C.S. Madrid | viernes, 09 de septiembre de 2016 h |

Hace unos años, un base, un escolta y un alero eran ‘Los tres mosqueteros’ del baloncesto madrileño. Tres amigos inseparables que vivían por y para la pelota, hasta que un día al base le diagnosticaron leucemia. Falleció tres meses después. En ese momento, el escolta se alejó de todo lo que tenía que ver con Óscar (el base); y el alero, ahora oncólogo médico del Hospital Universitario Ramón y Cajal, Enrique Grande, decidió que haría todo lo posible para que “no hubiese más ‘Óscar’ en el mundo” y se decantó por esta especialidad. Además, es de las pocas personas que tienen la suerte de haber conocido a Santa Claus y haber estado en su casa en Laponia. “Es mágico”, subraya Grande, quien tiene de grande; mucho más que el apellido y “el tamaño”.

Pregunta. Sé que no es fácil empezar una entrevista pidiéndole al entrevistado que se describa, pero… ¿qué tiene de grande el doctor Grande?

Respuesta. Risas. De grande tengo el tamaño. Tengo muchísimos defectos pero siempre intento contribuir a que todo lo que hay a mi alrededor sea un poco mejor.

P. ¿Cómo te imaginabas tu vida cuando eras (más) joven?

R. Me imaginaba que sería jugador de baloncesto. Para nada pensaba en mí teniendo una vida ‘normal’. Era bastante independiente. Siempre me imaginé solo, pero al final vas madurando y descubres que hay cosas que son complementarias e imprescindibles.

P. Me consta que eres un empedernido de los viajes, ¿de dónde surge esa pasión?

R. Menos Oceanía, he estado en todos los continentes. La primera vez que viajé tenía tres meses y me llevaron a la playa de San Juan (Alicante). Ahora la vemos cerca, pero en los años 70 —¡qué mayor soy!— estaba a siete horas en coche. Aparte, recuerdo perfectamente el primer vuelo que cogí a Canarias y el primero intercontinental, a Perú. Lo recuerdo como si fuera ayer. He tenido la suerte de visitar más de 50 países y, a pesar de eso, sigo poniéndome nervioso cada vez que despega un avión. ¡Espero no perder eso nunca!

P. En una sociedad donde priman los ‘por si acaso’, ‘y si hubiese’, ‘es que’; ¿eres de los que se arriesgan?, ¿hay algo que en su día no hicieras por los ‘no vaya a ser’?

R. De antes de casarme, no me arrepiento de nada y de después, tampoco. Con una salvedad. Y es que tengo una pequeña espinita clavada; la de no haber vivido en el extranjero. Una cosa es viajar y otra vivir. No me arrepiento, pero sí que me hubiese gustado vivir esa experiencia.

P. Con tanto viaje, me acuerdo de ‘El viaje de Marco Polo’. ¿Leeremos algún día ‘El viaje de Enrique Grande’?

R. ¡No! Soy muy malo escribiendo.

P. ¿Sufre el SNS del ‘mal de altura’?

R. Siempre se tienen expectativas y cuando estas son tan altas, a veces no apreciamos lo que tenemos. Yo sugiero ir a otros países muy desarrollados y tener un problema de salud. Es ahí cuando se echa de menos el SNS de España.

P. Muchos expertos inciden en la necesidad de fomentar la investigación en tumores infrecuentes, pero para poder avanzar en este aspecto, hay que mejorar en otros (políticos, sociosanitarios, económicos…), ¿por dónde y cómo se empieza este puzle?

R. Sinceramente, envidio estructuras que tienen otros países y que no suponen más recursos, sino todo lo contrario; suponen ahorro. Para los tumores poco frecuentes, desafortunadamente la investigación va con un poco de retraso. Tenemos que cambiar un poco la estructura y crear, no sé si CSUR, Centros de Excelencia o como me gusta llamarlos… Centros de Experiencia.

P. El escritor francés Hipólito Taine decía: Viajamos para cambiar, no de lugar, sino de ideas, ¿tiene que ‘moverse’ más la oncología? ¿y tú?

R. Sonríe. Viajando, siempre se aprende.

PÍLDORAS

Un viaje inolvidable: A Laponia.

La mejor hora del día: Cuando me acuesto.

Un sueño: Vivir un par de años en Nueva York.

Una canción: Como Camarón, de Estopa.

Una afición confesable: Ver el fútbol en la televisión. Son las dos horas de la semana en las que realmente no se piensa en nada más.

¿Qué no puede faltar en tu equipaje?: Una muda. Risas.

¿Qué tres deseos le pedirías al genio de la lámpara?: A nivel suprafamiliar, que vaya todo bien; que encontrásemos la píldora mágica para acabar con esta enfermedad y que subiese el nivel de educación en nuestro país.