La vacunación previene cada año entre 3,5 y cinco millones de defunciones por enfermedades tales como el tétanos, la tosferina o la gripe, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La creciente disponibilidad de vacunas seguras y eficaces es el principal activo para reducir el riesgo de contraer enfermedades y evitar las complicaciones asociadas. Sin embargo, pese a los enormes progresos realizados y las altas tasas de inmunización en la población infantil y adolescente en España, la cobertura vacunal en adultos aún está por debajo de la esperada y “hay mucho camino por recorrer”.

Así lo destacó Glòria Mirada Masip, de la Agencia de Salud Pública de Cataluña, durante las XXXII Jornadas Internacionales sobre Actualización en Vacunas que organizó, entre el 15 y el 16 de febrero, el Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Universitario 12 de Octubre. En su intervención, Mirada aportó algunas de las claves para concienciar a los ciudadanos de la importancia de la inmunización y conseguir unas coberturas de vacunación más cercanas a los objetivos del Ministerio de Sanidad para el 2025.

Según expuso, con datos del Sistema de Información de Vacunaciones del Ministerio de Sanidad (SIVAMIN), extraídos en la última actualización de enero del 2024 y referentes al año 2022, la cobertura vacunal aumentó respecto a 2021 en lo relativo a la población infantil y adolescente. Las comunidades registraron excelentes datos de inmunización con la vacuna hexavalente, por encima del objetivo del 95 por ciento con 3 dosis; y se contabilizaron cifras récord en la vacunación contra neumococo durante el primer año de vida. También en adolescentes los resultados fueron positivos, incrementándose las coberturas de vacunación de las tres vacunas administradas en esta tapa de vida (Td, Men ACWY y VPH en mujeres).

“En la inmunización antigripal, sólo cumplimos con el objetivo de más de un 75 por ciento en los mayores de 75 años”

Coberturas mejorables

Pero las buenas noticias se acaban ahí, porque la vacunación en adultos, en lo relativo a la inmunización antigripal, no solo no alcanzó los objetivos establecidos, del 75 por ciento, sino que descendió respecto al año anterior tras el efecto positivo que significó la pandemia en la vacunación. La campaña registró en 2022 un descenso en las coberturas respecto a las alcanzadas en la temporada anterior, tanto en personas de 65 a 74 años como en mayores de 75. Entre estos grupos, “sólo cumplimos con el objetivo de más de un 75 por ciento en los mayores de 75 años”, tal y como destacó la especialista. La principal bajada se dio en el grupo de profesionales sanitarios, en el que el porcentaje de vacunación cayó del 59,9 por ciento en 2021 al 50,8 por ciento en 2022.

Además, Mirada anticipó que los datos provisionales de este año (2023) indican que la tendencia sigue en descenso; “por lo tanto, tenemos un problema importante”. En adultos, además de las bajas coberturas, la experta subrayó que existe también un problema de registros, “ya que la plataforma del Ministerio solo abarca la vacunación en mayores de 65 años, y de éstas solo tenemos información de la gripe. Faltan datos de cobertura de vacunación frente al neumococo, el tétanos (Td) y el herpes zóster”.

En el caso del herpes zóster (HZ), el Calendario Común de vacunación a lo largo de toda la vida incluyó en 2023 la vacuna de subunidades recombinante adyuvada, para adultos mayores de 65 años y mayores de 18 años con patologías de riesgo, como los receptores de trasplante de progenitores hematopoyéticos, receptores de trasplante de órgano sólido, en caso de infección por VIH o tratamientos con fármacos anti-JAK, entre otros grupos. Así lo recordó Lizbeth Patricia Cabrera, del Servicio de Medicina Preventiva del Hospital 12 de Octubre, en su intervención sobre ‘Vacunación en inmunocomprometidos’. Para HZ, el objetivo del Ministerio para 2025 es contar con una cobertura de vacunación en personas de 66 años y 81 años, con la pauta completa de dos dosis, superior al 50 por ciento.

Entre los grupos de riesgo, las coberturas vacunales también “son mejorables”, según indicó Cabrera, quien resaltó algunas de las barreras de la inmunización como el mencionado problema de acceso a los registros de vacunación, el desconocimiento de los beneficios de las vacunas, las dudas sobre su seguridad, la percepción de la ausencia de riesgo o las informaciones falsas sin base científica. Contra estos obstáculos, exclamó que “la mejor vacuna es la que se administra al paciente”.

Crear un clima de confianza

Por su parte, Glòria Mirada incidió en que la promoción de las vacunas en adultos, así como la concienciación de esta población, debe empezar por los profesionales sanitarios. “Es crucial que quienes transmiten la información estén convencidos. Tenemos que empoderar a los profesionales sanitarios, proporcionándoles conocimientos, habilidades y recursos necesarios para que puedan desempeñar un papel activo”, subrayó en su intervención, en la que expuso la importancia del diálogo con el paciente para crear un clima de confianza, así como la necesidad de informar de los beneficios y, sobre todo, del riesgo de no vacunar.

“En el caso del herpes zóster, lo primero es informar sobre la enfermedad y explicar lo que puede producir la neuralgia postherpética (NPH)”

En ese sentido, la especialista precisó que, aunque los objetivos de coberturas de gripe y COVID-19 son más complejos de alcanzar por su carácter estacional, se debe hacer un esfuerzo por fomentar la cultura de la vacunación en adultos, estableciendo un Programa del adulto sano, con el objetivo de mantener informada a esta población. “En el caso del herpes zóster, lo primero es informar sobre la enfermedad, explicar que el virus de la varicela zóster (VVZ) está acantonado y lo que puede producir la neuralgia postherpética (NPH), la complicación más común del herpes zóster; así como los riesgos y secuelas que puede tener”, ilustró Mirada.

Según señaló, entre 55 y 75 por ciento de la población acepta la vacunación, mientras que sólo un dos por ciento la rechaza por completo. En medio queda un grupo cuantioso de personas que puede tener dudas, pero se sigue vacunando; e incluso un pequeño número que puede ser selectivo con las vacunas. Mirada puso el foco en este grupo de indecisos, a los que hay que informar de que tiene indicada una vacuna, indagar sobre sus preocupaciones y ganarse su confianza, puesto que alrededor del 75 por ciento aceptan las recomendaciones de los profesionales sanitarios. “Tenemos que hacer una prescripción activa de la vacunación como parte del tratamiento”, subrayó.

Hacer llegar el mensaje

Para abordar la indecisión, uno de los principales retos que identifica la experta, puso de relieve la necesidad resolver las dudas de los pacientes con información sencilla y fácil de entender, disponer de agendas con horarios amplios y flexibles y recordatorios automatizados; pero reiteró, sobre todo, que “no hay que perder ninguna oportunidad de vacunar”. En cuanto a las campañas, Mirada instó a agilizar su llegada y adaptarlas a los distintos grupos de población. “A una persona joven, por ejemplo, no podemos enviarle un mensaje por Facebook, al igual que no debemos mandarle un SMS a una persona de 90 años, cuando sabemos que no lo va a leer”, recordó.

“Tenemos que contar también con los agentes sociales y líderes de opinión que puedan hacer llegar el mensaje de la vacunación, sobre todo en sectores de la población a los que históricamente cuesta más llegar. Es imprescindible el apoyo de las sociedades científicas, asociaciones de pacientes, colegios profesionales y a las farmacias comunitarias. Cuando los pacientes van a buscar la medicación, ese es un buen momento para trasladar información y llevar a cabo una sensibilización”, detalló Glòria Mirada en conversaciones con Gaceta Médica.


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