Gastroenterología/ El tratamiento de Janssen es efectivo en el 80% de pacientes

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Francisco Rosa Madrid | viernes, 27 de enero de 2012 h |

El lanzamiento de telaprevir (Incivo) por parte de Janssen supondrá un antes y un después para tratar el virus de la hepatitis C (VHC), dado que su uso incrementa la tasa de curación en torno a un 30 por ciento con respecto a la terapia convencional con interferón y rivabirina.

Así lo ponen de manifiesto los ensayos clínicos realizados, que demuestran que con la aplicación de telaprevir, conjuntamente con el tratamiento convencional, se consigue eliminar el virus de casi un 79 por ciento de los infectados con genotipo 1 (los más difíciles de tratar) que no han recibido tratamiento anteriormente, así como reparar la lesión hepática que antes sufrían.

En el caso de los que padecen recaídas tras someterse al tratamiento convencional, la tasa de curación al incluir telaprevir escala hasta el 84 por ciento. Estos datos, unidos a la consideración de la hepatitis C como amenaza para la salud pública (en España hay más de 700.000 infectados), han hecho posible que el fármaco de Janssen obtuviera la aprobación acelerada en Estados Unidos y Europa. En el caso concreto de España, la Aemps recomendó su uso el 30 de septiembre y en noviembre ya había dictamen de la Comisión de Precios. Aunque el coste total del tratamiento pueda parecer elevado, alcanza los 34.000 euros, según Antonio Fernández, director de Nuevos Medicamentos de Janssen, “está justificado con la reducción de cirrosis, cáncer hepático y trasplantes que se derivará de su uso”.

Unido a esto, cabe destacar la posibilidad que ofrece el tratamiento de “detectar, en un periodo de cuatro semanas, qué pacientes no toleran o no son sensibles a la acción de telaprevir”, lo cual ayuda a reducir los costes indicados, según Rafael Esteban, jefe de Hepatología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Asimismo, el nuevo medicamento contra la hepatitis C consigue disminuir, en un 66 por ciento de los casos, la duración del tratamiento hasta las 24 semanas, cuando lo habitual con los convencionales es de 48 semanas.

“Esto es muy importante teniendo en cuenta los efectos adversos —reacciones a nivel cutáneo y anemia son los más habituales— de este tipo de terapias”, admitió Manuel Romero, de la Unidad Médico-Quirúrgica de Enfermedades Digestivas del Hospital Nuestra Señora de Valme de Sevilla.