La irrupción de variantes está haciendo mella en los sistemas sanitarios, obligando a los países a cambiar sus prioridades en la vacunación. De cara al 2022, los expertos insisten en la necesidad de no perder de vista la prevención de la enfermedad grave, objetivo prioritario, en la vacunación. En este escenario, ya se empieza a hablar de un cambio de perspectiva en la inmunización global. ¿Se está avanzando ya en una vacuna recombinada?
Hace apenas unos meses, en julio de 2021 se gestó la hoja de ruta del SAGE de la OMS, para priorizar los usos de las vacunas COVID-19 en el contexto del suministro limitado. Tiempo después se ha vuelto a revisar esta hoja de ruta ante la aparición paulatina de variantes que en cierto modo inquietaban. Variantes que al fin y al cabo presentan mutaciones con mayor infectividad, virulencia o capacidad relativa de escape inmunológica. A pesar de todo, la búsqueda de la eficacia de las vacunas contra la enfermedad grave se ha mantenido, siendo la prioridad número uno.
A finales de 2021, Ómicron ha irrumpido de forma abrupta, convirtiéndose en la quinta variante que tiene en vilo a medio mundo. Además, las diferencias entre países en las coberturas vacunales están haciendo mella en las cifras de infecciones.
Con este escenario, expertos del Grupo Asesor Estratégico de Expertos en Inmunización (SAGE) de la OMS, remarcan en un artículo recientemente publicado en The Lancet, que las estrategias de vacunación deben permanecer enfocadas en la enfermedad grave, y que “la equidad global para lograr una alta cobertura de vacunación en adultos debe ser de al menos una dosis para minimizar el COVID grave”.
Así, los expertos de la OMS apuntan a una serie de estrategias globales de cara a 2022. La primera de ellas es continuar priorizando la prevención de enfermedades graves. En países con una alta prevalencia de infección previa y una baja proporción de la población mayor de 60 años, consideran necesario priorizar la administración de la primera dosis, ya que, aseguran, tendrá un mayor efecto en la prevención de la enfermedad grave.
Del mismo modo, aseguran que en países con una baja prevalencia de infección previa y alta proporción de población mayor de 60 años, la protección contra la enfermedad grave en adultos requiere al menos de dos dosis. También, en personas inmunodeprimidas, la evidencia respalda dosis de refuerzo de ARNm o vacunas de vectores adenovirales para prevenir la enfermedad grave. Eso sí, advierten de que “las dosis de refuerzo para todos los adultos podrían comprometer la disponibilidad global oportuna de las primeras dosis”.
¿Un cambio de rumbo?
Como apunta Ángel Gil de Miguel, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad Rey Juan Carlos, durante mucho tiempo las vacunas han estado evolucionando de forma más lenta pero con la pandemia la innovación forma parte ya del ADN del proceso.
“Se está trabajando en una vacuna triple vírica para adultos”
Hay varios proyectos interesantes que ya están en marcha, explica. “Se está trabajando en una vacuna triple vírica para adultos que lleve gripe, COVID-19, y virus respiratorio sincitial (VRS)”. En su opinión, si los laboratorios están pensando en esto es obvio que el COVID-19 se queda entre nosotros. Con la mirada en el pesado, tradicionalmente el esfuerzo que se ha hecho en vacunas ha sido a nivel pediátrico pero ahora la prioridad es proteger a toda la población, comenta.
Las vacunas combinadas es el futuro. Ya hay varias compañías que están trabajando en esta línea y que en breve comienzan con los ensayos. “Se está aplicando mucha innovación”, apunta Gil de Miguel. Y lo importante, añade, es que cada vez son vacunas más seguras, más eficaces y con formulaciones nuevas.