La tecnología CRISPR tiene el potencial de modificar permanentemente genes que causan enfermedades en los pacientes. El desarrollo de técnicas que permitan editar o corregir con precisión y eficiencia el genoma de células vivas es uno de los objetivos principales de la investigación biomédica. La accesibilidad y el enorme potencial de esta tecnología han dado lugar a una revolución casi sin precedentes en las ciencias biomédicas y representan un gran avance en el campo de la terapia génica.

Las denominadas secuencias CRISPR, originalmente descritas por el investigador español Francis Mojica hace casi 20 años, son fragmentos de ADN que forman parte del sistema inmunitario que algunas bacterias utilizan para luchar contra infecciones causadas por virus. Tras el hallazgo de Mojica se descubrió que esta maquinaria bacteriana permite editar el ADN de eucariotas, es decir, modificarlo, copiarlo y pegarlo, para tratar de reparar alteraciones genéticas que provocan enfermedades.

La tecnología CRISPR ya no es un futuro, sino que es un presente. En apenas diez años de recorrido, hay casi 100 ensayos clínicos que están utilizando dicha tecnología para desarrollar tratamientos de terapia génica innovadora para tratar múltiples enfermedades congénitas”, explica a Gaceta Médica Lluis Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El funcionamiento de esta tecnología consiste en la extracción de células, cuyos genes quedan inactivados con las herramientas CRISPR. Una vez hecho este procedimiento, las células resultantes se devuelven al paciente. Muchos de los ensayos clínicos que se han puesto en marcha se están llevando a cabo en humanos para evaluar su eficacia y seguridad. “Con la tecnología CRISPR se van a desarrollar terapias definitivas. Esto significa que las personas que están recibiendo esta terapia quedan curadas de por vida, no tienen que ser administradas de nuevo”, dice Montoliu.

La tecnología CRISPR es especialmente útil en las enfermedades de origen genético. “La lista de enfermedades que muy próximamente vamos a poder tratar empieza a ser muy grande. Evidentemente, nos queda un trabajo enorme por hacer porque hay miles de enfermedades raras y no para todas ellas tenemos una terapia, pero el progreso es evidente”, señala Montoliu.

Dentro del área de oncología, Montoliu recuerda que su aplicación es “muy evidente” en inmunoterapia. “La terapia CAR-T tiene una parte de CRISPR innegable, ya que antes de introducir un nuevo receptor quimérico de antígeno (CAR), hay que inactivar el propio receptor antigénico de células T. Esto se hace con una estrategia basada en CRISPR. La inmunoterapia está llegando a los cánceres más agresivos, que suelen ser resistentes a quimio y a radioterapia, como son melanoma, mieloma o sarcoma”, reitera.

Aprobaciones próximas

El pasado 8 de diciembre, Estados Unidos marcó un hito al aprobar la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) la primera terapia génica que utiliza la tecnología CRISPR para tratar a pacientes con anemia falciforme. Poco antes, la Agencia Reguladora de Medicamento y Productos Sanitarios de Reino Unido (MHRA, por sus siglas en inglés) hizo lo propio.

En estos momentos, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) aún no ha aprobado ninguna terapia que utilice esta tecnología, aunque su Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP, por sus siglas en inglés) ya ha emitido una opinión positiva de la terapia para anemia falciforme. “La EMA está yendo por detrás de Estados Unidos y de Reino Unido. En el mejor de los casos, llegaremos en tercer lugar, pero no sabemos cuándo”, señala Montoliu.

Con la vista puesta en el futuro, el experto menciona que la siguiente aprobación es la inactivación del gen PCSK9, que es el que determina la reducción del colesterol en el plasma sanguíneo para personas con niveles de colesterol elevado. En 2021, un ensayo en fase I también demostró que la edición génica mediante CRISPR del gen TTR en pacientes con amiloidosis hereditaria era seguro y reducía significativamente los niveles plasmáticos de TTR. No obstante, Montoliu sostiene que “va a haber un goteo de otras muchas enfermedades raras”.

Respecto al nivel de inversión, el experto recuerda que esta herramienta es la que agrupa y aglomera el mayor nivel de inversión. “Hay centeneras de millones de dólares que están recibiendo las pequeñas farmacéuticas que tienen uno o dos productos”, precisa. Sin embargo, recuerda que su elevado precio supone un gran hándicap. “Quizás uno de los problemas a los cuales tenemos que enfrentarnos es de accesibilidad, ya que la terapia aprobada para anemia se ha hecho con un coste de 2,2 millones de dólares por paciente”, recalca.

Principales retos

Los avances tecnológicos juegan un papel fundamental y han tomado una importancia crucial en materia de investigación. Sin embargo, como toda novedad, aún se enfrentan a algunos retos. Según el experto, en el caso de las CRISPR serían dos: uno técnico y otro económico. “El primero tiene que ver con la seguridad del proceso. Si se inactiva un gen determinado, hay que procurar que no se inactive otro. Por tanto, hay que reducir los riesgos de alteraciones genéticas no deseadas al máximo para tener un bajo nivel de riesgo.

“El segundo reto es económico y tiene que ver con conseguir que esas terapias tengan un precio que sea razonable y financiable por los sistemas nacionales de salud porque si no, no vamos a poder trasladar a los pacientes los beneficios de esta tecnología. Estas terapias tienen que ser asequibles para todos”, concluye Montoliu.


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