C. R. / N. S. Madrid | jueves, 25 de abril de 2019 h |

Según los datos preliminares de la Organización Mundial de la Salud, el sarampión aumentó alrededor del 300 por ciento a nivel mundial en los primeros tres meses de 2019, en comparación con el mismo período del año pasado, con un aumento considerable en todas las regiones del mundo. La situación apunta a una reincidencia generalizada después de años de progresos ganados a base de esfuerzo… Una mancha en lo que, pese a todo, sigue siendo “una historia de éxito en Salud Pública”, tal y como ha querido poner de relevancia la OMS estos últimos días de abril, en los que cada año se celebra la Semana Mundial de la Inmunización.

Hoy, recuerda la OMS, el 85 por ciento de los niños a nivel mundial recibe vacunas esenciales para salvar vidas, protegiéndolos a ellos y a sus comunidades no solo contra el sarampión sino también contra la difteria, el tétanos, la tos ferina, la hepatitis B y la poliomielitis. Este nivel de protección proviene de un fuerte impulso mundial para aumentar el acceso y la asequibilidad de las vacunas, con iniciativas como Gavi, la Vaccine Alliance o la Iniciativa contra el sarampión y la rubeola.

El impacto ha sido el mismo en éstas y en muchas otras enfermedades. En otras está por venir. En el horizonte, nuevas vacunas permitirán proteger contra algunos de los patógenos conocidos más peligrosos. La vacuna contra el ébola ya ha desempeñado un papel fundamental en el control de la propagación del brote en la República Democrática del Congo, mientras que la primera vacuna contra la malaria en el mundo se está probando en los programas de inmunización de tres países africanos.

Gaps de vacunación

A pesar de la evidencia que respalda las ganancias de salud derivadas de las estrategias de inmunización, los recientes brotes de enfermedades prevenibles por vacunación ponen de manifiesto gaps persistentes en los sistemas de salud. En los últimos años las tasas globales de inmunización se han estancado. El 85 por ciento de cobertura infantil significa aproximadamente 116 millones de niños reciben sus vacunas cada año, pero también que hay unos 20 millones —la mayoría en países de extrema pobreza— que no las están recibiendo.

Pero las desigualdades en el acceso no son exclusivas de estos países. Ocurren con independencia del nivel de ingresos de los estados, si bien en aquellos con menos barreras de acceso, la corriente antivacunas sigue siendo la que condiciona las tasas de inmunización.

Avanzar en acceso en los países más pobres y fomentar la información en los de rentas más elevadas es una doble estrategia que la OMS vuelve a recordar en la Semana Mundial de la Inmunización 2019, cuyo objetivo es promover la vacunación y concienciar sobre el papel de este método de inmunización para prevenir y acabar con enfermedades en personas de todas las edades. Esto requerirá, añade la OMS, estrategias integrales y trabajar para promover los beneficios de las vacunas a través de la vida de la persona, involucrando a todos los profesionales de la salud.

Europa

En línea con la OMS, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha alertado de que algunas enfermedades prevenibles con vacunas están volviendo a Europa, afectando mayoritariamente a la población infantil. Por ello, también llaman a frenar los movimientos antivacunas, una de las grandes amenazas contra la salud pública. En este sentido también instan a la sociedad a seguir los calendarios de vacunación con el fin de no poner en riesgo la vida tanto de las personas individuales como de las que están a su alrededor.

Con el fin de resaltar los logros alcanzados con la vacunación, la EMA señala que gracias a la vacunación se ha erradicado la viruela y reducido la polio en un 99 por ciento alrededor del mundo, que entre 2000 y 2017 la vacunación contra el sarampión ha evitado más de 21 millones de muertes o que la inmunización frente al virus del papiloma humano evita que se desarrollen el 90 por ciento de los cánceres de cervix y utero.

Desde su papel, indican que como institución regulatoria se comprometen a seguir vigilantes de tal manera que todas las vacunas que salgan al mercado sean analizadas y monitorizadas con el fin de maximizar sus beneficios y reducir los posibles efectos adversos asociados a algunas de ellas.