En España las mujeres fallecen un ocho por ciento más por enfermedades cardiovasculares que los hombres y presentan el doble de riesgo de morir por infarto. Además, se estima que más del 25 por ciento sufrirán un episodio de depresión mayor a lo largo de su vida, una cifra que supera significativamente al 12 por ciento de los hombres que se considera que la padecerán. Por otro lado, tras la vacunación por Covid más del 70 por ciento de mujeres han presentado cambios en su menstruación. Estos son sólo algunos de los ejemplos en los que la salud de la mujer se ve afectada por la infrarrepresentación, el infradiagnóstico y las desigualdades de género en la investigación.

Este y otros temas han sido abordados en la mesa del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) bajo el título “#Mujeres: diferenciarnos en investigación para igualarnos en salud”, que se ha celebrado en el contexto del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. El eje central ha sido reivindicar una investigación biomédica con perspectiva de género que promueva la equidad en la salud de la mujer.

Durante la mesa se ha defendido la importancia de incorporar perspectiva de género en la investigación para promover la igualdad en salud. Para abordar esta problemática han señalado que es crucial promover la sensibilidad de género en todas las etapas del proceso de investigación, lo que implica incluir ambos sexos en los estudios, analizar los datos por género y considerar las diferencias de género en la interpretación de los resultados.

Mesa redonda con las investigadoras/@mambru_foto
Mesa redonda con las investigadoras / Créditos: @mambru_foto

Enfermedades cardiovasculares

Los problemas vasculares afectan significativamente a las mujeres y se estima que cada año fallecen por esta causa más de 60.000 mujeres. A pesar de estos datos “sólo el 37 % de los pacientes que se incluyen en los ensayos clínicos son mujeres”, ha señalado Candelas Pérez del Villar Moro, investigadora del área de Enfermedades Cardiovasculares del CIBER (CIBERCV), cardióloga en el Hospital Universitario de Salamanca y secretaria científica del IBSAL. “Es vital trasladar las medidas de promoción de la salud a la sociedad y decírselas a las mujeres, esto es lo que más impacto puede tener”, ha señalado.

De acuerdo con las premisas de este debate, las mujeres se sienten erróneamente “protegidas” cardiovascularmente y el hecho de que dediquen más tiempo a los cuidados de los demás está provocando que acudan con menos frecuencia al médico, lo que conlleva que se realicen menos pruebas y que participen menos en los estudios científicos.

“La sociedad tiene un marcado orden de género y si no introducimos esta lectura en los estudios de salud, estamos dando resultados incorrectos, no sólo para las mujeres sino también para los hombres”, ha apuntado Lucía Artazcoz, investigadora, del área de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y de la Agencia Salut Pública Barcelona. Esta experta ha explicado como en su disciplina se ha ido aprendiendo a incorporar la perspectiva de género desde 1999. “Hasta esa fecha únicamente se abordaba desde la mejora de la salud sexual y reproductiva. Ahora mismo el tema se ha hecho más complejo, pero somos capaces de entender mejor la realidad, porque no es lo mismo una mujer pobre o inmigrada que una con nivel adquisitivo mayor. Hay que introducir más variables, además del género”, ha añadido.  

Salud mental

Otro de los ámbitos de investigación que debería analizarse con perspectiva de género es el de la salud mental. En la mesa se ha puesto sobre la mesa el impacto de las diferencias por sexo en la prevalencia y presentación de trastornos mentales en las mujeres, la disparidad entre la cantidad de datos disponibles sobre psicofarmacología basados en hombres y la mayor frecuencia de tratamiento en mujeres.

“Cuando nos ponemos a pensar en los determinantes en salud mental, siempre pensamos en las hormonas, pero no sabemos muy bien cuál es el papel de las hormonas en la evolución de los problemas neuropsiquiátricos. Falta mucho estudio en este sentido”, ha destacado Carmen Moreno, investigadora del área de Salud Mental (CIBERSAM) y médica del Hospital Gregorio Marañón. “En los manuales, a veces se representan sólo los comportamientos de chicos porque se han validado únicamente en poblaciones de chicos. Se debe avanzar en medicina personalizada a la hora de entender la enfermedad y su tratamiento. No sólo entre hombres y mujeres, cada mujer también es muy diferente” ha indicado la psiquiatra.

“En los manuales, a veces se representan sólo los comportamientos de chicos porque se han validado únicamente en poblaciones de chicos. Se debe avanzar en medicina personalizada a la hora de entender la enfermedad y su tratamiento”

Carmen Moreno, investigadora del área de Salud Mental (CIBERSAM) y médica del Hospital Gregorio Marañón

Diferencias metabólicas

Asimismo, también se ha abordado cómo el sexo puede influir en la respuesta al tratamiento y el desarrollo de complicaciones en la diabetes tipo 1. “La mujer con diabetes tipo 1 tiene un 37 por ciento más de morbimortalidad cardiovascular que el hombre, lo que contrasta con la infrarrepresentación que tienen las mujeres en los ensayos clínicos”, ha manifestado Lía Nattero, investigadora del área CIBER de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM).

La investigadora del CIBERDEM ha defendido la importancia de investigar más sobre la manera en que el ciclo menstrual afecta el control de la glucosa y cómo estas diferencias pueden aprovecharse para desarrollar tecnologías más efectivas en el manejo de la diabetes tipo 1. “La tecnología en diabetes es cada vez más importante, pero se debe tener en cuenta la ciclicidad de la mujer a la hora de mejorar los algoritmos de control”, ha añadido Nattero.

Por último, Elvira Casado investigadora del CIBERFES (área de Fragilidad y Envejecimiento Saludable) en el Instituto de Salud Carlos III (Investén-ISCIII) ha expresado que “la falta de incorporación de la perspectiva de género en la investigación científica contribuye a continuar con los estereotipos de género y a la ignorancia de las diferencias de género en los resultados de investigación”.


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