La mutación en el receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR) afecta a alrededor de un 15 por ciento de los pacientes con cáncer de pulmón no microcítico en países occidentales, la cual es mayor en la población asiática. Teniendo en cuenta los avances en el conocimiento molecular de estos tumores, ahora, más allá de catalogar este tipo de cáncer de pulmón por esta mutación EGFR, se va más allá, identificando anomalías en algunos de sus exones. El descubrimiento de las mismas permite contar cada vez con tratamientos más precisos que aportan mas eficacia y menos toxicidad a estos pacientes.

En este contexto, en el marco del Congreso Anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) 2024, se presentaron datos del estudio LAURA. Este evaluó el uso de osimertinib (Tagrisso), desarrollado por AstraZeneca, en determinados subgrupos de pacientes con CPNM no resecable en estadio III con mutación del receptor del EGFR, cuyos tumores presentasen deleción del exón 19 o mutación del exón 21. Así, uno de los brazos del estudio analizó el impacto en estos pacientes tras la quimiorradioterapia al administrar osimertinib en comparación con placebo.

En palabras de Edurne Arriola, jefa de sección de Pulmón en el servicio de Oncología Médica del Hospital del Mar, “el objetivo principal de este estudio era la supervivencia libre de progresión (SLP) y los resultados son claramente positivos con un Hazard Ratio de 0,16, lo que quiere decir que se previene la progresión en el 84 por ciento de los casos a dos años de seguimiento”. “En este periodo, un 65 por ciento de los pacientes de la rama de osimertinib estaba libre de progresión, frente al 13 por ciento de los que recibieron placebo”, detalla. Cabe destacar también que los datos presentados en ASCO 2024 reflejan que la mediana de la SLP fue de 39,1 meses en los pacientes a los que se administró osimertinib frente a los 5,6 meses del grupo de control.

Para Arriola, estos datos son especialmente positivos teniendo en cuenta que “en esta indicación hasta el momento no había resultados previos con osimertinib”. “Además, en este grupo particular con esta mutación la inmunoterapia no ha logrado aportaciones”, especifica. Por ello, inhibidores de EGFR de tercera generación como osimertinib suponen una nueva opción positiva a añadir al arsenal terapéutico de estos pacientes.

Asimismo, se observó un beneficio clínicamente significativo en todos los subgrupos, incluidos sexo, raza, tipo de mutación EGFR, edad, antecedentes de tabaquismo y exposición a quimiorradioterapia previa. “En todos estos grupos sale beneficiada la rama de osimertinib”, subraya Arriola.

Recaídas y toxicidad

Por otra parte, la oncóloga apunta que “a la hora de ver dónde recaen estos pacientes, el cerebro es una localización bastante frecuente”. A este respecto indica que “este tipo de recaída se registró en el 29 por ciento de pacientes que recibieron placebo frente al 8 por ciento de aquellos que recibieron osimertinib”.

Arriola recalca también que teniendo en cuenta que este tratamiento es indefinido y se administra hasta que el paciente progrese, “es importante atender al perfil de toxicidad“. “En este caso, el único riesgo un poco aumentado es la neumonitis o inflamación de los pulmones, que es un efecto que da la radioterapia per se y, aunque se ve en ambas ramas, en la de osimertinib se observa un ligero aumento; luego estarían las diarreas, que son generalmente muy leves, pero como son tratamientos crónicos, pueden ser a largo plazo una molestia para el paciente”, detalla. “Al ser un fármaco que lleva tiempo manejándose en otros grupos de pacientes, tenemos mucha experiencia en el manejo de estos efectos adversos”, aclara.

Con todo esto, Arriola expresa que “la conclusión es que estos datos cambian el estándar de tratamiento y que, una vez se financie y esté disponible, los pacientes con este subtipo de la enfermedad deberían recibir osimertinib”.

Para finalizar, Arriola precisa que existen estudios con los que se pretende optimizar el uso de osimertinib en estos pacientes de cáncer de pulmón. “La única discusión que hubo al respecto es que, al ser la duración indefinida, sería importante ver cuánto tiempo usar este tratamiento; al estar estipulado como un tratamiento de por vida, se ha de estudiar si se puede desescalar y hay estudios en marcha para ver si hay alguna herramienta que permita interrumpirlo en los pacientes cuando se vea que se cumplen objetivos”, concluye la especialista.


También te puede interesar…