España es un país eminentemente urbano, de hecho, cada vez más. En este contexto, la figura del médico rural ha ido perdiendo peso por el éxodo a las ciudades y la mejora de las comunicaciones, lo que ha posibilitado una mayor facilidad para desplazarse a hospitales y otros centros. A pesar de ello, en la actualidad siguen existiendo zonas de difícil cobertura en las zonas de la llamada ‘España vaciada’ donde estos médicos son toda una institución. También en otras que no acusan tanta pérdida de la población pero que cuentan con poca población dispersa por el territorio como, por ejemplo, en Andalucía oriental o el interior de Galicia.

Para acercar esta realidad, muchas veces poco visible por la distancia de los centros de atención mediática, Gaceta Médica ha entrevistado al médico rural y presidente de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia de Galicia (SEMG-Galicia), Keith Albert Foo Gil. Este profesional, que reside a 55 kilómetros de su centro de salud de referencia en Laza (Ourense), ha pedido que las administraciones públicas “valoren y apoyen esta labor esencial, garantizando recursos y reconocimiento adecuados para quienes eligen este camino“.

Así, el reconocimiento hacia los médicos rurales es un tema recurrente para estos profesionales. Para explicarlo, Foo ha utilizado la última encuesta realizada por la Organización Médica Colegial (OMC) que indica, entre otros datos, que más de la mitad de estos médicos, no se sienten reconocidos. Se trata de un sentimiento que también se materializa en su salario. “El 80 por ciento de ellos asume los gastos de desplazamiento y un 90 por ciento no recibe incentivos por su trabajo en áreas rurales”, tal y como ha alertado Foo. A pesar de ello, “el 85 por ciento de ellos están satisfechos con su labor y se sienten contentos trabajando en el medio rural”, según ha resaltado Foo. 

Responsabilidades y exigencias

Para ejercer como médico rural, el profesional debe ser “polivalente”, según Foo. “Somos prácticamente los únicos nexos con la medicina moderna en estas zonas. Los pacientes confían tanto en nosotros que muchas veces no toman la medicación [recetada en el hospital] hasta que le hasta que no reciben nuestro visto bueno”, ha explicado.

De esta forma, ha replicado que se trata de una responsabilidad que exige una actualización constante para el desarrollo de su actividad. “Terminamos desarrollando competencias como dermatoscopia, cirugía menor y ecografía clínica. De ahí surge mi proyecto del aula de ecografía clínica para residentes y adjuntos que deseen rotar en el entorno rural”.

Necesidades y reivindicaciones

Para Foo, las demandas de los médicos rurales van más allá del reconocimiento económico. “Reivindicamos el reconocimiento del médico de familia y de la medicina rural, tanto en términos económicos como sociales. Sin un conocimiento adecuado de nuestro trabajo, será difícil atraer a nuevas generaciones”, según ha alertado.

Así, entre las necesidades más urgentes ha destacado la mejora en digitalización. “Aunque en Galicia no sufrimos tanto la falta de tecnología, todavía hay entre un 25 y un 30 por ciento de centros rurales sin digitalización adecuada. La tecnología no solo ayuda al profesional, también empodera al paciente, haciéndolo partícipe de su proceso de salud”, tal y como ha abundado.

Además de todo ello, los desplazamientos representan un gasto y un riesgo adicional a otros profesionales. “El 45 por ciento de los médicos rurales se desplazan más de 50 kilómetros para llegar a su trabajo, y el 25 por ciento más de 100 kilómetros. Este esfuerzo adicional debe ser reconocido y remunerado por la administración pública”, según ha demandado.

El perfil del médico rural

Albert Foo, presidente de SEMG-Galicia y médico rural.

Más allá de sus competencias técnicas, la entrevista con Foo deja recaer otras facetas que no siempre están relacionadas con la medicina. El perfil de médico rural es una institución en una zona rural, ya que tiene un papel comunitario en ese lugar. “No es solo un profesional de bata blanca”, según ha incidido. “Es un pilar fundamental en comunidades remotas, caracterizadas por la dispersión geográfica y el envejecimiento poblacional. Este médico se convierte en el confidente, el único nexo entre la medicina moderna y el paciente, conocido por su nombre y contexto social”.

Como presidente de SEMG-Galicia ha puesto el foco en la importancia del relevo generacional y en la necesidad de ofrecer mejoras laborales para atraer a jóvenes, algo que va dirigido a las administraciones. Sin embargo, ha alabado el papel que, desde la sociedad, llevan a cabo. “Queremos vincular a médicos jóvenes, garantizándoles formación, accesibilidad y acceso a nuevas tecnologías como la telemedicina y la inteligencia artificial. Es vital que ningún pueblo carezca de conectividad y manejo remoto de pacientes”, ha insistido.

Un día en la vida de un médico rural

En cuanto a la rutina de un médico rural, Foo ha expuesto su propia experiencia personal. “Me desplazo unos 55 kilómetros de ida y otros tantos de regreso. Llego a mi centro de salud a las ocho de la mañana y atiendo a unos 48 pacientes, además de urgencias. Realizo dermatoscopia, ecografía clínica y, cuando tengo residentes, también me dedico a la docencia”.

Sin embargo, sus desplazamientos no quedan ahí. Además de ello, acude a domicilios adscritos a centro de salud en Laza (Ourense). “Hacemos visitas a pacientes encamados que no pueden desplazarse. Incluso a pueblos que están a 35 minutos de mi centro de salud. También realizamos telemedicina con servicios de cardiología y dermatología”. Según ha añadido, su papel abarca el ámbito de la formación y la prevención. “Con mi enfermera, organizamos ‘obradoiros’, talleres de nutrición, diabetes e hipertensión, educando a la población y promoviendo la salud”.

Por último, a nivel personal, Foo ha destacado la cercanía y confianza que ofrece el entorno rural. “Trabajar en medicina rural es idílico, permite ejercer cambios y motivar a la comunidad, algo que es más difícil en las ciudades”. Así, preguntado por lo mejor y lo peor de su labor, ha resaltado que “lo positivo supera con creces a lo negativo”. Ha concluido explicando que se trata de “una experiencia fantástica” para él. “He trabajado en zonas urbanas y rurales, y no hay nada como la medicina de cercanía que se vive en el medio rural”.


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