J. V. Valencia | viernes, 18 de noviembre de 2016 h |

¿Cómo de importante es la RM en el diagnóstico precoz de la EM?, ¿y la de los estudios observacionales?, ¿cuál es el grado de cumplimiento terapéutico de los pacientes que están con inyectables? La jornada ‘EM: De la evidencia a la experiencia’, celebrada previamente a la reunión de la SEN en Alcalá de Henares, sirvió de marco para dar respuesta a estas y otras cuestiones.

Así, la neuróloga Celia Oreja-Guevara explica que en dicho encuentro se incidió en que la RM es de utilidad siempre y cuando se realice siguiendo las secuencias y parámetros adecuados. Además, la resonancia basal tiene valor predictivo, lo que permite conocer la evolución de los pacientes.

También se puso en valor el observar el grado de atrofia en la RM. “Actualmente, la utilizamos más para estudios o investigación, pero más adelante podremos emplear la atrofia para la práctica clínica diaria. Por ello, sería importante no solo contar con factores como el número de brotes, la discapacidad y las lesiones en resonancia, sino saber el volumen cerebral que el paciente pierde cada año”, precisó.

Datos a largo plazo

En relación con los estudios observacionales, la experta afirmó que estos tienen sus limitaciones, pero son muy útiles para conocer la eficacia y seguridad de un fármaco a largo plazo.

“Gracias a estudios a 10 o 15 años, podemos confirmar que los inyectables que tenemos de primera línea y que llevan en el mercado 15 o 20 años son seguros a largo plazo y no tienen efectos secundarios graves, irreversibles o no tratables”, especificó la facultativa, al tiempo que añadió que estos también permiten obtener más datos sobre su perfil de tolerabilidad y eficacia. “Cuando empezamos a administrar un fármaco, nos interesa saber si lo podremos utilizar durante mucho tiempo y si con el transcurso del tiempo este seguirá siendo eficaz”, indicó.

Para concluir, Oreja-Guevara señaló que antes de prescribir un tratamiento a un paciente, es necesario contar con su opinión porque este gesto favorece la adhesión y en ese punto hizo alusión al estudio de fase III Reflex de dos años de duración en el que se demuestra que interferón beta-1a retrasa significativamente la conversión a EM en pacientes con un primer episodio clínico.