La deficiencia de vitamina D en nuestro organismo puede contribuir al desarrollo de enfermedades como la obesidad o el síndrome de ovario poliquístico. Desde su descubrimiento en 1919 por el médico británico Sir Edward Mellanby, la vitamina D ha transitado por varios hallazgos que la han encumbrado como compuesto imprescindible para el correcto desarrollo de la salud humana.

En un artículo publicado en Nutrients, una publicación científica dentro de MDPI, José M. Martín-Moreno, especialista en Medicina Preventiva y Alejandro Martín Gorgojo, especialista en Dermatología Médico-Quirúrgica, desarrollan una idea sobre las tasas de incidencia y mortalidad de algunos tumores malignos, que son menores en individuos que viven en países del sur, donde la exposición a la luz ultravioleta del sol es más intensa.

Titulado “El papel de la vitamina D en la prevención del cáncer”, y englobando diversos estudios, el artículo hace referencia a los diversos estudios de observación e intervención que sugieren que la vitamina D puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer, aunque sin resultados contundentes.

En dicha publicación se argumenta que la síntesis que realiza la vitamina D al exponerse al sol o a través de una dieta equilibrada y saludable es la base de la evidencia experimental de nutrición que muestran que esta hormona podría influir potencialmente en la apoptosis y la angiogénesis asociada a tumores, reducir el inicio de la carcinogénesis y retrasar la multiplicación y proliferación de células tumorales.

Así, los autores explican que, aunque la evidencia generada hasta el momento no es lo suficientemente sólida, sí señalan y confirman la creciente evidencia de la vitamina D como elemento preventivo para controlar varias enfermedades crónicas no transmisibles, incluidas las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y la osteoporosis.

Hallazgos sobre la vitamina D

Los autores de esta ardua investigación argumentan que, aunque estos hallazgos derivados de estudios no prueban necesariamente la causalidad, existen esperanzadoras implicaciones para la prevención de neoplasias malignas, que han sido alimentadas en parte por la publicación de varios estudios epidemiológicos observacionales y estudios de intervención.

Como se menciona anteriormente, el artículo incluye diferentes estudios que resumen varios hallazgos relacionados con este compuesto, comenzando con un artículo de Jelene Moisejenko-Goluboviča, dermatóloga en la Azaryan Medical Clinic, que analiza la relación entre la vitamina D y el carcinoma de células basales (BCC), el tipo más común de cáncer de piel, causado principalmente por la radiación ultravioleta.

El estudio encontró que la mayoría de los pacientes con BCC tenían deficiencia de vitamina D y que los niveles bajos de vitamina D estaban asociados con BCC agresivo y recurrente en individuos masculinos susceptibles. También se observó un vínculo entre la vitamina D y las proteínas involucradas en su metabolismo, como la proteína de unión a la vitamina D (DBP) y la proteína sonic hedgehog (SHH), lo que sugiere un posible efecto protector de la vitamina D sobre las neoplasias cutáneas.

Otro artículo de Rodrigo Sánchez-Bayona oncólogo en la Unidad de Cáncer de Mama y Ginecológico del Hospital 12 de Octubre explora la asociación entre la ingesta de vitamina D y el riesgo de cánceres relacionados con la obesidad. La población de estudio incluyó a 18.017 participantes del Proyecto SUN, una cohorte española de titulados universitarios, con una mediana de seguimiento de 12 años. En esta población no se encontró una asociación significativa entre la ambos factores aunque los autores reconocieron que los individuos de la cohorte eran relativamente jóvenes y en buena forma física, con una media de índice de masa corporal que predominantemente baja dentro del rango de peso normal. Estos rasgos también podrían ayudar a aclarar la menor incidencia de cáncer observada en esta cohorte específica.

Un tercer artículo englobado dentro de esta revisión es el de Elodie Chartron, oncóloga en el Hospital de Montpellier, en el que presenta los resultados de un ensayo de fase II que evalúa la seguridad y la eficacia de la administración de suplementos orales de vitamina D en dosis altas en 44 pacientes con cáncer de mama temprano que reciben quimioterapia adyuvante. El estudio se consideró seguro y eficaz para corregir la deficiencia de vitamina D en estos pacientes.

Más hallazgos del especial de Nutrients

Un artículo de Hermann Brenner, investigador en German Cancer Research Center analiza los efectos potencialmente protectores de la suplementación con vitamina D contra la mortalidad por cáncer, particularmente en relación con el índice de masa corporal. El estudio VITAL, que incluyó a más de 25.000 participantes, encontró que la suplementación con vitamina D fue eficaz para reducir la incidencia de cáncer y el cáncer avanzado en los participantes con peso normal, pero este impacto no se produjo en los participantes con sobrepeso u obesos.

Para comprender esta variación, los investigadores realizaron análisis complementarios de los datos publicados del estudio VITAL y encontraron que los participantes de peso normal en el grupo de control tenían un mayor riesgo de cualquier tipo de cáncer en comparación con los participantes obesos. Los autores intentan explicar esta paradoja sugiriendo que tal vez el período de seguimiento relativamente corto del estudio VITAL (mediana de 5,3 años, con un rango de 3,8 a 6,1 años) pueda explicar esta observación aparentemente inesperada.

Entre los tres últimos estudios publicados que recogen los hallazgos en vitamina D se encuentra el artículo de Matthias Henn, farmacéutico. En la publicación, Henn y su equipo revisan la relación entre el estado de la vitamina D y el riesgo de cáncer, y el papel potencial de la suplementación con colecalciferol en la prevención de éste.

Si bien los análisis intensivos han identificado mecanismos biológicos que pueden explicar la asociación entre un estado bajo de vitamina D y un mayor riesgo de cáncer, los grandes ensayos clínicos aleatorios aún no han demostrado un beneficio claro de la suplementación con colecalciferol en la prevención del cáncer.

El artículo de la investigadora y profesora en la Universidad de Cantabria Ana Palanca debate la controversia en torno al papel de la vitamina D en el cáncer de tiroides. El artículo menciona que si bien estudios previos sugirieron que los altos niveles de vitamina D en suero protegen contra el cáncer de tiroides, los datos recientes muestran que la concentración de vitamina D circulante está inversamente correlacionada con la agresividad de la enfermedad y el mal pronóstico, pero no necesariamente con la iniciación del tumor.

A pesar de la evidencia contradictoria, las investigaciones respaldan el papel antitumoral potencial de la vitamina D y su utilidad como agente quimiopreventivo secundario. El artículo también presenta hallazgos recientes sobre la asociación del estado de la vitamina D con el riesgo de cáncer de tiroides, el pronóstico, los mecanismos potenciales y la utilidad quimiopreventiva.

Finalmente, la publicación de Martín-Moreno y Martin-Gorgojo revisa las controversias y la evidencia epidemiológica con respecto a la relación entre la vitamina D y el cáncer de piel, que posiblemente sean el resultado de los efectos de la exposición al sol y otros factores. El artículo establece tres recomendaciones prácticas: las personas en riesgo o con antecedentes personales de cáncer de piel deben continuar siguiendo las recomendaciones de protección solar, la vitamina D debe obtenerse preferentemente a través de la dieta y los controles de vitamina D en suero están recomendado para pacientes con melanoma o con riesgo de cáncer cutáneo para detectar y evitar la insuficiencia.


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