A finales de enero, Astellas anunciaba que está disponible en España enfortumab vedotina (PADCEV) en monoterapia para el tratamiento de pacientes adultos con carcinoma urotelial localmente avanzado o metastásico que hayan recibido previamente quimioterapia basada en platino y un inhibidor de PD1 o PD-L1. Se trata de la primera indicación disponible en territorio nacional para este fármaco y su aprobación está respaldada por los datos del ensayo global de Fase 3 EV-301, que demostró beneficio en la supervivencia global (SG) y en la supervivencia libre de progresión (SLP) en comparación con quimioterapia. En este sentido, Aránzazu González del Alba, presidenta del Grupo Español de Oncología Genitourinaria (SOGUG) y coordinadora de la Unidad de Tumores Genitourinarios en el Hospital Puerta de Hierro señala que “al comparar este medicamento con quimioterapia convencional, se ha demostrado un retraso en la progresión de la enfermedad y una mejora significativa en supervivencia global”.

González del Alba explica que estos avances están suponiendo un cambio de paradigma en el manejo de los pacientes con cáncer de vejiga incluidos en esta indicación. “La llegada de la inmunoterapia hace seis años, después de décadas tratando a los pacientes con quimioterapia convencional con resultados muy pobres de expectativa de vida a largo plazo, supuso una primera revolución al conseguir mejoría en la supervivencia con respuestas muy duraderas en un grupo de pacientes”, precisa. “Ahora la irrupción de EV supone una segunda revolución terapéutica para el cáncer de vejiga avanzado.”, apunta.

En concreto, respecto a enfortumab vedotina, González del Alba indica que se trata de “un tratamiento dirigido o de precisión, que actúa sobre una molécula diana que expresan las células tumorales y supone una nueva revolución en el manejo del cáncer de vejiga y de vías urinarias metastásico, un tipo de tumor con un pronóstico sombrío”.

Manejo y monitorización

Respecto al mecanismo de acción de enfortumab vedotina, González del Alba desarrolla que “es un medicamento que conjuga un anticuerpo unido químicamente a un quimioterápico que actúa sobre los microtúbulos“; es decir, combina la terapia dirigida y la quimioterapia. “El anticuerpo va dirigido a una proteína diana denominada Nectina-4 (que está expresada en la superficie de la mayoría de las células del cáncer de vejiga) y su unión química al quimioterápico facilita la entrada del medicamento dentro de la célula tumoral liberando altas cantidades que impiden el crecimiento de la célula tumoral y facilitando la destrucción de la misma”, añade. Respecto a su administración, González del Alba especifica que “es intravenosa y se ajusta al peso del paciente”.

La llegada de esta nueva opción supone una revolución terapéutica en el manejo de estos tumores

En cuanto al perfil de seguridad, la oncóloga expone que “se trata de una quimioterapia mejorada pero no exenta de efectos secundarios que, si bien son manejables, requieren amplia experiencia y conocimiento por el oncólogo médico”. Entre ellos se encuentran algunos asociados a otros tratamientos de quimioterapia como la caída del cabello, cambios en el sabor, pérdida de apetito, náuseas, diarrea o síntomas dermatológicos como sequedad, picazón o erupciones, que en la mayoría de los casos son leves, pero como apunta la especialista “podrían ser graves en una minoría de casos si no se manejan adecuadamente”. “La alteración de los nervios periféricos se manifiesta en forma de hormigueo en manos y /o pies y es otro efecto importante que requiere manejo y ajuste de dosis en algunos casos, incluso puede no desaparecer del todo y limitar al paciente si no se toman medidas proactivas; la disminución en las cifras de glóbulos blancos (neutropenia) y rojos (anemia) requiere también un manejo adecuado por el oncólogo pues puede derivar en mayor cansancio y susceptibilidad a infecciones. También podría producir en algunos pacientes incremento de los niveles de glucosa en sangre (hiperglicemia)”, añade.

En definitiva, González del Alba incide en que “la monitorización estrecha y la actuación temprana por el oncólogo médico es clave para mantener la eficacia y garantizar la seguridad del medicamento”.

Combinaciones y estudios en marcha

Los resultados presentados durante la última edición del congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) del estudio EV-302, en el que se evalúa enfortumab vedotina en combinación con pembrolizumab en cáncer de vejiga metastásico provocaron el aplauso de los oncólogos presentes en la sala. Y es que, como expresa Del Alba, “supone el mayor avance conseguido en décadas en el tratamiento del cáncer de vejiga metastásico desde la llegada de la quimioterapia con platinos y es la primera vez que un tratamiento aumenta la supervivencia comparado con la quimioterapia basada en platino en pacientes no tratados previamente”.

Concretamente, en este estudio se mostró como expone la especialista que “la combinación de EV con inmunoterapia basada en pembrolizumab duplica la supervivencia global comparado con la quimioterapia con platinos que ha sido el tratamiento estándar desde los años 90 en esta enfermedad”. “La mediana de supervivencia global fue de 31 meses con la combinación frente a 16 meses con la quimioterapia; además uno de cada 3 pacientes tratados con la combinación tuvieron una respuesta completa del tumor y un 40 por ciento de los pacientes que respondieron seguían manteniendo la respuesta 30 meses después de iniciarse el tratamiento” agrega.

Precisamente, como pone de relieve González del Alba, “son los datos excepcionales de tasa de respuesta con la combinación de enfortumab vedotina e inmunoterapia los que invitan a ampliar su investigación a la enfermedad localizada, en el tratamiento perioperatorio de la enfermedad musculo-invasiva con resultados prometedores; también se está estudiando este fármaco en la enfermedad no infiltrante, así como en la enfermedad avanzada se están explorando combinaciones del fármaco con diferentes agentes”. Asimismo, subraya que “en otros tumores como cáncer de mama, cáncer de pulmón, tumores de cabeza y cuello o cáncer gástrico entre otros, también se está evaluando la actividad del fármaco”.

Necesidades no cubiertas

Pese al gran avance que supone la llegada de enfortumab vedotina, hay escenarios en los que urge la llegada de avances que mejoren su situación. Por ejemplo, como expresa González del Alba, “en enfermedad metastásica estamos logrando la cronificación, pero aún tenemos que mejorar más el impacto de los tratamientos en la calidad de vida del paciente”.

Por otra parte, apunta que “en cáncer de vejiga infiltrante localizado sigue siendo un reto la implantación en todos los centros del tratamiento neoadyuvante (hoy por hoy con quimioterapia) previo a la cistectomía radical, que es la opción que mayor impacto en supervivencia ha demostrado; sin embargo, numerosos pacientes siguen sin tener la opción de este abordaje para su enfermedad”.
En el caso de la enfermedad localizada resalta que “el principal reto está en establecer estrategias de curación que eviten una cirugía tan mutilante como es la cistectomía radical que a menudo rechazan los pacientes; en esta línea el tratamiento con radioterapia y quimioterapia consigue buenos resultados en un grupo muy seleccionado de pacientes y se está investigando el papel de la inmunoterapia y nuevos fármacos con la idea de mejorar la respuesta y así poder preservar la vejiga”.

A niveles generales concluye que en este tipo de cáncer “el abordaje multidisciplinar y la coordinación de todos los especialistas implicados en el tratamiento es clave desde el diagnóstico de tal manera que en los centros donde hay mayor colaboración y coordinación entre especialistas es posible obtener mejores resultados”.


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