Las patologías cardiovasculares también cobran protagonismo en las afecciones producidas por la Covid-19, además del daño pulmonar. Entre un 25 y un 35 por ciento de los pacientes en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con Covid-19 han sufrido daño miocárdico. Así lo señalaba la jefa del Área de Críticos del Hospital Parc Taulí (Barcelona), Ana Ochagavía, en un seminario online de La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc) en colaboración de Ferrer.

Bajo el título ‘Patología cardiovascular en el paciente con Covid-19’, expertos intensivistas abordaron cómo el coronavitus afecta al sistema cardiovascular desde diferentes puntos de vista.

Ochagavía señala cómo el coronavirus interactúa con el sistema cardiovascular pudiendo incrementar el riesgo de daño miocárdico agudo. De esta forma, provoca arritmias, más frecuentes en pacientes con Covid-19 en UCI, el 44,4 por ciento, que en los que no requieren cuidados intensivos (6,90 por ciento), señalan en un comunicado.

A las dos o tres semanas de infección puede provocar también miocarditis y una elevación de biomarcadores de daño miocárdico. Sin embargo, existe un bajo porcentaje de infarto agudo de miocardio de tipo isquémico.

La detección del daño miocárdico es “una señal de alarma”, ya que empeora el pronóstico, señala Ochagavía.

El patrón de intervención en estos casos no es diferente al que se requieren en otras infecciones, por lo que la experta recomendó no modificar los protocolos al respecto y realizar ecocardiografías para evaluar la función cardiaca y el estado hemodinámico.

Hipertensión arterial y Covid-19

Los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina fueron cuestionados ante el riesgo de su uso para el control de la hipertensión arterial y su asociación con una mayor mortalidad en pacientes afectados por el virus.

El intensivista del Hospital La Paz (Madrid), Pablo Millán, expuso que no se ha demostrado que los antihipertensivos se asocien con un mayor riesgo de infección, ni peor evolución durante la enfermedad. Una afirmación que sostenía tras hacer referencia a varios estudios internacionales.

Millán apela por seguir administrando los mismos fármacos habituales.

Optimización de soporte

Por su parte, el intensivista del Hospital de Jerez de la Frontera, Ignacio Monge, exponía las directrices para la optimización en el soporte hemodinámico en estos pacientes. Además de la infección directa y las comorbilidades previas, se ha comprobado que las propias terapias administradas pueden ser un factor más de inestabilidad.

Los pacientes pueden desarrollar hipovolemia, vasoplejía (derivada de los altos niveles de sedación), embolia pulmonar o disfunción cardiaca por daño directo del virus al miocardio. 

Un estudio que desarrolla la Sociedad Andaluza de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (SAMIUC) ha cifrado en un 77,3% el número de pacientes COVID-19 que ha necesitado soporte vasopresor. Otros estudios elevan esta cifra al 95% de los enfermos.

Ante la importancia de minimizar la afectación derivada del soporte hemodinámico, el doctor Monge recomienda el mayor grado de personalización posible, con una monitorización mucho más exhaustiva que la desarrollada hasta ahora durante la pandemia.

Soporte ECMO y Covid-19

Por último, María Paz Fuset, intensivista del Hospital Univ. de Bellvitge (Barcelona), cerró el seminario exponiendo el uso de soporte de oxigenación con membrana extracorpórea (ECMO) en el paciente con COVID-19, una necesidad que ha ido en aumento de forma exponencial durante la pandemia. De hecho, España es el segundo país de Europa que más pacientes con coronavirus ha asistido mediante ECMO, solo por detrás de Francia. 

“La asistencia mecánica permite ganar tiempo para diagnosticar y tratar al paciente”

Para ello, se da soporte respiratorio, cardiaco o cardio-respiratorio, según las necesidades de cada caso. La doctora recomendó el uso de la ECMO en parada cardiorrespiratoria solo en centros donde exista un programa hospitalario previo y nunca de forma extrahospitalaria. Al mismo tiempo, abogó por una centralización de los casos en centros de referencia, al ser una técnica que exige alta cualificación en pacientes con COVID-19. 


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