Un ensayo presentado durante el 64º Congreso Anual de la Sociedad Estadounidense de Hematología (ASH) afirma que las inyecciones diarias de un anticoagulante durante el embarazo no aumentaron la tasa de bebés nacidos vivos entre las mujeres con un trastorno hereditario de la coagulación de la sangre que habían experimentado dos o más abortos espontáneos previos.

Investigaciones anteriores sugieren que las personas con trombofilia hereditaria tienen un mayor riesgo de sufrir coágulos sanguíneos. El estudio presentado ha demostrado una asociación entre la trombofilia hereditaria y el aborto espontáneo recurrente, posiblemente debido a coágulos en la placenta, según afirma Saskia Middeldorp, del centro médico de la Universidad de Radboud (Países Bajos) e investigadora principal del estudio.

Por esta razón, explica, muchos médicos tratan a las mujeres embarazadas con antecedentes de trombofilia con anticoagulantes inyectables, para tratar de reducir el riesgo de aborto espontáneo, aunque ningún ensayo controlado ha demostrado que tal tratamiento sea efectivo.

“El aborto espontáneo recurrente es una condición devastadora para las mujeres y sus parejas”, señala Middeldorp. “Se ha convertido en una práctica médica común evaluar a las mujeres que experimentan abortos espontáneos recurrentes para detectar trombofilia hereditaria y tratar a las que tienen la afección con anticoagulantes inyectables, a pesar de la ausencia de evidencia de que esto mejore sus posibilidades de tener un embarazo exitoso”, destaca.

Trombofilia hereditaria

El estudio, conocido como ALIFE2, inscribió a 428 mujeres con trombofilia hereditaria y antecedentes de aborto espontáneo que nuevamente intentaban quedar embarazadas. Su edad promedio era de 33 años.

El 70 por ciento había tenido tres o más abortos espontáneos. Un total de 326 mujeres concibieron y fueron asignadas al azar para recibir atención estándar del embarazo (es decir, visitas y pruebas prenatales regulares, incluidos exámenes de ultrasonido) más una inyección autoadministrada una vez al día de un anticoagulante o atención estándar del embarazo sola.

A las del grupo de anticoagulantes se les indicó que suspendieran sus inyecciones diarias cuando experimentaran los primeros signos de trabajo de parto. Todas las participantes del estudio fueron seguidas hasta seis semanas después de dar a luz. Seis mujeres (dos en el grupo de anticoagulantes y cuatro en el grupo de atención estándar) abandonaron el estudio.

El resultado primario del estudio fue la tasa de nacidos vivos en los dos grupos. Los resultados eran casi idénticos: 71,6 por ciento en el grupo de anticoagulantes en comparación con 70,9 por ciento en el grupo de atención estándar.

Debido a que el estudio mostró que tomar un anticoagulante no mejoró los resultados del embarazo, afirma Middeldorp, ella y su equipo de investigación también recomiendan no realizar pruebas de rutina para la trombofilia en esta población de mujeres embarazadas. “La prueba de trombofilia es costosa y solo debe realizarse si tiene consecuencias terapéuticas”, advierte.

Resultados tranquilizadores

Los hallazgos del estudio deberían ser tranquilizadores para las mujeres con trombofilia que han sufrido múltiples abortos espontáneos, según explica.

“Es importante tener en cuenta que aproximadamente uno de cada tres o cuatro de todos los embarazos termina en un aborto espontáneo. Nuestro estudio mostró que, con la atención estándar del embarazo, y sin pruebas costosas ni uso de medicamentos onerosos, un poco más del 70 por ciento de las mujeres tuvieron un bebé con éxito”.


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