El presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, José Augusto García Navarro, analiza con GM la repercusión en los mayores de esta crisis sanitaria.

Pregunta. Las personas mayores están en el ojo del huracán en esta pandemia de COVID-19, ¿cuál es el balance de SEGG de este último año? ¿Cuáles han sido las lecciones aprendidas?

Respuesta. Las personas mayores han sido las más afectadas por la epidemia de coronavirus. Hasta la fecha de hoy de los más de 73.000 fallecidos que recogen las estadísticas oficiales del Ministerio de Sanidad, más del 80% son personas de 70 o más años.

En las residencias de mayores se ha vivido una tragedia, como demuestra el hecho de que del total de fallecidos el 50% eran personas que vivían en estos recursos.

“La geriatría debería actuar como consultor de los casos más complejos y en los momentos de crisis”

Estos datos nos han enseñado que hemos de situar a la geriatría como una especialidad central en el sistema sanitario, tanto en los hospitales de agudos como para dar soporte a los equipos de atención primaria, cuando estos lo requieran.

De igual manera pensamos que se debe repensar el modelo de atención de las residencias de mayores. En general hay que repensar el modelo de cuidados de larga duración para personas con dependencia (que suelen ser mayoritariamente personas mayores, frágiles y con varias enfermedades crónicas) y en este nuevo modelo, la geriatría debería actuar como consultor de los casos más complejos y en los momentos de crisis.

Un refuerzo de la geriatría en nuestro sistema de salud y de atención a la dependencia nos dará fuerza y solidez para afrontar futuras amenazas a este grupo de población tan vulnerable. Y esto quiere decir reforzar los servicios de geriatría hospitalarios donde los hay e instalarlos donde aún no los hay y crear verdaderos equipos interdisciplinares con geriatras, enfermeras especialistas, trabajadores sociales, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos, etc.

P. Se ha hablado mucho de los mayores como población de riesgo ante coronavirus, pero ¿qué otras enfermedades se han agudizado fruto de esta situación tan compleja que les ha tocado vivir?

R. En estos momentos estamos viviendo los efectos secundarios del confinamiento, tanto en el domicilio como en residencias de mayores.

Existe en las personas de mayor edad, especialmente en las que tienen algún grado de dependencia y muchas enfermedades crónicas, un mayor número de descompensaciones de estas enfermedades crónicas, pérdida de masa muscular que da lugar a mayor inmovilismo y también pérdida de la masa ósea. También se ha visto afectada la salud mental.

“Las secuelas persistentes y los síntomas post-coronavirus también afectan a las personas de mayor edad que no deben ser excluidas del seguimiento especializado”

En este sentido hemos echado a faltar la puesta en marcha de programas que previniesen estas pérdidas por parte de las autoridades sanitarias, tanto del ministerio de sanidad como de las diferentes comunidades autónomas: al mismo tiempo que se prescribía confinamiento domiciliario o en residencias de mayores, se deberían haber puesto en marcha programas de fisioterapia, terapia ocupacional y recreacional. Especialmente en las personas más vulnerables.

Conviene también no olvidar que las secuelas persistentes y los síntomas post-coronavirus también afectan a las personas de mayor edad que no deben ser excluidas del seguimiento especializado.

P. ¿Cuál es el impacto en la salud mental de las medidas de aislamiento que se promovido para salvaguardar a los mayores? ¿Cómo han afrontado esa soledad impuesta en muchos casos?

R. En salud mental el impacto ha sido y está siendo impresionante. En las consultas de geriatría se están ahora viendo un mayor número de pacientes con depresión, insomnio y ansiedad que con anterioridad a la epidemia.

En el caso de los pacientes con demencia y trastornos del comportamiento, éstos trastornos se han incrementado de forma muy importante, con el consiguiente perjuicio para los pacientes y también para sus cuidadores principales que han tenido que lidiar con la situación sin el apoyo de servicios que también se habían cerrado, como es el caso de los centros de día.

“Ahora es urgente retomar y mantener las salidas al exterior de todas las personas mayores para ir revirtiendo poco a poco estos efectos secundarios”

Desde la SEGG hicimos la petición de que se liberase la norma de confinamiento domiciliario estricto para estos pacientes, permitiéndoles salir acompañados de su cuidador principal durante 30 minutos al día, pero no se consideró oportuno por parte de la autoridad sanitaria. Esta simple medida hubiese mejorado la situación de estos pacientes y de sus cuidadores.

Desde la SEGG hemos intentado mejorar la situación ofreciendo programas de soporte psicológico a distancia, hemos ofrecido videos y material formativo a cuidadores y a las personas mayores para utilizar tecnologías de comunicación, para hacer ejercicio físico en casa, para mantener una dieta adecuada, etc.

Ahora es urgente retomar y mantener las salidas al exterior de todas las personas mayores para ir revirtiendo poco a poco estos efectos secundarios.

El confinamiento también ha sido trágico para los mayores que viven solos. Muchas de estas personas han podido pasar la epidemia gracias a los programas de voluntariado que les ayudaban en tareas cotidianas y les daban compañía directa o a distancia.

P. ¿Con qué tipo de recursos o dispositivos se cuenta para poder atender estas necesidades especiales? ¿Qué queda por hacer en este terreno?

Ya he comentado que es necesario incrementar los programas de actividad física y relacional, especialmente en las personas más vulnerables que son atendidas en servicios de geriatría hospitalarios y también en centros de atención a la dependencia, como centros de día o residencias de mayores. Aquí es necesario reforzar de forma muy importante los profesionales de fisioterapia, psicología, trabajo social y terapia ocupacional.

Debemos poner como prioridad asistencial el acceso a las consultas de geriatría y a la hospitalización cuando sea necesaria de las personas mayores más frágiles y complejas. Una espera elevada para acceder a atención especializada en estos momentos puede suponer que la situación sea reversible o que se llegue demasiado tarde. El acceso ha de ser prioritario ahora más que nunca.

P. ¿En qué medida se ha recuperado la dinámica en la atención a los pacientes en los servicios de geriatría un año después?

R. No se ha recuperado aún. Tenemos que incrementar la actividad ambulatoria para diagnosticar a un gran número de pacientes que están esperando ser vistos por el especialista en la lista de espera.

De una forma decidida hay que incrementar en todos los hospitales los recursos diagnósticos, incrementando los equipos de geriatría y de enfermería geriátrica.

“La epidemia nos ha enseñado que la atención a las personas mayores estaba en una situación límite”

Nos equivocaríamos, además, si pensamos que se trata sólo de hacer un plan de choque. La epidemia nos ha enseñado que la atención a las personas mayores estaba en una situación límite y ahora los incrementos en recursos geriátricos se deben realizar en todos los niveles asistenciales (hospitales, atención comunitaria y centros de atención a la dependencia), de forma importante y constante en el tiempo.

Es necesario también hacer un gran esfuerzo en la mayoría del país para dotar de camas de rehabilitación geriátrica al sistema nacional de salud. Las situaciones de inmovilidad secundarias a hospitalizaciones prolongadas o a accidentes, como la fractura de cadera o el ictus, deben rehabilitarse de forma adecuada. La epidemia también nos ha enseñado que estos recursos son muy escasos en la gran mayoría de comunidades autónomas.

P. Como sociedad científica, ¿cuál ha sido la respuesta a los especialistas en cuanto a necesidades de formación sobre la COVID-19 o el manejo de otras enfermedades especialmente sensibles en tiempos de pandemia?

R. Hemos estado formando a los especialistas en geriatría y gerontología desde el inicio de la epidemia para actualizar en los últimos avances a medida que los íbamos conociendo.

Hemos realizado webinars (algunos de ellos con la presencia de alumnos de más de 40 países diferentes), cursos de formación y elaborando documentos de consenso.

Durante el año 2020 hicimos nuestro primer congreso virtual de geriatría y gerontología y este año 2021 haremos el segundo.

“La geriatría es la medicina de la complejidad y su intervención debe centrarse en las personas mayores más complejas en los momentos de crisis”

También estamos redoblando esfuerzos para hacer formación con otras especialidades médicas y mejorar la atención a las personas mayores: oncogeriatría, ortogeriatría, cardiología geriátrica, etc.

P. ¿Qué puede aportar la geriatría en este momento?

R. Creemos que es básico que la geriatría, además de su presencia en hospitales de agudos, desarrolle programas de coordinación muy intensos con los equipos de atención primaria y con los equipos que trabajan en los servicios de atención a la dependencia como los centros de día y las residencias de mayores.

Es necesario insistir en la naturaleza interdisciplinar de la especialidad y se ha de contar con geriatras, enfermeras especialistas, trabajadores sociales, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos, etc.

La geriatría es la medicina de la complejidad y su intervención debe centrarse en las personas mayores más complejas en los momentos de crisis.


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