La especialidad de la anestesiología está viviendo un cambio generacional de los pacientes fruto del crecimiento de la esperanza de vida, en el año 92 la edad media de los pacientes que atendían estos especialistas era de 45 años y ahora de 63. Esto pone sobre la mesa nuevos retos en la práctica diaria donde la innovación debe de tomar un papel protagonista. Además, la transversalidad de la especialidad marca el paso sobre los nuevos retos que debe de afrontar la anestesiología: Unidades de anestesia clínicamente neutras y mejorar la comunicación entre servicios.
El Servicio de Anestesia, Reanimación y Terapia del Dolor Hospital Universitario de Cruces destaca por su excelencia asistencial, siendo el actual ganador del premio BiC 2023 al mejor servicio en esta especialidad. De hecho, la ministra de Sanidad, Mónica García, en el Congreso Nacional de la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (SEDAR) insistió en la importancia de la implementación de la “anestesia verde” en los diferentes servicios y citó los estudios del hospital como referencia en este ámbito.
Emisiones de los quirófanos
En este sentido, Alberto Martínez Ruiz, jefe de Servicio de Anestesia, Reanimación y Terapia del Dolor del Hospital Universitario de Cruces ha explicado que de las emisiones del hospital, el 36 por ciento corresponden a gases que procedían de quirófanos, en concreto protóxido y gases halogenados. Por ello, han eliminado el tanque central de protóxido (3.500 litros) que generaba un gran impacto y, además “prácticamente no utilizaban”.
En cuanto a los gases halogenados, el problema radica en que el paciente no metaboliza el gas y éste se queda en el ambiente del quirófano, por lo que es necesario expeler los gases al exterior. Por tanto, para evitar el impacto de estos gases han implementado unos cartuchos de carbón activo, en el sistema de extracción, que captan ese gas impidiendo que salgan a la atmosfera y evitando la contaminación del quirófano. Además, esos cartuchos son reutilizables, aspecto que fomenta la economía circular y el ahorro del hospital, sin afectar la actividad, la seguridad ni la eficiencia de la actuación clínica.
Muestreo de las emisiones de CO2
“No solamente queríamos impulsar la idea de una anestesia sostenible, sino que también lo queremos incluir dentro los proyectos cero que tienen todos los hospitales, que son los proyectos de seguridad del paciente crítico, los proyectos impulsados por el ministerio”, aclara el jefe de servicio. Por ello, Martínez Ruiz apuesta por un proyecto a nivel nacional en el que los hospitales hagan un muestreo de las emisiones de gases de CO2 que emiten a la atmosfera para poder comparar los datos e implementar medidas alineadas para que tengan un impacto real, lo que mejoraría notablemente las unidades de anestesia.
Para ello, le pide la administración que comprenda la gran transversalidad de la especialidad lo que supone que cada vez están más demandados por los pacientes. Los anestesiólogos cada vez tienen un mayor protagonismo en actividades fuera de quirófano, como son las endoscopias, electrofisiologías, en medicina nuclear etc. “Pedimos a la Administración que sea sensible con nuestras necesidades y con los requerimientos de los pacientes para poder garantizar nuestra labor con la mayor calidad y seguridad posible”, solicita el especialista.
Comunicación fluida
Esto pone de relieve la importancia de una buena comunicación del servicio con otras especialidades, por ello, Gorka Ojinaga García, jefe de sección de Anestesia, Reanimación y Terapia del Dolor del Hospital Universitario de Cruces señala que la labor del anestesiólogo abarca desde el trato a recién nacidos hasta ancianos de 100 años lo que hace evidente la trascendencia de una buena comunicación. Todas las partes implicadas tienen el mismo objetivo, que no es otro, que el paciente salga del quirófano con las mejores medidas de seguridad posibles, así como unos cuidados postoperatorios acordes a la complejidad de la intervención que se ha sometido el paciente.
“La relación tiene que ser estrecha y fluida. Siempre hay puntos de vista diferentes. Muchas veces el resto de los especialistas se centran en su procedimiento y nosotros tenemos una mirada más global de los pacientes”, apunta Ojinaga. No obstante, indica que en ocasiones existe una disparidad de opiniones, pero siempre con el objetivo común de que “el paciente tenga una seguridad durante el procedimiento y unos cuidados de calidad, tanto preoperatorios como postoperatorios. Ahí, estamos todos a una” recalca el especialista.
Por su parte, Martínez Ruiz añade que todo procedimiento quirúrgico conlleva un riesgo para el paciente y la labor del anestesista es la de minimizar las situaciones de riesgo e intentar controlarlas. Además, por las características cada vez más complejas de los pacientes, cada vez más añosos y pluripatológicos hace fundamental una visión compartida, “casi de integración de los servicios ,ya que los pacientes así nos lo exigen”, subraya el jefe de servicio.
Retos
Por tanto, esto saca a relucir una serie de retos que la especialidad debe de afrontar tanto a corto, como a medio y largo plazo. En primer lugar, reclaman un mayor número de especialistas para poder cubrir la demanda creciente en unos ámbitos que sobrepasan las puertas del quirófano y que van prácticamente a todas las intervenciones que se realizan dentro de un hospital. Asimismo, hay que añadir la complejidad de los pacientes, por lo que es necesario la adaptación a estas nuevas características, lo que supone un cambio a la hora de anestesiar, de tratar, de acompañar y de preparar a estas personas a medio plazo. Por ello, es esencial garantizar que el número de especialista pueda responder acordemente al aumento de la demanda.
