Lucía Barrera, Directora de
Gaceta Médica
| viernes, 30 de octubre de 2015 h |

De nuevo la falta de equidad de nuestro Sistema Nacional de Salud está en el punto de mira. El estudio que ha presentado la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), fundamentado en una encuesta a oncólogos de 77 hospitales españoles vuelve a corroborar, esta vez con nombres y apellidos de 11 fármacos, las diferencias de acceso que hay entre las comunidades autónomas y los centros de un misma región. Desde que un fármaco obtiene la aprobación de la Aemps hasta que se prescribe transcurren de media dos años. Y de los medicamentos analizados, cuatro de ellos superan los 19 meses desde la fecha de fijación de precio de reembolso hasta su primera prescripción.

La causa no es otra que las barreras que existen antes de la decisión de los oncólogos. Los Informes de Posicionamiento Terapéutico no están funcionando para evitar las reevaluaciones de las distintas comisiones. Su labor ha quedado diluida. De hecho, casi un 38 por ciento de los oncólogos detectan trabas para prescribir estos fármacos. Unas trabas que proceden más del propio hospital que de la comunidad autónoma, según los especialistas. Este panorama se completa con la falta de transparencia: hay problemas para saber la fecha de fijación de precio de reembolso, quién compone las múltiples comisiones que se encargan de adoptar decisiones y se desconocen sus baremos y sus resultados.

El resultado impacta directamente en la salud de los pacientes. A esto se suma, además, que casi la mitad de los especialistas no tiene procedimientos para la derivación a otros centros, lo que también podría restringir la oportunidad de buscar el tratamiento en otro centro.

La encuesta de la SEOM pone cifras a un problema sobradamente conocido. El sistema debe cambiar y para ello es necesario una estrategia nacional, que sea proactiva y no reactiva —que reaccione antes de que la innovación “se le eche encima” como sucedió con la hepatitis C—, que establezca nuevos sistemas de evaluación centrados en resultados más que en ensayos clínicos y que apueste por los registros, bases de datos e indicadores de calidad.