Desde que comenzó la pandemia y con la llegada de las olas, la curva principal que a todos los países preocupa es la de la ocupación en las UCIS. Las claves para avanzar en esa descongestión la ofrece esta semana el presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc). Hay que partir de la base que los pacientes con coronavirus no son los únicos que son atendidos en las UCI. Teniendo en cuenta todos los pacientes ingresados independientemente de la enfermedad que padezcan, la capacidad asistencial total de las UCI de España no ha bajado del 40  por ciento desde finales de agosto.

Como explica Ricard Ferrer prácticamente se ha doblado el número de camas UCIs por la COVID-19. De las cifras actuales, la mitad ya estaban antes de la pandemia y el otro 50 por ciento sí han sido añadidas. Pero cuando se informa, por ejemplo, que el 20 por ciento de camas UCI “están ocupadas” existe la tendencia a relacionar que el 80 por ciento restante están disponibles, y eso no es así. “Prácticamente nunca hay camas de UCIs vacías”, apunta. En ese 80 por ciento restante hay que tener en cuenta a los pacientes agudos ‘no COVID’. “Puede dar la sensación de que podemos reservar o disponer del cien por cien de las camas para pacientes COVID-19, pero eso sería en detrimento de esos otros pacientes. Por ejemplo, a base de posponer operaciones en patologías no urgentes”.

El número de camas de UCI que antes de la pandemia había era de 9 por 100.000 habitantes. Algo insuficiente, ya que como apunta este experto no permite afrontar ninguna emergencia sanitaria. “Estamos muy alejados de los 30 que tiene Alemania, pero un punto intermedio entre 12 a 15 camas UCI estructurales es muy importante. Sobre todo, para ganar flexibilidad”. Eso no quita que se cuente con camas de reserva que se puedan abrir y cerrar. Pero, eso sí, “cuando se necesiten, debemos tener las instalaciones necesarias para poder utilizarlas. La fórmula ideal es subir de 9 a 12-15, y luego dejar una reserva de 5 por 100.000 de camas flexibles reconvertibles”. Otra de las palancas en las que Ferrer hace hincapié es en los profesionales. Disponer de más especialistas, asegura, sería otra necesidad, porque si no estas camas estructurales no habrá forma de dotarlas con los profesionales adecuados.

La Comunidad de Madrid cuenta con una ventaja en este sentido y es el Hospital Enfermera Isabel Zendal. Una herramienta que está sirviendo como descongestión de las camas UCIS y que cuenta con todo un modelo flexible de camas en función de la demanda.