C.M.L Madrid | viernes, 23 de mayo de 2014 h |

La implantación de la figura del farmacéutico clínico en los diferentes servicios hospitalarios ha supuesto todo un éxito tanto en la práctica clínica, como en los procesos asistenciales.

Es el caso de los servicios de Urgencias, la Unidad de Medicina Intensiva (UMI) y el servicio de Reanimación del Hospital Universitario de Gran Canaria Dr. Negrín, donde las diferentes áreas han visto aumentada la eficacia y seguridad en el uso de medicamentos, hecho que cobra mayor relevancia, teniendo en cuenta que estos servicios tienen un elevado número de pacientes de alto riesgo.

Según la consejería de Sanidad de Canarias, el centro hospitalario fue pionero en España en la implantación de este modelo de asistencia en el que el farmacéutico forma parte del equipo responsable del paciente, trabajando conjuntamente con médicos y enfermeros. Se trata de una apuesta de práctica farmacéutica más cercana al paciente, que contribuye a una utilización óptima de los medicamentos y a obtener los mejores resultados terapéuticos.

De este modo, el farmacéutico clínico se implica en aspectos como la selección, junto con el médico, de la medicación más apropiada a las condiciones clínicas del paciente, la resolución de consultas sobre la preparación y administración de fármacos, las recomendaciones en el manejo de medicamentos con alto riesgo de provocar efectos adversos y la entrevista clínica a los pacientes con el fin de recopilar información sobre los tratamientos para pacientes crónicos, de tal manera que controla la medicación que el paciente venía tomando previamente al ingreso hospitalario.

El modelo asistencial

En este sentido, este profesional está integrado y forma parte del equipo multidisciplinar de cada área, asiste a las sesiones clínicas y es un miembro importante del equipo por su aportación tanto en actuaciones propias como en respuesta a las consultas que recibe.

De este modo,este servicio de Farmacia “apuesta por un modelo de práctica farmacéutica más cercana al paciente, que contribuya a una utilización óptima de los medicamentos a pie de cama, y no sólo restringida a la mera dispensación”, comenta su responsable, Rafael Molero.

La peculiaridad del manejo de estas unidades es que el modelo se basa en la automatización de los procesos de almacenamiento, prescripción y dispensación que permiten la migración de los farmacéuticos desde la farmacia a las unidades clínicas. Por tanto, para Molero “sin la implantación de las nuevas tecnologías y sin la automatización, la figura de este profesional no hubiera sido posible”.

Esta fórmula, que se ha ido implantada de forma progresiva desde el año 2008, es llevado a cabo por ocho farmacéuticos clínicos que desarrollan su actividad, además, recientemente han comenzado a integrarse en las Unidades de Hospitalización de Medicina Interna, Neurología, Cirugía y Onco-hematología. Durante la primera parte del día, el profesional dedica su jornada laboral a hacer la ronda asistencial, hablar con los pacientes y con los otros profesionales. En este sentido, Molero advierte de que el farmacéutico clínico “no se desliga nunca de su labor, siempre prioritaria”.

Ámbito de actuación

El servicio de Farmacia organiza su estructura diaria manteniendo a los farmacéuticos clínicos que trabajan en la unidad asistencial con el resto de profesionales sanitarios: médicos y enfermeros, y a pie de cama del paciente. En estos años de experiencia en el hospital, Molero asegura que han visto cumplido el objetivo de mejorar la eficacia y seguridad en el uso de los medicamentos realizando recomendaciones farmacoterapéuticas al personal sanitario de manera activa o en respuesta a las consultas solicitadas por médicos, enfermeros y pacientes, allá donde se utilizan los medicamentos.

Por su parte, Moisés Pérez, farmacéutico clínico del hospital, asegura que también realiza asesoramiento nutricional, monitorización de niveles de fármacos en sangre (como lo son los antibióticos), tramitación y adquisición de fármacos poco comunes o en la incorporación de nuevos fármacos al arsenal terapéutico de la unidad. Además, pretende mejorar la seguridad del paciente mediante el control de las alergias y las intolerancias que puedan presentarse, las interacciones de medicamentos que sean clínicamente significativas, así como el manejo de los posibles eventos adversos por medicamentos.

Actividad asistencial

Durante el último año, los farmacéuticos clínicos realizaron 4.513 recomendaciones farmacoterapéuticas con el fin de obtener el máximo nivel de eficacia y seguridad en el uso de los medicamentos. Revisando la medicación de 8.363 pacientes y registrando 229 reacciones adversas y 70 errores.

Sin embargo, gracias a la introducción de esta figura, los expertos garantizan que con las intervenciones de inicio de tratamiento realizadas por un farmacéutico clínico en las diferentes áreas, es posible aumentar “la adherencia a las guías de práctica clínica con un alto grado de recomendación y evidencia y reducción teórica de la morbimortalidad asociada”, comenta Pérez.

La implicación de la dirección médica y servicios clínicos en el desarrollo del proyecto de este profesional ha facilitado la expansión de este novedoso modelo hasta un total de nueve unidades clínicas en la actualidad. Aunque esta experiencia es pionera en España, en Estados Unidos se desarrolla habitualmente. “La única diferencia con nosotros es que en los centros americanos existen al menos 30 farmacéuticos clínicos, y otros tantos que desarrollan su trabajo habitual del servicio”, comenta Molero. A modo de ejemplo, Moisés destaca que la aportación del farmacéutico clínico a la actividad de un servicio de las características y peculiaridades del servicio de Urgencias ha supuesto una mejora importante y un apoyo al personal de un área donde constantemente se están tomando decisiones marcadas por la importancia de la rapidez de la reacción ante los procesos de los pacientes, en su mayoría, son pacientes agudos y que carecen de la continuidad de los ya ingresados. En este sentido, la seguridad mediante el control de las diversas reacciones adversas que puedan presentarse es fundamental. Por ejemplo, Molero destaca la importancia de la monitorización de fármacos de estrecho margen terapéutico o de niveles de antibióticos, ya que ayuda en la tramitación de fármacos poco comunes o de uso compasivo o en la incorporación de nuevos fármacos al arsenal terapéutico de la unidad y en la elaboración de protocolos en los distintos tratamientos.