El tratamiento de los pacientes con cáncer ha experimentado grandes avances en los últimos años. U no de estos ha sido la llamada medicina de precisión. Sin embargo, aunque está llamada a ser una revolución, hoy en día todavía es un enfoque emergente en algunos campos. La oncología pediátrica presenta diversos retos, principalmente derivados de las escasas dianas terapéuticas para tumores en niños que se han descubierto hasta la actualidad.

Para poder aplicar esta medicina de precisión se necesita tener en cuenta la variabilidad individual de los genes, el ambiente y el estilo de vida de cada paciente. La medicina de precisión implica la realización de perfiles genómicos detallados de los tumores, en este caso de los tumores pediátricos. Esto conlleva analizar las alteraciones genéticas específicas en el ADN del tumor para identificar mutaciones, fusiones génicas u otras anomalías genómicas que podrían ser susceptibles a tratamientos dirigidos.

En este sentido, como explica a Gaceta Médica Luis Madero, jefe del Servicio de Oncohematología y Trasplante del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, “se han hallado muy pocas alteraciones o dianas específicas en cáncer infantil. Aunque, en las que sí hay, no hay ninguna duda, es la mejor opción que tienen”. El experto señala que “algunas de las dianas que existen son la alteración genética ALK para el neuroblastoma o el BRAF para el astrocitoma de bajo grado. En los casos en los que no hay opciones de dianas específicas, tanto en oncología médica como en oncología pediátrica, se han buscado otras alteraciones para las cuales haya otros fármacos, como inhibidores de tirosina quinasa”.

Tratamientos dirigidos

Con base en la información genómica, se pueden identificar terapias dirigidas diseñadas para actuar sobre las alteraciones específicas encontradas en el tumor. Estas terapias están diseñadas para ser más efectivas y específicas, minimizando los efectos secundarios en comparación con tratamientos convencionales. Como para cualquier tratamiento farmacológico es necesario llevar a cabo ensayos clínicos, sin embargo, dado que los cánceres pediátricos son menos comunes que los cánceres en adultos, la medicina de precisión en este ámbito a menudo implica una colaboración estrecha entre investigadores, oncólogos pediátricos, genetistas y expertos en desarrollo de fármacos.

Luis Madero, jefe del Servicio de Oncohematología y Trasplante del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid.

“Lo primero que se hace es un estudio preclínico en fase I, luego la fase II generalmente se realiza en tumores sólidos de adultos como cáncer de mama, cáncer de pulmón, adenocarcinoma de próstata etc., es decir, en patología que solo afecta a adultos”, explica Madero. “Una vez detectada una alteración en estos tumores de adultos es cuando se prueba en otras patologías infantiles para comprobar si también es efectiva. Es esto lo que ha abierto la posibilidad de que haya bastantes ensayos clínicos que lleven a que fármacos diana se puedan utilizar en enfermedades pediátricas”, añade.

Biomarcadores limitados

No obstante, la detección de biomarcadores oncológicos en población infantil es limitada debido a diversos factores. Por un lado, la patología oncológica pediátrica es significativamente menos frecuente que la de adultos, lo que conlleva a una menor investigación y a un menor número de biomarcadores específicos detectados. Además, tal y como apunta el especialista, “la industria farmacéutica busca indicaciones de patologías muy prevalentes. La cuestión es que muchos de los niños con tumores se curan en el 80 por ciento de los casos, con lo cual, teniendo una terapia convencional no ‘necesitan’ más y la industria generalmente no apuesta por ello”.

Además, otra complejidad a la que se enfrentan en este campo es que estas terapias necesitan que la carga mutacional sea elevada y, en el caso de los tumores pediátricos congénitos, que son un gran porcentaje, no es así. “Cabe destacar que muchos de los pacientes infantiles presentan lo que se llaman tumores fríos, es decir, tienen muy poca cantidad de linfocitos infiltrantes dentro del propio tumor y eso puede condicionar que la respuesta a estos tratamientos no sea tan favorable”, apunta el oncólogo.

Cuestiones que se deben plantear

El reciente estudio, publicado en la revista JCO Precision Oncology, ‘Precision Medicine for Childhood Cancer: Current Limitations and Future Perspectives’ señala las limitaciones actuales de implementación de la medicina de precisión en la oncología pediátrica.

La publicación destaca que es necesario agrupar los grandes conjuntos de datos existentes y realizar análisis estandarizados. Destaca iniciativas como el proyecto europeo ITCC Big Data 23 y el Pediatric Cancer Data Commons de la Universidad de Chicago que ya están dando pasos para lograr la estandarización internacional en el procesamiento y análisis de datos clínicos y moleculares. Por otro lado, también apunta a la importancia de desarrollar un consenso internacional, sobre la base de datos empíricos, sobre las definiciones de aplicabilidad que se utilizarán en todos los conjuntos de datos.

Los informes de resultados deben estandarizarse y convertirse en rutinarios para permitir comparaciones significativas entre grupos de pacientes. Además, se debe acordar cuáles son las tecnologías más precisas, eficientes y rentables que se aplicarán de manera rutinaria.

En la misma línea, el estudio plantea que los informes de resultados también deben estandarizarse y convertirse en rutinarios para permitir comparaciones significativas entre grupos de pacientes. Además, se debe acordar cuáles son las tecnologías más precisas, eficientes y rentables que se aplicarán de manera rutinaria. Por último, el documento indica que existe una necesidad urgente de desarrollar diseños de ensayos clínicos capaces de evaluar de manera sólida el valor agregado, incluido el impacto en la supervivencia, de las terapias de medicina de precisión para niños en toda la gama de anomalías moleculares y cánceres infantiles. Además, el propio estudio afirma que “dada la rareza de muchas alteraciones moleculares y la probabilidad de que la respuesta a los agentes dirigidos pueda variar según el tipo de tumor específico, estos ensayos requerirán una amplia colaboración”.

Punto actual de la investigación

A pesar de la complejidad que representa la búsqueda de biomarcadores específicos en oncología, especialmente en el ámbito de la oncología pediátrica, actualmente la investigación está abierta a todos los tumores en otros aspectos. “Muchos de los ensayos pediátricos se están llevando a cabo en todos los tipos de cánceres, pero el foco no está en encontrar mutaciones específicas. Por ejemplo, en el caso de los fibrosarcomas congénitos infantiles se ha encontrado el mecanismo de acción. Es decir, todos los tumores que tengan en común esta misma vía pueden beneficiarse, en este caso, de inhibidores NTRK”, explica Madero, que aclara que “estos fármacos se aprueban no por tener un biomarcador específico, sino porque se dirigen al mecanismo de acción”.


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