación de radioyodo, que es la terapia más efectiva para el tumor de tiroides”, enfatiza.

Ahora, tienen en marcha un estudio en ratones y han contactado ya con varios laboratorios para hacer ensayos con estos inhibidores (anticuerpos monoclonales contra TGFbeta o compuestos químicos que inhiben la quinasa del receptor de TGFbeta).

Por otro lado, el grupo de Santisteban, en un estudio codirigido con miembros del CNIO, ha profundizado más en este cáncer al detectar una variante polimórfica (rs1867277) localizada en la región que promueve la activación del gen FOXE1, que provoca susceptibilidad de desarrollar carcinoma papilar de tiroides. Sólo un estudio internacional de febrero de 2009, con muestras de Finlandia, EEUU, Italia y otros países, detectó otra variante polimórfica, pero en el mismo gen. El equipo español, tras analizar durante cinco años 1.000 muestras de pacientes con carcinoma papilar de tiroides y otras 1.000 de personas sanas en hospitales nacionales e italianos, “hemos llegado a encontrar el mismo gen, con una aproximación diferente, lo que le confiere una validez mayor”, cuenta Santisteban.

La conclusión: “Este cambio en la secuencia del ADN hace que FOXE1 se exprese de forma distinta, haciendo que, ante una situación ambiental concreta, esta variante pueda inducir a contraer este tipo de cáncer tiroideo”, concluye.