Los efectos negativos que el estrés provoca en la salud de las personas son conocidos. Sin embargo, no existen estrategias para entender y combatir su impacto en la sociedad. Con el fin de buscar soluciones eficaces a este reto nace la Red Española de Investigación en Estrés, que coordina el investigador del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínic de Vàlencia (INCLIVA), Juan Nácher.

“En España hay una importante tradición en el estudio del estrés desde muchas perspectivas distintas. Pensamos que reunir en una red a los distintos equipos de investigación que nos dedicamos a esto podría tener un impacto positivo, favoreciendo las colaboraciones y ampliando nuestros objetivos”, señala Nácher a Gaceta Médica. La red, en su primera reunión, ha debatido sobre la búsqueda de sinergias y sobre progresar en la comprensión de los efectos del estrés en el organismo. Más concretamente, pretenden avanzar en el conocimiento sobre sus efectos en la memoria o en la predisposición a padecer ansiedad y otras enfermedades psiquiátricas.

Según el investigador, “el trabajo de la red se centra sobre todo en buscar puntos de conexión entre las distintas investigaciones para conseguir acercarnos más a la comprensión de las bases biológicas de la respuesta al estrés”. Inicialmente la red está formada por grupos centrados en el estudio de los efectos del estrés sobre el sistema nervioso, pero esto se ampliará a grupos que estudien otros sistemas, como el cardiovascular. “Otro objetivo es conseguir acercar nuestras investigaciones a la clínica para entender como el estrés puede precipitar la aparición de algunas enfermedades, así como la divulgación a la sociedad de nuestras investigaciones y de los efectos y la prevención del estrés excesivo”, subraya Nácher.

Estrés y otras patologías

El estrés es el proceso que se pone en marcha cuando se percibe una situación o acontecimiento como amenazante o desbordante. Ante estímulos estresores el organismo responde con un conjunto de respuestas fisiológicas que suponen la activación del eje hipofisosuprarrenal y del sistema nervioso vegetativo. Ambos sistemas producen la liberación de hormonas que excitan, inhiben o regulan la actividad de los órganos.

El eje hipofisosuprarrenal se activa tanto con las agresiones físicas como con las psíquicas y, al activarse, el hipotálamo segrega la hormona CRF (factor liberador de corticotropina), que actúa sobre la hipófisis y provoca la secreción de la hormona adenocorticotropa (ACTH). Esta secreción incide sobre la corteza de las glándulas suprarrenales, produciendo corticoides (glucocorticoides y andrógenos) que pasan al torrente circulatorio y producen múltiple incidencia orgánica. Por otra parte, el sistema nervioso vegetativo mantiene la homeostasis del organismo. La activación simpática supone la secreción de catecolaminas: adrenalina segregada por parte de la médula suprarrenal y noradrenalina segregada por las terminaciones nerviosas simpáticas. Estas respuestas son ventajosas, pero si la situación que produce el estrés, o la percepción de esta, se prolonga o es especialmente intensa, estas respuestas fisiológicas pueden conllevar consecuencias negativas para la salud.

Es habitual atribuir la aparición de algunas enfermedades a un exceso de estrés, pero Nácher indica que “todavía se sabe relativamente poco acerca de cómo se produce esa transición entre el estrés y la patología, especialmente en el sistema nervioso, o cómo frenar ese proceso una vez se ha iniciado”, apunta el investigador, que añade que “la identificación y eliminación de la situación estresante puede ser una solución, pero no siempre es factible”.

Entender los efectos nocivos

El estrés afecta a numerosos sistemas y órganos del cuerpo, desde el sistema nervioso, al inmunitario, pero también otros como el cardiovascular o el digestivo. “Investigar el estrés es muy importante para entender los efectos nocivos que pueden tener estas respuestas exageradas sobre el organismo y actuar sobre los mecanismos que las producen”, señala el investigador.

Los aspectos positivos del estrés se dan a corto plazo, ya que prepara al organismo para afrontar una situación potencialmente conflictiva, como ocurre en una situación de huida donde eleva el ritmo cardiaco para tener un mayor aporte de oxígeno. De acuerdo con Nácher, “los efectos positivos también afectan al cerebro”. “Ciertos tipos de estrés de corta duración mejoran la memoria y la ejecución de algunas tareas”, agrega. El caso opuesto se presenta cuando el estrés conlleva a padecer una condición patológica o incrementa el riesgo de sufrirla.

Por otro lado, el sexo es un factor que también afecta a la manera en que se percibe el estrés, ya que la percepción por parte del cerebro de una situación como estresante es diferente en hombres y mujeres. “No sólo porque la biología es distinta sino porque el aprendizaje y las condiciones sociales que rodean a cada persona también lo son. Además, también hay diferencias notables entre sexos en cómo el organismo, especialmente el cerebro, responde al estrés”, asegura el investigador. En este sentido, científicos del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel han publicado en Cell Reports una investigación que revela con gran detalle cómo los cerebros de ratones macho y hembra responden de manera diferente al estrés.

El estilo de vida de la sociedad española es “una fuente constante de estresores”, señala el investigador, añadiendo que estos “tienen un impacto negativo en diferentes aspectos de la salud, como los riesgos metabólicos o los relacionados con trastornos mentales o afectación cognitiva”. “De hecho, el estrés es el principal factor no genético que incrementa la vulnerabilidad a la psicopatología”, concluye.


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