Los medicamentos peligrosos son considerados por la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo (EU-OSHA) como el factor de riesgo químico más importante en sanidad. Sin embargo, en Europa hay más de 12,7 millones de profesionales de la salud potencialmente expuestos a estos fármacos, de los que 7,3 millones son enfermeras y enfermeros. Carolina Díaz de Mera, por ejemplo, ha sido y es una de esas enfermeras expuestas diariamente al peligro, sobre todo cuando trabajó en el área de oncología del Hospital Universitario Gregorio Marañón.

Aunque ahora es supervisora de pediatría de este mismo hospital, Díaz no ha dejado de enfrentarse a esta situación en su vida profesional y, como consecuencia de su experiencia, ha colaborado, junto a 12 enfermeras, en la elaboración de la Guía para la monitorización de superficies con medicamentos peligrosos.

Carolina Díaz de Mera sujeta la Guía de medicamentos peligrosos

“Depende del día. Un fármaco como puede ser el aciclovir, que se considera peligroso, lo podemos manipular tres veces al día para un paciente que lo necesita cada 8 horas. Y así con otros muchos”, asegura Díaz.

Los expertos aseguran que, con una exposición a largo plazo a estas sustancias, pueden acarrear consecuencias graves en la salud de quienes los manipulan. Desde “lesiones cutáneas o respiratorias, hasta, incluso, la aparición de algún tipo de tumor“.

A pesar de que no haya ninguna conclusión que avale que este tipo de enfermedades se deban cien por cien a esta situación, la enfermeras aseguran que la tasa es elevada entre aquellos que están en constante contacto con estos medicamentos. “Tienes más papeletas”.

Por ello, la experta pide un seguimiento de este personal, con el que poder hacer un estudio de las posibles consecuencias de estar expuestos a este peligro, tanto a corto como a largo plazo.

“Yo he estado 16 años y se supone que estoy sana, pero no sé si dentro de 10 años voy a desarrollar un cáncer de mama, por ejemplo. Nadie me lo va a asegurar porque no existe un seguimiento con el que podamos estar más vigiladas“.

“Además -añade-, ese seguimiento podrían aprovecharlo para hacer un estudio y ver las consecuencias de trabajar durante muchos años en estos puesto de trabajo”.

Medicamentos peligrosos, ahora conocidos

Con esta guía, detallan sus autoras, tienen el objetivo de monitorizar los medicamentos peligrosos en las unidades de enfermería, fuera del servicio de Farmacia Hospitalaria. Es decir, un libro en el que se especifican fármacos “diana”, ante una larga lista que “es imposibles de monitorizar en todo su conjunto”.

Como la doxorrubicina, 5-fluorouracilo, metotrexato; además de ganciclovir, tracolimus, micofenolato, Bacillus calmette Guerin(BCG), epirrubicina, doxorrubicina pegilada, paclitaxel, azacitidina, ciclosporina o fenitoína.

“O como es el aciclovir o el fluconazol, que son de uso normal y que, antes de que apareciese la guía de medicamentos peligrosos, no conocíamos. A raíz de estos estudios que hemos hecho, ahora sabemos que son peligrosos y nos protegemos un poco más para prepararlos“, afirma Díaz.

Unas de las áreas en las que estos medicamentos peligrosos forman parte del día a día de las enfermeras, según indica Díaz, es, por ejemplo, un hospital de día.

“Cuando he estado en un hospital de día y he tenido que poner ciclos de quimioterapia a unos 50 pacientes junto a mis compañeras, al final he estado poniendo, quizás, 10 u 11 bolsas de quimioterapia a distintos pacientes“, rememora.

De pinchar a desenroscar

En la actualidad, “por suerte”, las enfermeras cuentan, además de con su propia protección de mascarillas, bata, gafas y guantes, con la protección de unos sistemas de cerramiento de los fármacos que los hacen más seguros. Es decir, los sistemas cerrados de los fármacos diluidos que deben administrarse por goteo, por ejemplo. Pero esto no siempre fue así.

“Cuando empecé en la oncología no existían los sistemas cerrados. Nosotros, cada vez que íbamos a administrar un citostático, teníamos que pinchar la bolsa donde venía la medicación. Y, claro, eso lo que conllevaba es que si no la pinchabas bien para conectarlo al sistema, corrías el riesgo de que se te abriese“, rememora la experta.

Para muchos, cuenta Díaz, la introducción de estos mecanismos fueron el “novamás”, con los que ganaron “una seguridad bárbara”. A pesar de que gracias a estos avances se redujeron este tipo de accidentes, otros medicamentos todavía no se lo ponen tan fácil a estos profesionales.

“Hay un poco de todo. Hay medicamentos que son pastillas, que se las das directamente al paciente, y otros que vienen en viales y tienes que prepararlos antes de administrarlos. Normalmente, o es un vial o es una ampolla que tú extraes, lo metes al suero y ya lo administras”.

Y aunque muchos medicamentos que las enfermeras como Díaz preparaban antiguamente en planta ya no se elaboran ahí, ahora es el servicio de Farmacia Hospitalaria quien se encuentran más expuesto al peligro, puesto que son ellos quienes, además de manipularlos, los preparan.

Por ello, la enfermera se muestra esperanzada de que, algún día, la Inteligencia Artificial se encargue de asegurar un poco más la seguridad de todos los profesionales sanitarios.

Puede ser que en un futuro la Inteligencia Artificial llegue a prepararlo. Y ojalá lo vea. Creo que sería una medida de seguridad más, sobre todo para las personas que están en la campana preparando todos estos fármacos. Sería una ventaja”, concluye.


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