Mientras no exista vacuna o tratamiento eficaz, toca aprender a convivir con la Covid-19. España se prepara para adoptar su plan de desconfinamiento. O, como lo llama el Gobierno, la “estrategia de transición a hacia la nueva normalidad”. Será asimétrica y progresiva, lo que significa que la desescalada no se llevará a cabo necesariamente por comunidades autónomas. No sólo criterios epidemiológicos y de salud pública guiarán la decisión. Solo podrán optar aquellos territorios cuyos sistemas sanitarios hayan desarrollado cuatro capacidades estratégicas precisas, según los expertos, para cohabitar con el nuevo coronavirus. 

Las cuatro claves son una asistencia sanitaria reforzada, la vigilancia epidemiológica, la identificación y contención de fuentes de contagio y las medidas de protección colectiva son las herramientas. De momento, sólo son recomendaciones del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) que han sido elevadas a la Presidencia del Gobierno. Pero darán forma al plan que, tal y como informó el ministro de Sanidad en su última comparecencia, se pactará con las comunidades autónomas antes de aprobarse en Consejo de Ministros.

Asistencia sanitaria reforzada

Los expertos no ven razonable basar el control de la epidemia en que un porcentaje suficientemente alto de la población desarrolle inmunidad total o parcial. “Implicaría un número inaceptable de casos y de fallecidos”, reconoce el informe. Las estrategias deben dirigirse, a su juicio, a “reducir el número de casos hasta un nivel asumible” por el sistema. Igual de importante será también evitar que éste se vuelva a desbordar.

Los técnicos son tajantes. “No nos podemos permitir volver a poner al sistema en una situación similar” a la de la primera onda epidémica, dicen. El objetivo, añaden, sería garantizar la asistencia a todos los pacientes (Covid y no Covid) y la protección de los más vulnerables, “minimizando el coste humano, social y económico durante la gestión de la epidemia”.

La primera de las capacidades técnicas pasa, por tanto, por expandir la capacidad asistencial en todos los niveles, asegurando que los propios centros no se convierten en focos de infección. A corto plazo, se trata de garantizar una expansión neta de camas para pacientes agudos y de UCI que no continúe desplazando recursos de tratamiento de no Covid-19 a Covid-19. En siguientes fases será necesario reanudar la asistencia de los pacientes no Covid que no han recibido la atención habitual.

Cómo expandir la capacidad en hospitales

  • Prevención de infecciones intrahospitalarias. Para ello hay que reforzar, dicen los expertos, la implantación de medidas de prevención y control de la infección en todas las áreas y la disponibilidad suficiente de EPIs. Ello se puede complementar, añaden, con la separación de circuitos para pacientes COVID/no-COVID o con el Cribado universal (con PCR) de pacientes antes del ingreso.
  • Disponibilidad de recursos para pacientes agudos y críticos. Para conseguir este objetivo hay que contar con:
    • Disponibilidad inmediata/acceso, en caso de necesidad, del doble de camas de UCIs respecto de la capacidad pre-COVID e identificación de espacios que permitan un incremento de hasta el triple de la capacidad pre-COVID.
    • Disponibilidad inmediata, en caso de necesidad, de alternativas de hospitalización suficientes.
    • Una garantía de reservas de equipos de ventilación mecánica invasiva y otro equipamiento médico necesario, así como de medicación para el tratamiento de pacientes críticos.
  • Consultas de atención al personal sanitario para cribado, diagnóstico y seguimiento y apoyo psicológico.

Cómo expandir la capacidad en Atención Primaria

Según Sánchez, la Atención Primaria tendrá un papel prevalente a partir del desescalado. La expansión de las capacidades en este nivel partirán de la implementación de medidas de prevención y control de la infección y de la disponibilidad de EPIs. Asimismo, debe garantizarse la capacidad de diagnóstico precoz y el aislamiento de los casos de infección por SARSCoV-2.

Ello se puede conseguir, según los expertos, a través de las siguientes opciones:

  • Centros específicos de pacientes sospechosos de COVID.
  • Circuitos separados para la atención presencial de personas con síntomas respiratorios o infecciosos.
  • Reforzar la atención domiciliaria en la medida de lo posible y si las patologías de los pacientes así lo permiten.
  • Dotar de las capacidades para la toma de muestras para el diagnóstico de Covid-19 y los mecanismos logísticos para el traslado de muestras a los laboratorios que permitan obtener resultados en 24h-48h
  • Protocolos de protección de personal de los centros asistenciales.
  • Protocolos de diagnóstico de nuevos casos, aislamiento y seguimiento.
  • Mecanismos de coordinación de los centros de salud con los servicios de salud pública para el trazado de contactos comunitarios de los casos.
  • Protocolos en centros de salud para reforzar la aplicación de las medidas correctas de protección frente al virus (distanciamiento social, etiqueta respiratoria, uso de mascarillas, desinfección del espacio doméstico, etc.).
  • Protocolos en centros de salud para la identificación de los centros sociales en su zona básica de salud , la vigilancia de estos centros y dotarles de apoyo sanitario.

Vigilancia epidemiológica

La transición demandará sistemas de información epidemiológica que proporcionen indicadores diarios para la vigilancia epidemiológica. Para ello, los territorios que comiencen la desescalada deberán garantizar esta capacidad a nivel hospitalario y de Atención Primaria, en coordinación con Salud Pública.

De forma complementaria y, en particular, si no estuvieren garantizados los mecanismos para cumplir con este requisito, “se tomarán las medidas para asegurar, al menos, la transmisión de resultados de PCRs directamente de los laboratorios”, dice el informe.  Además, se consultarán otras fuentes de información que puedan favorecer la identificación precoz de situaciones de riesgo.

Identificación y contención de fuentes de contagio

Esta capacidad incluye:

  • Diagnóstico de todas las personas sintomáticas con PCR u otras pruebas diagnósticas.
  • Aislamiento precoz. Los expertos no creen que sea el momento de renunciar a habilitar capacidad hotelera u otras instalaciones, llegado el caso.
  • Identificación y cuarentena de contactos.
  • Identificación de posibles focos, mediante cribados o técnicas de pooling, en colectivos específicos, como residencias, centros socio-sanitarios o penitenciarías.

Medidas de protección colectiva

Estas capacidades —distancia interpersonal, lavado de manos, higiene, uso de mascarillas…— están en proceso de desarrollo y han sido progresivamente incorporadas a los hábitos y costumbres de la población.