La investigación debe estar orientada a resultados. Es una realidad que las comunidades autónomas y los centros de I+D+i de todo el país han comenzado a asumir. Andalucía no es ajena a esta tendencia. “La gestión del conocimiento tiene que formar parte de la actividad clínica y asistencial”, señaló Teresa Molina, directora general de Investigación y Gestión del Conocimiento de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, durante un encuentro impulsado por Celgene con el apoyo de la Junta que tuvo lugar en el Instituto Celgene para la Investigación Translacional de Europa (Citre, por sus siglas en inglés).
Este centro, ubicado en Sevilla, es uno de los puntos clave en la estrategia de la farmacéutica Celgene de investigación, desarrollo e innovación. En sus instalaciones 40 profesionales realizan investigación básica y clínica orientada a obtener resultados que en un futuro puedan llegar a los pacientes. Además del instituto de la capital hispalense, cuenta con otros cuatro más repartidos por Estados Unidos, prueba de la apuesta de esta compañía por el Servicio Andaluz de Salud (SAS) y por el Sistema Nacional de Salud (SNS).
Con 260 grupos de investigación, más de 40 hospitales y 1.500 centros de salud, Andalucía trabaja por potenciar esa estructura de tal manera que permita a médicos, enfermeros e investigadores operar en red. Uno de los elementos integradores para conseguir este objetivo es la digitalización de la historia clínica de los pacientes. “Es una de las estrategias, convertir la historia clínica en un soporte para la investigación”, explicó Molina. Se han dado ya los primeros pasos y los clínicos han comenzado a percibir el potencial de estos datos en su día a día. “Algo que parece sencillo es fundamental. Los profesionales tienen que contar con un entorno que les facilite su trabajo. El acceso y la explotación de los datos permiten realizar avances como estudios de fármacos en vida real que hasta hace poco era imposible”, afirma Concha Herrera, de la Unidad de Gestión Clínica de Hematología del Hospital Reina Sofía de Córdoba. Pero aún queda mucho trabajo pendiente. “La explotación del soporte digital es clínicamente malo”, reconoce José Luis Marenco, reumatólogo del Hospital Virgen de Valme de Sevilla. De la misma manera, resulta necesario avanzar en los registros de pacientes. La principal laguna ahí, desde el punto de vista de Marenco, es en la “vertiente extrahospitalaria”, añadió Marenco, quien insistió en que estos registros son de una gran utilidad para conocer con exactitud la prevalencia de una enfermedad.
Esos datos de incidencia de una patología resultan claves para que la industria farmacéutica pueda identificar en colaboración con la administración las principales necesidades de los pacientes. “Un fármaco puede tener diferentes indicaciones pero no todas son igual de costo-efectivas. Sin embargo, el sistema sanitario las paga igual independientemente de la indicación. Esto provoca rigideces que podrían ser superables”, indicó Juan José Polledo, director de Governmental Affairs & Market Access en Celgene.
El director del Programa de Investigación Clínica, Antonio Rivero, insistió en que el registro no es suficiente. “La implicación del investigador básico y del clínico es fundamental y no solo se va a obtener a través del registro, sino también de proyectos, ideas, grupos de investigación, metodología…”.
La historia clínica digital serviría además para que los investigadores básicos puedan “acceder de una forma rápida a los datos clínicos y poder colaborar”, subrayó José Carlos Reyes, subdirector del Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa (Cabimer).
Centro de Bioinformática
Con el objetivo favorecer esta red, el SAS trabaja para la apertura del Centro de Bioinformática de Andalucía “donde se incorporarán datos de muestras biológicas, pruebas genómicas y ensayos clínicos”, declaró Molina. El fin es que estos datos puedan estar disponibles para los clínicos en un periodo de cinco años.
De manera paralela la Junta trabaja junto a los comités de bioética en cómo llevar a cabo la cesión de los datos para que en todo momento quede protegida la confidencialidad del paciente.
Los clínicos destacaron una mayor orientación hacia la innovación. Herrera admitió que resulta necesario un cambio cultural. “La investigación es algo que llevamos más en los genes los médicos, todos no sentimos investigadores. Pero en cuanto a la innovación creo que necesita una verdadera penetración cultural en la sociedad”, incidió.
En los últimos años se han ampliado las ayudas a la investigación, pero los clínicos “aún encuentran filtros y dificultades”, que impiden, según Marenco, participar en una convocatoria a aquellos que o tengan una experiencia investigadora y se quieran iniciar en esta actividad.
El director de la Estrategia de Investigación de Andalucía, José Antonio Lorente, admitió que su departamento es consciente de que estos problemas y que trabajan para resolverlo. “Es un bucle en el que si no tienen curriculum investigador no puedes presentarte a un proyecto”, señaló. En estos años han ganado importancia los proyectos colaborativos. “Hay unas líneas especiales diseñadas dentro de la estrategia para favorecer la colaboración. En salud pública, se va a proponer la creación de un centro de referencia de investigación en el que se va a implicar a todos los profesionales. Si se leen la convocatoria de este año y la de tres se notan los cambios”.
Otra de las áreas donde se ha reforzado la investigación es primaria. El responsable de Investigación del Distrito Sanitario de Málaga, Javier Navarro, destacó que incluso en los años de crisis económica “siempre ha existido un ambiente favorable para la investigación en Andalucía, tanto para aquellos que quieren iniciar sus proyectos como para los que quieren consolidarlos”.
Andalucía cuenta con 260 grupos de investigación, más de 40 hospitales y 1.500 centros de primaria
Celgene tiene cinco centros de investigación, cuatro en Estados Unidos y otro en Sevilla, con 40 investigadores