Alberto Pérez Rubio, director médico del SACYL.

Para poner en contexto el ecosistema actual de virus respiratorios y, en concreto, la situación de la gripe, Gaceta Médica ha entrevistado a Alberto Pérez Rubio, director médico del Servicio de Salud de Castilla y León (SACYL), en el marco de las VIII Jornadas de CSL Seqirus de actualización en gripe. Así, Pérez ha compartido su visión sobre los posibles escenarios futuros que se presentan en la vacunación antigripal y de la COVID-19.

Pregunta. ¿Cuál es la situación actual de los virus respiratorios en España?

Respuesta. Los múltiples virus respiratorios, en general, tienen un comportamiento dispar en función de la temporada y en función de la cocirculación de los virus que haya. En las últimas temporadas, el COVID-19 ha arrasado con todo y ha sido monovalente. En esta temporada ha vuelto a haber una circulación normal de lo que son los virus respiratorios y entre los que se encuadra, fundamentalmente, la gripe. Porque la gripe, aunque se trata de normalizar, no deja de ser una de las enfermedades infecciosas que causan mayor morbimortalidad en el mundo y en Europa. Esa morbimortalidad se concentra en edades avanzadas: por características del sistema inmune, produce mayor afectación y mortalidad. Por eso es tan importante la protección de estos grupos utilizando vacunas que ofrecen una mayor respuesta inmunitaria a este colectivo: las vacunas inmunogénicas, dentro de las que se encuentran las adyuvadas, que han demostrado mucha efectividad y han reducido mucho el nivel de infecciones.

P. ¿Existe evidencia suficiente en torno a la gripe? ¿Qué importancia tiene la Real World Evidence?

R. Es necesaria una mayor evidencia. Se necesitan distintos estudios, resultados clínicos de la gripe que muestren si se evitan infecciones y hospitalizaciones por gripe y no solo la variable de mortalidad. Porque la gripe no es solo una infección respiratoria, sino también sistémica. El problema es que no se pueden hacer ensayos clínicos para todo. Los ensayos se hacen para el uso de las vacunas y buscan la inmunidad; son estudios inmunológicos en los que se ve cuál es la respuesta de los anticuerpos y ves si realmente responde la vacuna o no y aspectos de seguridad de la vacuna. Sin embargo, hay que dejar ya estos estudios atrás y buscar otros, no solo inmunológicos. Hay que ir hacia estudios donde se vean otras variables y que arrojen todo el escenario que engloba a la gripe, que todavía es desconocido. Estos estudios que analizan la efectividad de la vacuna antigripal en situaciones reales es hacia donde nos tenemos que dirigir para aportar mayor evidencia y convencer de la vacunación tanto a la sociedad como a los profesionales sanitarios. Por otro lado, cada vez estamos cifrando más el riesgo: ahora ya sabemos cuál el riesgo de tener un infarto agudo de miocardio tras padecer un cuadro gripal, de sufrir un ictus o de una complicación diabetogénica. Ya se empiezan a poner cifras.

P. ¿La población es consciente de la gravedad de la gripe?

R. Hemos socializado la carga de enfermedad que produce la gripe. Es fuerte, pero es verdad. Sabemos la mortalidad que tiene y está socializado. En la temporada prepandémica en España se estima que se produjeron en torno a 4.000 o 6.000 fallecimientos por gripe y más de medio millón de casos. Estamos hablando de una enfermedad realmente importante y, por ello, hay que concienciar de su gravedad y no utilizar los términos que se han usado en COVID-19, por ejemplo, “gripalizar” la COVID-19, como si la gripe fuese un cuadro banal. Además, la vacuna de la gripe, dentro del colectivo sanitario todavía es algo de lo que no todos están convencidos. De hecho, los resultados de vacunación de los profesionales sanitarios distan mucho de ser los óptimos.

“Los resultados de vacunación de los profesionales sanitarios distan mucho de ser los óptimos”

P. Precisamente, los sanitarios juegan un papel importante a la hora de transmitir que la vacunación es la herramienta de prevención más eficaz. ¿Cómo aumentar la concienciación?

R. Si el propio profesional sanitario no se vacuna es porque tiene alguna duda de la vacunación. Y si tiene alguna duda acerca de la vacuna, difícilmente va a poder transmitir la necesidad de vacunación a sus pacientes. En ese sentido, es necesario arrojar mayor luz con más estudios y más evidencia, tratando de demostrar lo que ya dijo la Organización Mundial de la Salud hace unos años: la herramienta más coste-efectiva para prevenir la gripe es la vacunación. Y, a fecha de hoy, no tenemos otra. Esta vacuna tendrá sus virtudes y sus defectos. Lo ideal sería una vacuna universal, pero tenemos la vacuna que tenemos y evita muchos casos. En eso tenemos que incidir.

P. Las coberturas vacunales en los niños son mayores respecto a las de los adultos. ¿Cómo cambiar esa tendencia?

R. La cobertura es mayor en niños por el calendario de vacunación infantil. Ahora se está tratando de olvidar y abandonar la idea del calendario vacunal infantil por uno de vacunaciones a lo largo de toda la vida, porque cada vez hay más vacunaciones en el adulto. Las vacunas no es algo solo de la infancia, sino que nos tienen que acompañar a lo largo de la vida. Y ahora se está introduciendo un nuevo concepto: el de inmunizaciones. Porque ya hay inmunización activa e inmunización pasiva que se puede introducir. En España hay muy buenos resultados de vacunación infantil –donde los pediatras tienen una labor indudable–, pero en el adulto nunca han sido los esperados y es ahí donde tenemos que incidir. El máximo exponente en la vacunación del adulto siempre ha sido la gripe, pero hay otras vacunas igualmente importantes. Convencer al sanitario de la importancia de esta y otras vacunas en el adulto es fundamental.

P. ¿Qué retos futuros se presentan en la vacunación antigripal?

R. El problema es que es una vacunación anual y todo lo que sea anual es complicado. No es como las vacunaciones infantiles, que normalmente es una y luego hay dosis de recuerdo, pero protegen. Aquí el virus tiene una capacidad de mutación muy elevada y lo que circula un año no circula al año siguiente. Predecir el futuro es complicado y ese es el principal problema. Uno hace predicciones de lo que va a circular el siguiente año y con eso selecciona la cepa que se cree que se va a parecer más a lo que va a circular en el futuro. Por eso existen años de muy buena efectividad, porque se corresponde la cepa que se ha elegido con la que ha circulado, y otros años de menor efectividad. Bien es cierto que se ha progresado mucho en vacunas y ahora ya no solo existen las producidas en huevo, que tienen un periodo de producción más largo, con problemas en la producción de los huevos, en el crecimiento, etc. Hay nuevos procesos de producción de vacunas que se han incorporado en los últimos años: las recombinantes y las de ARNm, que posiblemente disminuirán los tiempos de producción. Y esto de cara a una posible pandemia de gripe es muy importante. Pero siempre existirá la duda de la cepa que pueda circular, hasta que no encontremos una vacuna universal.

Hay nuevos procesos de producción de vacunas que posiblemente disminuirán los tiempos de producción y esto de cara a una pandemia de gripe es muy importante

P. Y respecto a COVID-19, ¿también se debería ir hacia una vacunación estacional como en gripe?

R. El COVID-19 todavía se está asentando. No se sabe bien cuáles serán los derroteros que tenga, pero todo apunta a que se convertirá en un coronavirus más, en una infección respiratoria más, dentro del cuadro de infecciones respiratorias que puede haber en cada temporada. Cada vez tendrá más un componente estacional, como suelen tener los virus respiratorios, y, en ese sentido, ya veremos si vamos hacia una vacunación anual o no. Eso todavía no se sabe. Pero el escenario más viable es una vacunación doble: frente a COVID-19 y frente a gripe.


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