Durante el punto álgido de la pandemia los profesionales de las Unidades de Cuidados Intensivos han sostenido la sanidad española. La tensión que han sufrido servicios como el del Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro, ha supuesto uno de los retos asistenciales más grandes de los últimos tiempos.

Mª Carmen García Torrejón, Jefa de Servicio de Medicina Intensiva y de la Unidad de Cuidados Intensivos del centro madrileño, se ha situado al frente del equipo, que ya fue reconocido en los Premios Best In Class (BiC) con una Mención de Honor. Sobre el extraordinario desempeñado y lo que está por llegar ha hablado su responsable, en una entrevista exclusiva con Gaceta Médica.

Pregunta. ¿Cómo ha encarado el servicio de UCI la crisis sanitaria generada por la Covid-19?

Respuesta. La crisis sanitaria del Covid-19 requirió cambiar nuestra manera de trabajar, obligándonos a reaccionar con anticipación, flexibilidad, agilidad y máxima coordinación. Un “tsunami” al que se respondió con importante compromiso individual por parte de todo el equipo de la UCI del Hospital Universitario Infanta Elena, con un gran esfuerzo personal, profesional y también familiar.

Han sido semanas muy duras para cada uno de nosotros, pero gracias al coraje, la profesionalidad y la actitud de todos hemos podido realizar un gran trabajo de equipo, y gracias a ello seremos todavía más equipo, y sobre todo más humanos.

P. ¿Con qué recursos ha contado la unidad a lo largo de esta crisis?

R. La magnitud de lo que ocurrió a los pocos días de iniciarse esta pandemia no lo podía prever nadie, pero en nuestra unidad se aportaron los medios materiales y humanos necesarios para avanzar en este proceso inédito y lograr salvar vidas. Hubo que manejar el desconcierto inicial, aprender rápido, conseguir lo que faltaba haciendo acopio de material, en especial de monitores y respiradores, en un contexto de gran escasez a nivel nacional e internacional.

Quizás el mayor reto fue reforzarse de personal, sobre todo de médicos intensivistas. Por fortuna, rápidamente ofreció su ayuda el Servicio de Anestesia y Reanimación del centro, poniéndose a trabajar conjuntamente con el personal de la UCI, y permitiendo así ofrecer una asistencia de calidad a todos nuestros pacientes. Adicionalmente, se realizaron nuevas contrataciones de personal médico y de enfermería para responder tanto al incremento de pacientes como a las bajas laborales que se han registrado. Asimismo, se desplazaron profesionales de otros centros del grupo.

Rápidamente ofreció su ayuda el Servicio de Anestesia y Reanimación del centro, poniéndose a trabajar conjuntamente con el personal de la UCI

En la primera semana de la crisis se añadieron 18 camas adicionales a la UCI frente a las 8 camas de las que partíamos, duplicando en esta medida la capacidad inicial del centro. A ellas se sumaron 11 camas de cuidados intermedios respiratorios. Por otro lado, hubo que cambiar la infraestructura del centro, comenzando a reconvertir unidades para ampliar la UCI y conseguir un mayor número de camas de cuidados intensivos. Por ejemplo, la unidad de reanimación y despertar, quirófanos, y el Hospital de Día, en el que se habilitó la Unidad de Cuidados Intermedios Respiratorios.

P. ¿Cómo se han volcado el resto de servicios del hospital para dar asistencia a los pacientes críticos?

R. Esta crisis sanitaria tiene que merecer un antes y un después porque nos ha demostrado que la atención sanitaria en general mira por la persona. Y es que internistas, cardiólogos, digestólogos, alergólogos, neurólogos, etc. han formado parte de los equipos de las diferentes unidades de atención al Covid-19, tanto en el hospital como de forma extrahospitalaria. Por otro lado se formó equipo, como ya hemos comentado, junto con anestesistas del centro, en la atención del paciente crítico.

P. ¿Cómo se ha afrontado la situación respecto a las camas de UCI? ¿Con cuántas cuentan habitualmente y en qué número se han incrementado?

R. Durante esta crisis sanitaria del Covid-19, la Comunidad de Madrid ha contado con 1.700 camas de UCI hospitalarias. En condiciones normales, Madrid cuenta con 641 plazas de UCI. Aunque los datos actuales de evolución son optimistas, todavía no estamos cerca de volver a parámetros habituales. No tenemos tantas camas de UCI como en el resto de Europa, Alemania por ejemplo tiene cuatro veces más, y por ello esperamos que esto sirva para futuro. No solo en el aspecto de dotación de camas hospitalarias de UCI en España, sino también como reconocimiento de nuestra especialidad y de crecimiento de las plantillas de profesionales de intensivos en los centros hospitalarios.

En nuestra unidad el proceso de desescalada ha sido paulatino y progresivo, y en estos momentos hemos podido recuperar la dotación inicial de la unidad de 8 camas, disponiendo además de 12 camas adicionales y disponibles ante la posibilidad de cualquier repunte de la Covid-19.

Personal sanitario de UCI del Hospital Universitario Infanta Elena durante la crisis del Covid-19.

P. La Medicina Intensiva ha sido fundamental para sobrepasar el pico de la pandemia, ¿cómo valorar el papel que ha desempeñado en su hospital?

R. Desde que el coronavirus llegó a nuestras vidas, las UCIs han pasado de ser unidades prácticamente desconocidas por la ciudadanía en general, a ser un pilar fundamental para la supervivencia de los pacientes más graves afectados por la enfermedad.

Los intensivistas hemos tenido que hacer un “máster” exprés en este virus, leyendo y revisando artículos científicos publicados a este respecto para conocer cómo salvar una vida al día siguiente, porque el tratamiento eficaz es y sigue siendo muy desconocido.

En definitiva, el Servicio de Medicina Intensiva ha liderado y aprendido el manejo del paciente crítico Covid-19 en todas las áreas del hospital.

P. El pasado 12 de mayo se celebró el Día Internacional de la Enfermería, ¿cómo han vivido la situación las enfermeras de UCI en su hospital?

R. La enfermería, que lleva más de dos décadas reclamando tener especialidades como los facultativos, se ha reconvertido para dar apoyo allí donde ha hecho falta, con largas jornadas de trabajo y sin poder desconectar. En mi opinión, han sido verdaderos héroes, siempre al pie del cañón, durante estos dos últimos meses de días interminables para todos. Pero también han pasado miedo (“nos podemos llevar el virus a casa”), y la gran mayoría de ellos no ha tenido vida personal. Ni siquiera han visto a sus familiares por el riesgo de contagio.

En definitiva, todos (médicos y enfermeras) hemos vivido en un entorno laboral de gran dramatismo al ver los fallecimientos, siempre con la amenaza de la posibilidad de contagio al llegar a casa y pensando seguir trabajando al día siguiente.

P. ¿Cuál es el estado actual del servicio? ¿Cómo se prepara para un eventual repunte de casos?

R. Han sido semanas muy duras, tanto para nuestros pacientes y sus familias, como para cada uno de nosotros, pues además han tenido un elevado coste humano. Y, aunque en estas fechas se empieza a ver la luz, esta pandemia todavía no está erradicada, por lo que debemos prepararnos e incorporar a nuestro trabajo futuro todo lo aprendido durante esta crisis, y así poder adaptarnos fácilmente a las vicisitudes del futuro repunte de casos, que nadie descartamos. Por todo ello, hemos ampliado la UCI de nuestro centro a 18 camas, perfectamente dotadas de material, con 11 de ellas reservadas y destinadas de forma exclusiva a Covid-19.

Estamos preparados para un eventual repunte, habiendo salido fortalecidos de esta crisis, siendo más solidarios, más equipo y quizás más humanos. Además, contamos con nuestros compañeros del Servicio de Anestesia, ya replegados en su labor de quirófano pero, eso sí, manteniendo una alta capacidad de respuesta y de adaptación de cara a la unificación de ambos equipos, si precisáramos de su ayuda.

P. La Covid-19 ha sacado a la vista pública el enorme trabajo humano que desempeñan los profesionales, ¿qué destacaría de esa relación sanitario-paciente durante la pandemia?

R. La relación con el paciente ha sido muy delicada: en la valoración inicial de nuestros enfermos hemos podido comprobar que están asustados, vienen con sobreinformación. Conocen la gravedad de la situación y saben que no pueden estar con sus familiares mientras se encuentran en el hospital. Les hablamos para que ayudar a reducir el nerviosismo, los animamos.

En la valoración inicial de nuestros enfermos hemos podido comprobar que están asustados, vienen con sobreinformación

Nuestra jornada laboral ha cambiado radicalmente en estos últimos meses. Ahora cada día nos vestimos con los EPIs, pijamas desechables, gafas, mascarilla, bata impermeable, guantes, lo que hace mucho más difícil un aspecto fundamental del trabajo, “comunicarte con el paciente”. Les hablamos constantemente, les tocamos y les damos la mano. Están solos, no tienen a nadie cercano y nosotros entramos al box de UCI casi irreconocibles. Lo que los sanitarios no dicen a los pacientes es que ellos también pasan miedo.

Esta crisis sanitaria tiene que marcar un antes y un después también en cuidados intensivos, pues la UCI, en ese ambiente tan tecnológico y tecnificado en el que nos movemos, tiene que mirar también por la persona, siempre a sabiendas que “la UCI da vida”.

Y por último, mi más sincero agradecimiento y reconocimiento a cada uno de los profesionales que integran el equipo humano de atención al paciente crítico del Hospital Universitario Infanta Elena. Es un orgullo formar parte de este equipo, que no sólo ha sido un referente en el cuidado de estos pacientes, sino también por estar en lo más alto de los valores profesionales y humanos que el destino nos ha deparado.


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