| lunes, 19 de julio de 2010 h |

Dr. Bartolomé Beltrán, director de Prevención y Servicios Médicos del Grupo Antena3

Estaría bien que el Colegio de Médicos de Bilbao se pusiera de acuerdo con la Consejería de Sanidad del Gobierno Vasco a fin de que su pronunciamiento en contra del modo en que se han llevado a cabo determinados cambios en la prescripción de los pacientes se convierta en una forma de actuar que no se entrometa en las historias clínicas de los pacientes sin autorización. Porque en la prescripción de los pacientes, a fin de sustituir medicamentos de marca por genéricos ha generado el que se haya entrado en las historias clínicas de los pacientes sin autorización. Las tecnologías, como las cuentas de los bancos cuando te devuelven un recibo, son insolidarias con la ética filosófica que debe prevalecer ante las innovaciones informáticas. Me lo tomo como un asunto menor puesto que colegio y Gobierno vasco no deben hacer de este tema una cuestión de litigio.

Hablando de terapéuticas, todo parece indicar que individualizar el tratamiento es algo que nos pone sobre la mesa la biología molecular. Especialidades como la Psiquiatría, Oncología y Cardiología se van a ver beneficiadas por esta nueva dimensión de las ventajas farmacogenéticas. En ese sentido fue dispensado el curso de la Universidad Complutense de Madrid “Integración de la Biología Molecular en la Práctica Clínica: la nueva era de la medicina personalizada. Mi amigo y admirado Miguel Pocoví, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular y celular de la Universidad de Zaragoza, dirigió el evento con la misma ilusión que le gustan los amaneceres de nuestra tierra. El mallorquín, y aragonés de adopción, aseguró que “ya se puede demostrar que las enfermedades cardiacas, el cáncer de mama y la enfermedad de Alzheimer entre otras, disponen de herramientas para identificar la base genética patológica”. Resultó de interés alguna aportación a la urgencia como consecuencia de reacciones adversas a fármacos. Según matizó el catedrático de Farmacología Julio Benítez, como me gusta decir, de la Universidad de Extremadura, “la farmacogenética podría reducir al menos un tercio del total el número de ingresos y muertes por este problema”. Que, por cierto, no es un asunto menor puesto que cada año fallecen 14.000 personas como consecuencia de reacciones adversas a fármacos.

No se quedan atrás los vasculares en eso de conocer nuevas dimensiones de la genética. Así lo indica un estudio de la revista Nature Genetics, que refleja el hallazgo de una segunda variante genética ligada al riesgo de aneurisma de la aorta abdominal. Esta patología se asocia al tromboembolismo pulmonar. Algunos estudios consideran que un 70 por ciento de los casos de aneurisma de aorta abdominal son hereditarios y que aumenta la incidencia en familiares de primer grado. En el estudio han participado Francisco España, de la Fe de Valencia, Javier Corral y Vicente Vicente, de Murcia, y Jordi Fontcuberta del Hospital de San Pau de Barcelona. Enhorabuena por este trabajo en el que ha participado el Instituto Carlos III.

Me alegra mucho que en el ámbito oncológico aparezcan expertos tan adentrados en el conocimiento más vanguardista de la especialidad, como es el caso del propio presidente de la disciplina Emilio Alba, que trabaja en Málaga, y mi nuevo descubrimiento, el doctor Luis Paz-Ares, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Sevilla y del Hospital Universitario Virgen del Rocío. El otro día me dio una clase de cáncer de pulmón en presencia de Mace Rothenberg, vicepresidente de Desarrollo Clínico y Asuntos Médicos de la Unidad de Oncología de Pfizer.

No quisimos perder la oportunidad de preguntarles por el cáncer de pulmón, el más frecuente en hombres y el segundo en el ámbito femenino. Me dijo el doctor Paz-Ares que cada año se mueren en el mundo 1.200.000 personas debido a este proceso. Así, pues, me interesé por los prometedores resultados que contaron sobre este cáncer en el último Congreso de la Sociedad Americana de Oncología (ASCO). Allí se dieron a conocer los datos resultantes de un estudio en fases I/II que ha evaluado la eficacia de crizotinib en pacientes con cáncer de pulmón no microcítico, el tipo más común y extendido de cáncer de pulmón.