EP Madrid | jueves, 29 de octubre de 2015 h |

La Conselleria de Salud de Cataluña trabaja en un protocolo de emergencia para atender a niños con ictus, una enfermedad aguda provocada por una alteración de la circulación de la sangre en el cerebro que sufren uno de cada 10.000 niños y afecta a entre dos y cinco por cada 10.000 bebés que nacen al año.

El jefe del Servicio de Neuropediatría del Hospital Sant Joan de Déu, Jaume Campistol; el conseller de Salud en funciones, Boi Ruiz, y el director del Plan Director de la Enfermedad Vascular Cerebral, Miquel Gallofré, han presentado este jueves en rueda de prensa el balance del Codi Ictus (CI) para adultos, que se puso en marcha hace una década en Catalunya.

El protocolo para niños, que busca identificar, trasladar y atender lo antes posible a los afectados a los hospitales más adecuados, tendrá como centros de referencia el Vall d’Hebron y el Sant Joan de Déu, si bien falta definir el “rol que deben jugar” los hospitales provinciales y acabar de determinar la red, que estará operativa en mayo de 2016, según Gallofré.

El programa, que es pionero en España, se concretará en un grupo de trabajo con hospitales líderes en el tratamiento de niños con ictus para intentar “mejorar el diagnóstico, buscar nuevas opciones terapéuticas, realizar proyectos de investigación y mejorar en conjunto la asistencia” de los pacientes, ha afirmado Campistol.

En Catalunya cada año se diagnostican unos 40 niños con esta patología que es “poco frecuente pero existe”, ha sostenido Gallofré, y cerca de 900 viven con una discapacidad a consecuencia del ictus, que está entre las diez primeras causas de muerte en niños.

Según un estudio realizado a 124 niños en nueve hospitales de Estados Unidos, solo el 26 por ciento con posibles síntomas de ictus padecía esta enfermedad y el resto correspondía a migrañas, encefalitis y traumatismos, entre otros, ha remarcado Campistol.

“No todo niño que deja de mover el brazo tendrá un ictus”, ha querido tranquilizar el neuropediatra, y ha detallado otros posibles síntomas como que el niño deje de hablar con normalidad y que esté decaído.

El abordaje del ictus infantil es más complicado que el adulto: su diagnóstico es más difícil de realizar porque los niños “no refieren tanto como los adultos”, y porque no está demostrada la efectividad del tratamiento con fármacos trombolíticos en niños, entre otros.

Desde que se desplegó en 2006, el Código Ictus (CI) ha evitado un total de 1.700 muertes y se han ganado 16.433 años de vida, según Gallofré, quien ha cifrado en 6.000 los códigos que se activan cada año —según datos de 2015— lo que triplica el número de personas que reciben tratamientos.

Este protocolo se ha desplegado en 14 hospitales de referencia y 12 de comarcales que están equipados con el llamado ‘teleictus’ —que permite asistir a los pacientes a través de videoconferencias— en todo el territorio, que cuenta con una red de derivaciones a través del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) para reducir el tiempo entre el ictus y el tratamiento.