Ni en el deporte, ni para los estudios, ni de merienda. La Xunta de Galicia quiere prohibir por ley a los menores de edad el consumo de bebidas energéticas. Estos productos que, en muchas ocasiones se toman en lugar de un refresco, contienen la cafeína equivalente a más de dos tazas de café, y pueden producir desórdenes metabólicos como la obesidad y otro tipo de dolencias de carácter neurológico, psicológico o cardiaco.

En los primeros compases de 2023, el conselleiro de Sanidade de la Xunta, Julio García Comesaña, adelantó en el Parlamento de Galicia que su departamento llevaría a cabo un proyecto de ley de prevención de conductas adictivas en personas menores de edad en Galicia y que lo haría partiendo de la Ley de 2010 de prevención del consumo de alcohol en menores. Sin embargo, la Xunta quiere ir más allá tomando medidas para “restringir el acceso de los menores a los cigarrillos electrónicos o a las bebidas energéticas”, ha informado el organismo a través de un comunicado.

La Ley de Prevención de Adicciones en menores de Galicia equiparará las bebidas energéticas al alcohol por lo que no se permitirá la vente de este tipo de bebidas a personas menores de edad, ni tampoco se permitirá su consumo. Según la información remitida por la Xunta, también se pondrá el foco “en la publicidad y patrocinios de bebidas energéticas” y “no se podrá dirigir publicidad a la población infantil”. “Además, en los establecimientos, las bebidas energéticas no podrán estar localizadas conjuntamente con los refrescos”, concluye.

Se trata de una medida pionera que pretende regular un asunto sobre el cual ya se han pronunciado en la misma línea comunidades como Euskadi, Castilla-La Mancha o Valencia. Por su parte, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha emitido este viernes un comunicado en el que concluye que este tipo de bebidas “no deben ser consumidas en la edad pediátrica” puesto que los estudios ponen en evidencia que su consumo “se asocia a irritabilidad, insomnio, cefaleas, ansiedad, falta de concentración y patologías metabólicas y cardiovasculares, como taquicardia o aumento de la presión arterial”. Su consumo, añade la AEP, “abre la puerta a la ingesta de otras sustancias tóxicas y a la promoción de adicciones, ya que es habitual que los adolescentes mezclen las bebidas ‘energéticas’ con alcohol”.

Una medida “necesaria”

“La regulación por ley del consumo de bebidas energéticas es una iniciativa sin precedentes y necesaria, especialmente en menores de edad”, asegura Ana Belén Crujeiras, directora del grupo de investigación Epigenómica en Endocrinología y Nutrición del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago y miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).

Este tipo de bebidas, explica la experta, “se están consumiendo sin tener en conocimiento de los compuestos que contienen” y la realidad es que “estamos ante una bebida que contiene estimulantes como la cafeína y elevadas cantidades de azúcar”.

“Estos productos se están consumiendo para recudir la fatiga, incrementar la resistencia en periodos de exámenes e incluso en el deporte”, enumera, sin embargo, Crujeiras cree que nunca deberían recomendarse y que siempre tiene que quedar claro que, en ningún caso, son refrescos. “Además, crea adicción por las sustancias estimulantes que contienen”, añade.

Rosaura Leis Trabazo, coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna, también da la bienvenida a la propuesta. “Todas las medidas que ayuden a la adherencia a los estilos de vida saludables van a ser de gran ayuda para la lucha contra el sobrepeso y la obesidad y otras patologías frecuentes en nuestra sociedad”, explica. “Hoy sabemos que las principales causas de morbi-mortalidad guardan relación con estilos de vida no saludables”.

Leis Trabazo recuerda que la OMS y el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica recomiendan que, en los niños, la ingesta de azúcares no debe superar el 5% del valor calórico total de la dieta y con una de estas bebidas “ya estaríamos sobrepasando esta cantidad, sin contar los demás alimentos azucarados que se consuman en el día”.

Limitar su publicidad

Los expertos también señalan que, además de prohibir su consumo, habría que reducir su publicidad, “incidiendo en la necesidad de realizar una educación nutricional y de estilo de vida saludable desde edades tempranas para conseguir un buen estado de salud en la edad adulta”, apunta Crujeiras. La especialista también cree que “el conocimiento del etiquetado nutricional” es muy importante para que todo el mundo sea capaz de interpretar bien “el efecto que puede tener para la salud un determinado alimento o comida”.

Según la Encuesta sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES) 2021, que estudió el impacto y alcance que tiene el consumo de bebidas energéticas con alto contenido en cafeína, cuatro de cada diez estudiantes tomaron bebidas de este tipo en los últimos 30 días y la prevalencia era mayor en los chicos, con un 50,7%, que en las chicas, cuyo porcentaje se situaba en el 39%.

“Respecto a los chicos de 14 años, se observa que el nivel de consumo de bebidas energéticas está próximo a la media del conjunto de los varones (41,1% frente a 50,7%). Además, se produce un aumento progresivo según avanza la edad, hasta llegar a los 18 años, momento en el que desciende ligeramente este consumo”, describe el mismo informe. Entre las chicas, el consumo de este tipo es más reducido en cualquier grupo de edad, con la diferencia de que se produce una tendencia diferente a la anterior: “el consumo en chicas alcana su punto máximo a los 15 años (42,3%), a partir de ahí, experimenta una caída notable que recupera fuerza en los 18 años, aunque ese dato (40,6%) sigue siendo inferior al consumo entre chicas de 14 y 15 años”.

Por último, cabe destacar que, en lo que respecta a mezclar bebidas energéticas con alcohol, se observa que el 16,1% de los estudiantes de 14 a 18 años ha consumido esta mezcla en los 30 últimos días, cifra que es superior en los chicos. La mayor proporción de este consumo, en chicos y chicas, se registra a los 18 años, con una prevalencia de consumo de 22,7% y 18,4%, respectivamente.

Para Félix Notario, presidente de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA), el aumento del consumo de estas bebidas puede tener que ver con que se hayan puesto de moda. “Los adolescentes se mimetizan con gran facilidad con su círculo más cercano, de forma que, si uno consume, los demás le siguen”, comenta y añade: “Ni son refrescos ni son bebidas energéticas. Sus efectos, más que energizantes, son estimulantes por los componentes que lleva, como glucosa, cafeína o taurina”.


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