La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y la Real Academia Nacional de Medicina (RAMN) han presentado este miércoles un manifiesto que sienta las bases de un nuevo modelo de cuidados de larga duración (CLD). Lo han hecho en el transcurso de una jornada telemática en la que también se ha analizado el impacto de la crisis sanitaria en las residencias de mayores.

Los presidentes de ambas entidades, José Augusto García Navarro y Eduardo Díaz Rubio, han firmado este documento conjunto que defiende la potenciación de un modelo dinámico y progresivo con amplia base domiciliaria y comunitaria, con metodología de atención centrada en la persona, con integración de servicios sanitarios y sociales, y con apoyo a los casos complejos desde servicios de Geriatría hospitalarios o comunitarios como un modelo de futuro.

Subrayan, asimismo, que para hacerlo posible será necesario ir incrementando progresivamente el presupuesto dedicado a este grupo de población hasta alcanzar las cifras que manejan los países más desarrollados.

Hay referencias en países de nuestro entorno en los que se potencia la atención domiciliara como alternativa a la institucionalización permanente

Las entidades recuerdan que los cuidados de larga duración hacen referencia al conjunto de servicios que se despliegan para atender a las personas con dependencia. “A pesar de lo que algunos creen, no son solo residencias de mayores”, remarca el manifiesto. “De hecho -continúan- la gran mayoría preferiríamos seguir viviendo en nuestros domicilios cuando seamos mayores y aparezca la dependencia”.

Como referencia, los expertos ven algunos ejemplos apropiados en nuestro entorno, con experiencias en países en los que “se potencia la atención domiciliaria como alternativa a la institucionalización permanente”.

El modelo ideal

Según detalla el manifiesto conjunto, la base de actuación de un modelo de CLD siempre debe ser el domicilio de la persona y la comunidad o barrio donde vive.

Asimismo, hacen hincapié en que el modelo de CLD debe ser progresivo y dinámico, empezando por la promoción de la autonomía y escalando progresivamente servicios de más intensidad que incluyan la detección del riesgo, los servicios domiciliarios, los centros de día y de noche, las viviendas con servicios de soporte y, por último y cuando no quede más remedio, las residencias de mayores.

Los especialistas insisten también en que resulta necesario retardar la aparición de dependencia, “combatiendo sus factores de riesgo, e identificando a las personas más frágiles, física, económica y emocionalmente para dedicar a este colectivo una atención preferente e instaurando programas para combatirla”.

Remarcan, además, que se debe integrar la atención a las personas más complejas incluyendo tanto los servicios sanitarios como los servicios sociales.

Para ello, el camino está claro. Según su visión, se deben potenciar de forma decidida los servicios de atención domiciliarios, reforzando, tanto los equipos sanitarios como los de atención a la dependencia.

Defienden un acceso rápido a los especialistas en geriatría desde la primaria en los casos complejos

Además, recalcan que la atención sanitaria que se dispensa desde los equipos de atención primaria se debe reforzar para las personas más complejas facilitando la accesibilidad rápida a especialistas en geriatría tanto en régimen ambulatorio como si se necesita ingreso hospitalario.

De igual modo, consideran que es necesario introducir estímulos en el modelo para incorporar nuevas tecnologías que permitan la telemonitorización y la vigilancia de las personas más vulnerables. Y también un acceso rápido y seguro a los servicios sanitarios.

Además, a medio camino entre el domicilio y la residencia abogan por establecer un amplio abanico de servicios para atender a formas de dependencia progresivas que incluyen los centros de día y de noche, viviendas protegidas con servicios y otras formas de viviendas adaptadas.

Para finalizar, recuerdan que las residencias de mayores deben ser el último eslabón de la cadena y sólo recurrir a ellas en el caso de que no haya otras alternativas. Residencias que, en cualquier caso, deben construirse ya siguiendo las normas Post- 3 COVID19, en unidades de convivencia pequeñas y abiertas a la comunidad, para facilitar la implantación del modelo de cuidados centrado en la persona.