Pedro Rozas

Los niveles de vitamina D en España son similares (o incluso inferiores) a los de Europa central o Escandinavia. Con la llegada de los meses más soleados del año existe la creencia de que la mayor incidencia de luz solar propia de esta época va a facilitar que aumenten nuestros niveles de esta vitamina, pero este hecho no siempre es así.

Desde un punto de vista fisiológico, la síntesis cutánea por acción de la radiación solar ultravioleta B es la principal fuente de vitamina D (80–90 por ciento), obteniéndose el resto de la alimentación. Existen múltiples factores que dificultan su síntesis cutánea: la exposición solar insuficiente, la cantidad de superficie corporal expuesta, la franja horaria, el uso de protectores solares, la edad, el fototipo de la piel o la contaminación ambiente, entre otros.

El déficit de hormona D puede condicionar el estado general de salud, y se ha asociado a la incidencia y gravedad de enfermedades cardiovasculares, neuropsiquiátricas, autoinmunes, problemas óseos y musculares.

Se ha observado que la suspensión de la suplementación de vitamina D una vez alcanzados los niveles óptimos podría conllevar consecuencias negativas, al bajar los niveles hasta los valores previos a los de iniciar la suplementación. A este respecto, el reciente estudio Osteoferol realizado en España y publicado en The Journal of Bone and Mineral Research ha puesto de manifiesto el efecto de la suspensión de calcifediol en mujeres posmenopáusicas con deficiencia de vitamina D.

Al discontinuar calcifediol en el mes 4 los niveles de 25(OH)D disminuyeron hasta 12,4 ± 4,29 ng/ml en el mes 12. Al igual que se ha observado con colecalciferol, la interrupción del tratamiento con calcifediol conlleva que los niveles de 25(OH)D vuelvan a descender de forma abrupta hasta niveles previos al tratamiento, indicando la necesidad de mantener la suplementación una vez alcanzados los niveles óptimos en aquellos pacientes de mayor riesgo.

En la práctica clínica he podido observar cómo un porcentaje significativo de pacientes que suspenden la suplementación durante los meses de verano (lo que se conoce como vacaciones terapéuticas) y/o tras alcanzar los niveles óptimos no reinician después la pauta de suplementación. Diría que si la suplementación ha sido correctamente indicada, la mayoría de los pacientes con déficit no deberían suspender el tratamiento, porque conlleva un descenso significativo de los niveles de vitamina D en poco tiempo. El mayor riesgo lo presentan los pacientes con factores de riesgo de hipovitaminosis D y baja exposición solar durante los meses de buen tiempo. En definitiva, la alta probabilidad de volver a presentar niveles bajos de esta hormona y la seguridad y coste de su administración hacen que muchos de los pacientes en tratamiento no sean candidatos a vacaciones terapéuticas.