Cada año entre 110.000 y 120.000 personas sufren un ictus en nuestro país, de los cuales un 50 por ciento quedan con secuelas discapacitantes o fallecen, de acuerdo con datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Y en la actualidad más de 330.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional por haber sufrido un ictus.

Aunque en las últimas dos décadas la mortalidad y la discapacidad por ictus han disminuido, gracias a la mejora en la detección precoz de los síntomas, el control de los principales factores de riesgo y la introducción de nuevas medidas terapéuticas, como las Unidades de Ictus, la trombólisis y la trombectomía mecánica, su incidencia sigue en aumento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en los próximos 25 años la incidencia de ictus aumentará un 27 por ciento.

En este sentido, actuar rápidamente en caso de ictus es fundamental para reducir las posibles secuelas. “La importancia de diagnosticar y tratar rápido el ictus es que hay más probabilidades de recanalizar la arteria con menor déficit en los pacientes. Cuanto más rápidos seamos en la detección, traslado y tratamiento de los pacientes con ictus, menos déficits tendrán y más independientes serán”, explica a Gaceta Médica Antonio López Rueda, neurorradiólogo intervencionista del Hospital Universitario de Bellvitge y miembro de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM).

Las secuelas de un ictus pueden ser las mismas con las que se presenta, es decir, pérdida de fuerza del brazo y/o pierna, problemas en el habla (afasia), parálisis facial, etc. Todas estas secuelas se pueden reducir en gran medida con un diagnóstico y tratamiento precoz, por eso es muy importante saber detectar un ictus precozmente para avisar inmediatamente a una ambulancia y que puedan llevar al paciente a urgencias lo antes posible.

El papel del código ictus

En este sentido, el código ictus es un procedimiento de actuación basado en el reconocimiento precoz de los síntomas de un ictus con el objetivo de trasladar lo antes posible a cada paciente al centro idóneo para que pueda beneficiarse de una terapia de reperfusión. “Este procedimiento se activa desde la ambulancia y hace que el hospital al que lleva el paciente este preparado para actuar lo más rápido posible”, señala López.

Para que este tipo de acciones sean exitosas la comunicación entre profesionales es indispensable. Tal y como explica el neurorradiólogo, “en el procedimiento de actuación del código ictus se produce la comunicación desde la ambulancia con el neurólogo del hospital que va a recibir el paciente, el cual activa un circuito intrahospitalario en el que interviene el servicio de radiodiagnóstico para realizar e interpretar las pruebas pertinentes”. Además, “en el caso de que se requiera la apertura de la arteria por vía endovascular se avisa al neurorradiólogo o radiólogo intervencionista para que haga el tratamiento mecánico”, añade el especialista.

El papel del radiólogo es fundamental en el diagnostico y tratamiento del ictus. En esta línea, la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) son las técnicas de elección para hacer un diagnóstico de si el paciente está sufriendo un ictus u otro tipo de patología. “Cuando el paciente va a un hospital con la sospecha de que está sufriendo un ictus, se realiza una TC craneal para determinar si el paciente está sufriendo un ictus isquémico (oclusión de una arteria cerebral) o hemorrágico (rotura de una arteria cerebral)”, apunta López Rueda, quien recalca la importancia de que esta prueba sea interpretada por un especialista en radiología que pueda obtener la máxima información de dicha prueba. “Sin un diagnóstico preciso, evidentemente, no podremos tratar correctamente al paciente que sufre esta patología con tanta repercusión clínica”, asegura.

Tratamiento del ictus

En el momento de tratar a una persona que está sufriendo un ictus se pueden seguir dos caminos en función de las necesidades médicas. “El tratamiento médico que se puede realizar por vía venosa y es sobre todo eficaz cuando la arteria que se ha ocluido es pequeña. Y, por otro lado, el tratamiento endovascular que se realiza a través de las arterias, denominada trombectomía mecánica”, aclara el neurorradiólogo.

Este último procedimiento, la trombectomía mecánica, es uno de los tratamientos más revolucionarios y efectivos en la última década. Como explica el especialista, se trata de una técnica realizada por neurorradiólogos/radiólogos en la que “navegando a través de las arterias del paciente, se retira el trombo que está ocluyendo la arteria cerebral, recuperando así el flujo de la sangre por dicha arteria, y mejorando, por tanto, la sintomatología y el pronóstico del paciente”.

Consenso entre profesionales

Durante el recién celebrado 37º Congreso Nacional SERAM se abordaron numerosos aspectos que atañen a la profesión radiológica y, uno de ellos fue el ictus. En este evento se presentó un documento de consenso entre diversas sociedades científicas: la Sociedad Española de Neurorradiología (SENR), la Sociedad Española de Radiología de Urgencias (SERAU), el Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (GEECV-SEN) y la SERAM.

Este documento, como explica López, “aborda unas recomendaciones sobre el uso de la tomografía computarizada en el código ictus”. En concreto, se trata de un repaso del uso de la TC, centrándose en sus indicaciones, la técnica para su correcta adquisición y las posibles causas de error en su interpretación. “Destacaría la importancia de estos documentos de consenso entre las principales sociedades científicas implicadas en el código ictus, para que se homogenice la indicación, realización e interpretación de esta prueba en todos los hospitales que atiendan esta patología”, concluye el neurorradiólogo.   


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