El Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM) acogió la ‘Jornada de abordaje integral de la conducta suicida’ a tenor del Día Mundial para la Prevención del Suicidio celebrado el 10 de septiembre.

Durante las jornadas participaron distintos agentes involucrados en la prevención de esta lacra que se saldó con 4.097 muertes en España en el año 2022, un 2,3 por ciento más que el año anterior.

Pedro Martín-Barrajón

“Hemos advertido un claro interés por parte de los estudiantes de MIR o EIR o de psicólogos y fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, en cómo mejorar la atención en consulta, sobre todo del superviviente o de quienes han sufrido la pérdida de un familiar”, explica a GM, Pedro Martín-Barrajón, psicólogo experto en emergencias y catástrofes en Psicólogos Princesa 81, y miembro del Grupo de trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Medicina de Emergencias (SEMES). “Hemos compartido experiencias y creado sinergias con otras categorías profesionales. Una de las conclusiones de estas jornadas enlaza con la premisa de OMS sobre el suicidio: ‘infundir esperanza a través de la acción’ y este fin de semana ha resultado alentador y esperanzador”, añade Martín-Barrajón.

Durante las jornadas se ha animado a aunar esfuerzos y esperanza en la prevención del suicidio. Otra de las conclusiones que se ha extraído de estos simposios ha sido la necesidad de desarrollar un Plan Nacional de Prevención del Suicidio. “También ha quedado clara la necesidad de abordar de forma multidisciplinar el suicidio en nuestro país e incorporar agentes de cambio entre los que participan en este abordaje, como pueden ser los medios de comunicación, profesionales de la educación o las fuerzas de seguridad”, afirma el psicólogo.

La prevención en consulta

Durante el curso se ha formado a los profesionales en la mejora de habilidades para detectar la conducta suicida en consulta.

“Es fundamental derribar los diferentes mitos que giran en torno al suicidio, saber cuáles son esos mitos y desestimar la visión reduccionista que atribuye el suicidio únicamente la enfermedad mental”, menciona el director de las jornadas, que asegura que hay estudios que avalan que el 46 por ciento de los comportamientos suicidas se producen en personas con una alteración psicológica, por lo que más de la mitad de los mismos (54 por ciento), los realizarían personas sin alteraciones de este tipo.

Asimismo, asegura que los profesionales que se dedican al abordaje del suicidio deben tener en cuenta que si el paciente comunica de forma dubitativa o poco asertiva su ideación suicida no quita gravedad a esta. “La expresión dudosa, no significa que el plan no este estructurado, o que no haya intencionalidad real, ni que la letalidad del método no sea eficaz”, explica el Martín-Barrajón, “También, en muchas ocasiones, la ideación suicida se enmascara detrás de otros motivos de consulta como dolores o problemas para dormir”, por lo que es necesario indagar más, añade el psicólogo.

“Es muy difícil que un médico diga que tiene ideación suicida debido a cuestiones como el temor a la pérdida de estatus o el daño reputacional”

Pedro Martín-Barrajón, miembro del Grupo de trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Medicina de Emergencias (SEMES)

Además, insiste en la asertividad y en la comunicación como una de las claves para mejorar la situación de una persona que pasa por esto en la consulta. “Siempre hay que preguntar. Está demostrado que en muchas ocasiones no se pregunta por el temor a que respondan que sí, puesto que hay muchos profesionales que no sabrían como conducir esa entrevista o que soluciones plantear a sus pacientes”, recuerda.

Suicidio en médicos

Si se compara con la población general, las tasas de suicidio entre el personal facultativo han aumentado significativamente.

Como curiosidad, en el caso de los médicos ha aumentado el número de mujeres que se quitan la vida, según indica la OMC. Mientras que, el experto asegura, que entre la población general y en la mayoría de los países, tres de cada cuatro suicidios son realizados por hombres.

“Es muy difícil que un médico diga que tiene ideación suicida debido a cuestiones como el temor a la pérdida de estatus, o el daño reputacional”, comenta Martín-Barrajón.

“Es necesario incorporar a los planes de estudios de las carreras sanitarias contenidos que incluyan la normalización y la lucha contra el estigma de las enfermedades mentales”

Pedro Martín-Barrajón, miembro del Grupo de trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Medicina de Emergencias (SEMES)

Durante las jornadas se abordó cómo puede afectar todo en un entorno profesional, poniéndose en la piel tanto de los profesionales como de los gerentes que tienen que afrontar que su personal pueda tener riesgo suicida. “Se tiende a declinar la responsabilidad en la propia vulnerabilidad del profesional que ‘no sabe’ afrontar sus problemas personales. Sin tener en cuenta la sobrecarga asistencial, tampoco las condiciones laborales en muchos casos precarias o inestables, turnicidad…, etc.. Achacar el riesgo de suicidio siempre a la fragilidad y la vulnerabilidad del profesional, hace que aumente el tabú y el oscurantismo que hay hacia estas conductas”, explica el experto.

Martín-Barrajón afirma que el personal sanitario tiene una cantidad de demandas para las que no está suficientemente formado y que esto ha quedado patente en las jornadas. “Un porcentaje significativo de residentes se ve incapaz de atender ciertas demandas. La interacción con pacientes con depresión, abuso de sustancias, violencia doméstica o ideación suicida, puede generar que aparezcan la desmotivación laboral o incluso fatiga”.

Por otra parte, el experto menciona que existe un mito de invulnerabilidad (el síndrome de la bata blanca) que hace creer que el estatus facultativo protege de estados de ánimo como la depresión. “Es necesario incorporar a los planes de estudios de las carreras sanitarias contenidos que incluyan la normalización y la lucha contra el estigma de las enfermedades mentales”, “Una de las medidas preventivas propuestas en las jornadas sería la de externalizar la ayuda al médico enfermo, para garantizar la confidencialidad y reducir ese temor a la perdida de estatus”, menciona.


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