Omertá o la ley del silencio y el nepotismo

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Por Antonio Alarcó, Catedrático. Dr. Ciencias de la Información y Sociología. Senador. Portavoz de Sanidad del PP.

La pandemia y su consecuente aislamiento social y confinamiento, además de ser una experiencia vital imborrable de difícil digestión y que en algunos casos dejará secuelas psicológicas, también nos hace recapacitar: reprogramarnos porque nada será igual a partir de este desgraciado acontecimiento sanitario.

Hace unos días escribíamos un artículo, a modo de reflexión en voz alta, sobre el confinamiento obligado por un estado de alarma y este por una pandemia que nos ha permitido ver lo mejor y lo peor de una sociedad en la que vivimos, aparte de la terrible letalidad sufrida, sobre todo en edades avanzadas. También comentábamos que nos estimula a retomar la lectura y relectura de libros, muchos de ellos de plena actualidad a pesar de ser escritos desde hace tiempo.

Uno de estos textos es “El silencio no es rentable” de Herb Schmertz con William Novak. Su título es una máxima que aplicamos desde hace mucho tiempo y que da una tranquilidad grande de espíritu. Sin embargo hay responsables políticos, periodistas, ciudadanos que la practican muy poco y se convierten en cómplices silenciosos, seguramente muchas veces sin querer.

Todo esto ha contribuido también a que venga a la memoria la omertá o la famosa ley del silencio, que viene del código de honor siciliano que prohíbe informar sobre las actividades delictivas consideradas asuntos que incumben sólo a la persona implicada. Esta práctica es muy defendida en caso de delitos graves o en los casos de mafia, donde un testigo o una de las personas mencionadas prefiere permanecer en silencio por miedo a las represalias o por proteger a otros culpables. En esta cultura, romper el juramento de omertá es punible con la muerte. Algunas teorías sobre su origen la relacionan con la palabra latina humilitas (humildad) que se adoptará después a los dialectos de Italia meridional y se modificará hasta convertirse en umirtá. De la forma dialectar se pudo llegar a la forma italiana actual.

También y muy relacionado con lo anterior está el nepotismo, que junta a la omertá suelen ser dos instrumentos desgraciadamente utilizados de forma conjunta por quien no tiene factores inhibitorios. Esto está ocurriendo en este país con gobierno legítimo que se llama España.

Por nepotismo entendemos la preferencia que tienen algunos por dar empleos y favores, aprovechándose de sus cargos, a familiares y amigos, sin importar el mérito para ocupar el cargo, sino su servilismo o alianza.

De acuerdo con el número 2 del artículo 21 de la declaración de los Derechos Humanos, “Toda persona tiene derecho al acceso en condiciones de igualdad a la función pública de un país, al igual que en otros sectores de la vida social de la democracia”. Por ello es evidente que la omertá-nepotismo violenta los derechos humanos.

Estos dos instrumentos malvados que distorsionan el comportamiento social y  que además intoxican las relaciones humanas, son tristemente demasiado frecuentes en este mal momento que nos ha tocado vivir. La aplicación de la omertá-nepotismo, está siendo habitual en los que gobiernan pasando muchas líneas rojas. Esto está afectando a la justicia, las instituciones, las fuerzas de seguridad del estado, la prensa, etc.

“La aplicación de la omertá-nepotismo está siendo habitual en los que gobiernan, pasando muchas líneas rojas”

Aunque somos optimistas producto de ser pesimistas informados, nos apresuramos a decir que de esta también se sale. Sin embargo sugerimos a todos más implicación, porque si la democracia es un estado de opinión pública y la política son sentimientos y referencias, la participación libre y desinteresada en ella debe ser imprescindible. Todo para conseguir objetivos colectivos con la idea de mejorar la vida de los ciudadanos de cualquier ideología, sexo, religión o raza.

Es difícil entender que siendo tanto coherentes profesionales como ciudadanos, nos convirtamos en incoherentes. Además hay que recordar que aunque uno pase de la política, la política no pasa de ti. No tiene que ver con la ideología, sino con la participación en la creación de la opinión pública con coherencia.

Es verdad que España es un gran país, pionero mundial en múltiples factores: trasplantes, telecomunicaciones, transportes, programación, genómica, etc. Aún así, no es menos cierto que el mayor “enemigo” de un español suele ser otro y no el de fuera. Este es un país en el que cabemos todos, siempre que se respeten las reglas del juego (la Constitución) sin cambiarlas en mitad del partido.