Recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha revelado en un nuevo informe que miles de millones de personas en todo el mundo siguen sin estar protegidas por políticas que eliminen las grasas trans, que aumentan el riesgo de cardiopatías y muerte por infarto.

Ya en 2018 el organismo internacional designó la eliminación de los ácidos grasos trans (AGT) como uno de sus objetivos prioritarios. “Se tratan de grasas vegetales que son modificadas artificialmente mediante átomos de hidrógeno, lo cual cambia su estructura y las hace tremendamente dañinas para el metabolismo de los lípidos de nuestro cuerpo, además de causar multitud de enfermedades”, explica a GM, José Ramón González Juanatey, jefe del servicio de Cardiología del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago y ganador del premio BiC en la categoría de Cardiología.

“Se estima que la hidrogenación de estos aceites vegetales causa alrededor de medio millón de muertes al año en el mundo, por lo que son claramente nocivos para la salud y para el corazón”, comenta el experto, que reconoce que en los últimos años se ha avanzado bastante en la concienciación de lo tóxicos que son los productos que llevan incorporadas estas grasas trans.

“El consumo de grasas trans aumenta el colesterol (LDL) , produce arteriosclerosis, ictus y aumenta la inflamación en la sangre y en todo el cuerpo, por lo que también esta relacionado con algunos tipos de cáncer”

José Ramón González Juanatey, jefe del servicio de cardiología del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago

No obstante, recuerda que aún queda por hacer en muchos países para realmente prohibir estos alimentos de forma definitiva. “Durante años se han utilizado por la industria alimentaria por su bajo coste y por mantener la conservación de ciertos alimentos, hacerlos más duraderos en el tiempo. Pero son tóxicos cardiovasculares”, recuerda González Juanatey.

El experto no tiene ninguna duda en la importancia de eliminarlos de la dieta y de prohibirlos de forma taxativa. “La OMS estima que si se prohibiesen se evitarían 17 millones de muertes de aquí al año 2040”.

Concienciación

González Juanatey considera la eliminación de las grasas trans como una prioridad de salud pública muy importante, ya que en sus propias palabras “incluso en cantidades pequeñas”, incrementan las posibilidades de padecer un infarto de miocardio.

“Su consumo además aumenta el colesterol (LDL) o ‘malo’, produce arteriosclerosis, ictus y aumenta la inflamación en la sangre y en todo el cuerpo, por lo que también esta relacionado con algunos tipos de cáncer”, añade el jefe de Servicio del Complexo Hospitalario de Santiago.

Uno de los objetivos que se plantean los cardiólogos a nivel mundial es el de presionar y ayudar a los gobiernos para pasar de las palabras a los hechos.

“Nuestros regulares y políticos tienen que ser conscientes de lo trascendental de eliminar por completo del mercado estos alimentos”

José Ramón González Juanatey, jefe del servicio de cardiología del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago
José Ramón González Juanatey, jefe del servicio de cardiología del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago

El primer país en liderar la eliminación de grasas trans fue Dinamarca, donde ya se ha notado una disminución de la enfermedad cardiovascular. En el resto de Europa, la normativa entró en vigor en abril de 2021, por lo que aún es pronto para evaluar su efecto en la salud de la población. A pesar de ello, en España este tipo de alimentos se siguen comercializando.  

“Nuestros regulares y políticos tienen que ser conscientes de lo trascendental de eliminar por completo del mercado estos alimentos”, espeta Gonzalez Juanatey, que ante la falta de medidas sugiere a las personas velar por su propio autocuidado, dado que no se ha divulgado lo suficiente sobre la peligrosidad de estos productos. “Es recomendable que los consumidores evalúen la composición de los alimentos que consumen. En las etiquetas no pone grasas trans, pone grasa hidrogenada o parcialmente hidrogenada, aunque sea en letras pequeñas, si una persona se fija podrá detectar la presencia de estos componentes tóxicos en los productos, que normalmente son preparados o bollería industrial y de esta forma evitarlos”, concluye el especialista que a parte de estas recomendaciones, considera clave la educación, y en últimos términos, que su eliminación se regule por ley.


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