(De izda. a dcha.) Víctor Pérez Solá, presidente de la SEPB; Ana González-Pinto, presidenta de la FEPSM; y Celso Arango, Presidente de la SEP.

Sensibilizar contra el estigma asociado a la enfermedad mental supone un elemento fundamental en el engranaje del que se compone, con un importante peso asociado en su diagnóstico y tratamiento. Precisamente este aspecto se ha puesto de relieve en el marco de un seminario para medios de comunicación organizado por las sociedades españolas de Psiquiatría (SEP), Psiquiatría Biológica (SEPB) y la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM), en colaboración con Janssen. “Es necesario poner fin al estigma que acompaña a estas enfermedades, no se puede culpabilizar a alguien por tener una enfermedad, es algo muy cruel”, ha apuntado Celso Arango presidente de la SEP.

En opinión del experto, la mejor forma de reducir el estigma es empezar por el autoestigma. “Los profesionales sanitarios somos los primeros que lo tenemos”, ha señalado. “Tenemos que trabajar conjuntamente con los medios de comunicación para difundir una información veraz y de calidad que evite creencias erróneas y discriminatorias para con estos pacientes”, ha añadido Arango.

Una de las poblaciones mas vulnerables durante la pandemia ha sido la de los profesionales sanitarios que han estado en primera línea. Hasta un 40 por ciento de estos profesionales han mostrado síntomas de ansiedad, un 30 por ciento depresión y un 20 por ciento estrés post traumático. “Es fundamental tratarlos, cuidarlos con mecanismos de atención temprana que detecten el problema y nos permitan atajarlo de manera eficiente lo antes posible”, indica el presidente de la SEP.

Además, el psiquiatra ha aludido al uso peyorativo del trastorno mental como herramienta arrojadiza en los medios, algo que no ocurre con otras dolencias en las que la única connotación negativa es el hecho de que se padece la enfermedad. “Eso en salud mental va calando y cuando se lee hace mucho daño”, ha explicado el presidente de la SEP. Por ello, el principal debe es el de “normalizar frente a la sociedad este tipo de patologías y que la población vea que cualquiera podemos tener uno de estos trastornos”.

“Hay que normalizar frente a la sociedad este tipo de patologías y que la población vea que cualquiera podemos tener uno de estos trastornos”

Celso Arango, presidente de la SEP

Otro de los aspectos que preocupan a los expertos está relacionado con cómo el estigma y la vergüenza que sufren estos pacientes puede llegar a impedir que accedan a la asistencia y a los tratamientos que necesitan. Este aspecto ha trascendido en el colectivo sanitario, llegándose a tener que crear circuitos en otros hospitales y de forma anónima para su atención por problemas de salud mental en contexto COVID-19, tal y como ha narrado Víctor Pérez Solá, presidente de la SEPB.

Más conocimiento y más recursos

En este punto, y en un nivel más general, existen dos factores a tener en cuenta; por un lado, “el no reconocer la enfermedad, tanto por parte del paciente como de su entorno y por tanto no tratarla”, ha señalado Arango. Por otro, según explica Ana González-Pinto, presidenta de la FEPSM, “la falta de profesionales en la sanidad pública contribuye a que la atención a estos pacientes se retrase”.

“La falta de profesionales en la sanidad pública contribuye a que la atención a estos pacientes se retrase”

Ana González-Pinto, presidenta de la FEPSM

La falta de comprensión hacia los problemas de salud mental se explica, entre otros motivos, por el desconocimiento del origen biopsicosocial de estas enfermedades. “Hay otros problemas de salud que también tienen un origen biopsicosocial, como por ejemplo la hipertensión, que se relaciona no solo con condicionantes genéticos sino también con hábitos de vida, nivel socioeconómico y factores individuales. Y este aspecto se desconoce por completo en la salud mental”.

En opinión de Pérez Solá, “la salud mental tiene dos lacras: se dispone de poco presupuesto para trabajar y el estigma. Tanto los enfermos como los profesionales de la salud mental tenemos ese estigma de ser diferentes y extraños, eso hace que la sociedad no vea estos problemas de salud como una enfermedad más”. “Hay muchas personas que les cuesta o no quieren reconocer que tienen una enfermedad mental, por lo que no buscan tratamiento y esto empeora su pronóstico”, ha añadido.

Inversión y tiempo, clave

“Invertir en programas de detección precoz, no solo haría que disminuyesen los cuadros graves de esta enfermedad, sino que también podría reducir los costes asociados”, ha subrayado Arango. Diferentes trabajos recientes cifran en 6.000 millones de euros el coste total de la depresión en nuestro país. Hoy por hoy, se conocen los factores de riesgo reales que pueden inducir a un cuadro de salud mental. “Hemos hecho muchos estudios genéticos, psicosociales y epigenéticos. El conocimiento de estos factores es el primer paso para la detección precoz de los mismos”, ha asegurado.

En este contexto, González-Pinto ha comentado que “la sociedad necesita que la sanidad dedique tiempo a su salud mental, por lo que muchas veces se solicita la atención de un psicólogo, creyendo que este profesional puede dedicarle más tiempo. Sin embargo, la realidad es que todos los profesionales de la Sanidad Pública que atendemos estas consultas- atención primaria, psicólogos y psiquiatras- tenemos las agendas saturadas”, ha subrayado.

Retos y necesidades

En cuanto a los retos en la atención a la salud mental, el suicidio probablemente es uno de los principales. De hecho, ha afirmado González-Pinto, “la mayoría de las CC. AA. ya han desarrollado una estrategia de prevención del suicidio. Asimismo, la Depresión Mayor es la patología más frecuente y esto también implica un reto sanitario al que debemos dar respuesta desde todos los ámbitos”. En cuanto a las necesidades, comenta que es preciso un mayor número de profesionales que atiendan situaciones específicas, como son la psiquiatría infantil, los trastornos de la conducta alimentaria, la prevención del suicidio y las urgencias. 

Tradicionalmente, se ha decidido no hablar del suicidio. “Cuando se habla de suicidio hay que hablar de una forma correcta, hay que tratarlo como se tratan los accidentes de tráfico. Estamos ante la primera causa de muerte entre la gente joven”, ha indicado el doctor Pérez Solá. En España, en 2019, fallecieron 3.671 personas, 10 muertos por suicidio cada día. “Por hacer una comparación para ver la magnitud del problema: por cada persona que muere por accidente de tráfico, mueren dos por suicidio”, ha matizado.

“Somos de los pocos países de Europa que no tienen una estrategia de suicidio”

Víctor Pérez Solá, presidente de la SEPB

“Las estrategias actuales son absolutamente insuficientes porque están escritas, pero no tienen presupuesto que las respalden para implementarlas en muchos casos, -ha explicado Pérez Solá-. Y, desde luego, es necesaria una estrategia a nivel nacional que lidere y coordine el resto de las estrategias. Somos la excepción de Europa, hay muy pocos países en Europa que no tengan una estrategia de suicidio”.


También te puede interesar…