“Es mejor que te quedes en casa porque en el colegio no garantizamos una buena atención”. O “si te pasa algo en el colegio, no hay garantías que te pueda dar soporte”. Es la realidad a la que se enfrentan algunos niños con enfermedades crónicas en España, y que desde las asociaciones de padres y pacientes trasladan al Consejo General de Enfermería (CGE), que defiende la necesidad de reforzar la figura de la enfermera escolar. Actualmente, según el Observatorio de Enfermería Escolar del CGE, España cuenta con una media de una enfermera por cada 6.685 alumnos; una ratio que aumenta respecto al pasado año, pero disparar en función de la región y muy por debajo de países donde la enfermera escolar es una figura consolidada.

La baja presencia de la enfermera escolar en los centros educativos españoles contrasta con su buena aceptación. Un estudio del CGE muestra que más del 90 por ciento de los directores, padres y madres encuestados reconoce como necesaria la implantación de la figura de la enfermera escolar. “Desde el Consejo estamos haciendo en esfuerzo por investigar qué resultados en salud se producen en la población donde hay una enfermedad escolar en comparación con áreas donde no está presente”, explica a Gaceta Médica Diego Ayuso, secretario general del CGE y coordinador del Observatorio de Enfermería Escolar.

Recientemente, el propio CGE y otras 15 asociaciones de enfermeras escolares y pacientes han pedido por carta a la ministra de Educación, Pilar Alegría, así como a los presidentes autonómicos, la implantación de la figura de la enfermera escolar en todos los centros educativos. Todas estas organizaciones persiguen un mismo objetivo: que las necesidades de salud y sanitarias de los menores sean atendidas dentro de este ámbito. “La enfermería escolar es una necesidad de la población y, en específico, del grupo de personas que tiene patología crónica desde la infancia. Tenemos que contar con enfermeras en los centros escolares que garanticen que un niño o una niña con estas enfermedades no tengan que quedarse en su domicilio. Y, lamentablemente, nos encontramos con que eso es real”, lamenta Ayuso.

Seguimiento de las patologías crónicas

Diego Ayuso.

Dentro amplio abanico de funciones que cumple la enfermera escolar, la atención a la cronicidad “es clave”. Los niños con enfermedades crónicas como la diabetes, enfermedades neurológicas como la epilepsia o con asma y distintas alergias tienen necesidades especiales que pueden atender las enfermeras escolares. “Si una niña de cuatro años debuta con diabetes, no va a saber cómo controlar bien la enfermedad, cómo administrarse las dosis de insulina o qué hay que hacer en caso de una hipoglucemia o hiperglucemia”, señala el secretario general del CGE: “Es un ejemplo claro donde la enfermera escolar también puede hacer una labor clave para garantizar que los niños con enfermedades crónicas tengan escolarizaciones normalizadas”.

La ausencia de una enfermera escolar en los centros educativos puede traducirse en problemas de escolarización. “Mi hija debutó con cuatro años. Comenté en el colegio que necesitaba consultar a una enfermedad escolar. No había y la solución es que se quede en casa, porque así está bien controlada por sus padres”. Es una de las situaciones que asociaciones de padres y pacientes trasladan al Consejo General de Enfermería. “Eso no se puede permitir”, subraya Ayuso, que incide también en los costes por el absentismo laboral de los padres: “Si una niña tiene una enfermedad crónica o una alteración de salud y se llama a los padres para que vayan a atenderla, la madre o el padre tiene que dejar de trabajar y eso se puede evitar con la enfermera escolar”.

Potenciar la educación sanitaria

Además del cuidado y seguimiento de niños y niñas con patologías crónicas, las enfermeras escolares tienen un amplio abanico de funciones, que van desde la atención de episodios agudos hasta la educación sanitaria y para la salud. “Tener una enfermera en un colegio también posibilita que, si hay un accidente, una caída o alguna herida, los alumnos puedan recibir una tención”. Esa parte asistencial, según el modelo actual, ocupa la mayor parte del tiempo de las enfermeras. “El modelo que defiende el Consejo, sin embargo, está dirigido a potenciar la educación sanitaria y para la salud porque, si invertimos más tiempo en prevención y educación, vamos a conseguir que la sociedad tenga mayor formación en hábitos de vida saludables”, explica Ayuso.

En este sentido, el secretario general del CGE enumera algunas posibilidades de actuación de las enfermeras escolares, como la educación en alimentación y nutrición encaminada a prevenir la obesidad infantil o aspectos como la salud mental en los adolescentes, tratando de anticiparse a las conductas autolíticas o ideas suicidas. “En las enfermedades de transmisión sexual en adolescentes también podrían tener una labor muy importante las enfermeras en los institutos”, señala. Los protocolos de educación sanitaria en los centros educativos ya contemplan este tipo de actuaciones, “lo que tenemos son enfermeras y enfermeros que lo hagan”.

Mapa de la enfermería escolar en España.| Fuente: Consejo General de Enfermería

En países del norte de Europa, Estados Unidos o Canadá, donde esta figura está ampliamente instalada, “tienen una enfermera escolar aproximadamente por cada 700 alumnos”. En España, el escenario es muy diferente y desigual. Además, es frecuente que sean las enfermeras de Atención Primaria las que dedican un tiempo de su jornada semanal a desplazarse a los centros educativos. “Si a la situación actual de AP, sumas que hay que atender a los colegios, con los mismos recursos es imposible”, zanja el secretario general del CGE.


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