La reciente publicación de una nueva recomendación condicional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el consumo de edulcorantes llevó a que los expertos participantes en el debate del workshop ‘Edulcorantes: información y ciencia’, organizado por Gaceta Médica, incidieran en la necesidad de crear políticas e impulsar la educación nutricional que se adapten a los cambios de manera progresiva.

Carlota Martínez, responsable de Nutrición y Salud de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), recordó que la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), en el plan de mejora de la composición de alimentos y bebidas, hablaba de los edulcorantes como una alternativa para sustituir los azúcares añadidos en los productos que se iban a reformular, a la vez que incidió en que “si queremos acostumbrarnos a una dieta con menor dulzor, tendremos que hacerlo poco a poco”.

Teresa Partearroyo, profesora de Nutrición en la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo, consideró que “las autoridades competentes tendrían que instar a la industria a que ponga la cantidad de cada uno de los diferentes edulcorantes que se están incluyendo en todos los productos”. Del mismo modo, insistió en que “para poder tener una fotografía real de lo que está ocurriendo en la sociedad española y poder crear políticas y educación nutricional es necesario ver en qué campo de juego estamos”.

A ello respondió Francisco Martín Bermudo, vicepresidente primero de la Sociedad Española de Diabetes (SED), quien recordó que el proceso de reformulación y las conversaciones con la industria tenían que ser progresivos, del mismo modo que utilizó como ejemplo el procedimiento que se siguió para reducir el consumo de sal en uno de los alimentos más consumidos por la población, el pan. “La sal en el pan se redujo de manera progresiva. Para ello, mantuvimos conversaciones con la industria y le dimos un plazo de cinco o seis años, donde le ofrecimos una serie de incentivos para que pudieran avanzar en ese camino”, expresó.

Los expertos señalaron que los edulcorantes son una alternativa para reducir el uso de azúcares, considerando que la reducción del dulzor en la dieta ha de hacerse progresivamente

Políticas adaptadas a todas las edades

Otra de las cuestiones que se abordó en el debate fue la necesidad de impulsar políticas alimentarias y nutricionales, así como guías, adaptadas a todas las edades, ya que en el caso de la dieta dulce la situación de la población infantil y juvenil es distinta a la de las personas mayores.

En la población infantil y juvenil creo que no tenemos ninguna duda de que hay que reducir de manera clara y drástica la dieta dulce. Sin embargo, el mundo de los mayores es muy diferente y tendrá que ser muy personalizado porque habrá que poner en el beneficio-riesgo si evitando tener una cierta presencia de dulzor en su modelo alimentario, se estarían privando de nutrientes que se vinculan a través de alimentos que se consideran fundamentales, como el calcio”, dijo Gregorio Varela, presidente de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fesnad).

José Manuel Ávila, secretario técnico de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ), quiso matizar que con la edad se va perdiendo la sensación de dulce-salado. “Decimos que nuestros padres y abuelos se vuelven golosos, pero en realidad necesitan más cantidad de azúcar y de sal para conseguir esa misma sensación de dulce-salado. Por lo tanto, tendremos que empezar a concienciar desde los niveles más bajos posibles para que el consumo de azúcar no sea excesivamente tan alto cuando lleguen a edades más avanzadas”, explicó.

Palatabilidad dulce

La palatabilidad se define como el placer que se experimenta al consumir un alimento determinado. Respecto a esta característica, los expertos coincidieron en que la sensación de palatabilidad es muy dulce. “El consumidor no decide, elige el producto y no sabe la cantidad de azúcar que tiene o de edulcorante para sustituir el azúcar. De repente, nos inundan con edulcorantes en los chips y en los ultraprocesados. Como consecuencia, los alimentos son enormemente palatables y los niños no puedan dejar de tomarlos. ¿Por qué hay que añadir más palatabilidad a los productos para que enganchen más?”, afirmó Clotilde Vázquez, jefa del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz (Grupo Quirón).

En la misma sintonía, José Manuel Ávila, añadió que en los más de 20 años que llevaban haciendo seguimiento y auditorías en los comedores escolares, la tendencia es que donde más arroz y pasta con tomate se tira a la basura es en aquellos donde el cocinero se esfuerza en hacer un tomate casero. “La razón es que no tiene azúcar y cuando el niño va a tomarse ese plato de macarrones o de arroz con tomate, no está acostumbrado a ese sabor”.

Marilourdes de Torres Aured, delegada de Nutrición del Consejo General de Enfermería (CGE) y secretaria general de la Unidad Española de Sociedades Científicas de Enfermería (Uesce), terminó diciendo que la sensación de palatabilidad dulce se está trasladando al colectivo de personas mayores. “A los ancianos que jamás habían comido dulce, ahora les gustan los alimentos dulces que consumen los niños”. Del mismo modo, incidió en la idea de que todos los cambios hay que hacerlos con acompañamiento, formación e información.

Por su parte, Ángeles Villanueva, vicepresidenta de la Sociedad Española de Farmacéuticos y Nutricionistas Comunitarios (Sefync), reconoció que el papel de la OMS, “al no aclarar cuáles son los edulcorantes que no hay que tomar, genera confusión en los pacientes y llegan a la farmacia con dudas sobre la seguridad de ciertos productos”, reconoció.

La formación e información es fundamental para mejorar hábitos de alimentación

Finalmente, Villanueva aludió a ciertas “modas” que han ido apareciendo en España, como la estevia o productos que estuvieron en boga durante décadas pasadas y que fueron más peligrosas, como las leches para niños con sabor a vainilla, o una más actual: la lactosa micronizada. Tal y como explicó la vicepresidenta de Sefync, quienes consumían estos productos, se acostumbraran al dulzor y, por tanto, provocaba que se instaurase una palatabilidad que antes no existía.


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