El edadismo o discriminación por edad se ha convertido en poco tiempo en una “pandemia que afecta al menos al 50% de la población, que somos edadistas”, según Mercedes Hernández Gómez, médica de familia, y Elena del Barrio Truchado, socióloga. Se trata de un problema calificado por la ONU como “una sigilosa pero devastadora desgracia para la sociedad”, en un informe publicado el pasado mes de marzo.

Agravado con la crisis sanitaria por covid-19 que, por sus características epidemiológicas ha colocado a las personas mayores en el foco de atención mediática, el edadismo “se asocia con una peor salud física y mental, un mayor aislamiento social y soledad, una mayor inseguridad financiera, una menor calidad de vida y unas mayores tasas de muertes prematuras”, según las Naciones Unidas.

    “La crisis por la covid-19 ha agravado la situación de los mayores aumentando los estereotipos y prejuicios respecto a ello y provocando así una clara discriminación”

Mercedes Hernández Gómez (Semfyc)

Ante esta perspectiva de problema de salud pública, en el próximo Congreso de la Semfyc, que se celebrará en Palma de Mallorca entre los días 7 y 9 de octubre próximos, se abordarán las situaciones que provocan los discursos edadistas, así como las recomendaciones para acabar con ellos. La médica de familia, Mercedes Hernández Gómez y la socióloga de Fundación Matía, Elena del Barrio Truchado serán las encargadas de esta ponencia.

Justificar comportamientos discriminatorios

Tomando como referencia un estudio de Stephany Bravo-Segal de 2018, Hernández Gómez y Del Barrio Trunchado han analizado noticias publicadas en prensa durante la pandemia y han comprobado que “el 71,4% de los titulares estudiados representaba a las personas mayores de manera desfavorable, presentándolos como un grupo homogéneo y asociándolos a fallecimientos, deficiencias en la atención residencial o vulnerabilidad extrema”.

Al utilizar “un discurso homogeneizador, que puede contribuir a afianzar y justificar comportamientos y políticas edadistas. Puede promover estrés, angustia y mayor ansiedad entre los propios mayores al ‘recordarles’ cuán vulnerables son como grupo”. Este tipo de discurso fatalista refuerza una imagen “que devalúa a los mayores e infravalora su aporte a la sociedad, contribuyendo a la sensación de inutilidad personal y de carga social”, afirman las autoras.

A ello ha contribuido, aún sin pretenderlo, “la propuesta por parte las autoridades sanitarias de medidas de aislamiento social teniendo la edad como criterio de aplicación ha podido ser un factor discriminador”. Pero la conferencia también apuntará a que entre los propios profesionales de la salud a veces se dan actitudes edadistas y se relacionan con una provisión de cuidados inadecuados a los mayores. “Equiparar Discapacidad, vulnerabilidad y fragilidad a ser adulto mayor es una actitud edadista que dificulta a las personas mayores la propia experiencia de vivir en la pandemia de COVID-19”.

Acabar con el edadismo

Mercedes Hernández Gómez  y la socióloga Elena del Barrio Truchado recuerdan que los adultos mayores son muy heterogéneos. Asimismo, hacen hincapié en que los límites de edad para cuidados intensivos y otras formas de atención médica son inapropiados y poco éticos. “La edad cronológica es una variable vacía y una guía extremadamente pobre para predecir con precisión el comportamiento, las necesidades y el rendimiento de los adultos mayores”, advierten.

De igual modo, insisten en que las opiniones sobre déficit masivo presentes en la vejez son peligrosas para los ciudadanos mayores y la sociedad en general. “Todos los actores implicados deben alinearse en sus declaraciones con respecto a los adultos mayores y la covid-19 con el reconocimiento de que las personas mayores son un grupo extremadamente diverso de gran importancia para nuestra comunidad”, insisten.

Soledad y salud

Para el presidente de la Semfyc, Salvador Tranche: “Hay una relación estrecha entre soledad y salud. Se reconoce la soledad como un factor de riesgo (similar al consumo elevado de alcohol, al sedentarismo o a la obesidad) y es un importante factor predictor de mortalidad. Para muchas personas el acceso usual al cercano Centro de Salud y a su médico/a de familia supone uno de los puntos de contacto social”.

Ante este contexto, tanto la médico de familia Mercedes Hernández Gómez como la socióloga Elena del Barrio Trunchado plantean tres medidas que ayudarían a controlar esta pandemia del primer mundo de la que aún no sabemos con seguridad sus repercusiones económicas y sociales a medio plazo:

  • Invertir en estrategias basadas en pruebas científicas para prevenir y combatir el edadismo.
  • Mejorar los datos y las investigaciones para comprender mejor el edadismo y la manera de reducirlo.
  • Crear un movimiento para cambiar el discurso sobre la edad y el envejecimiento.


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