La vacunación a lo largo de la vida está cobrando cada vez más importancia. A pesar de que España cuenta con uno de los mejores calendarios de vacunación –recientemente se ha aprobado el calendario nacional para 2023–, las coberturas en el adulto no son tan altas como en la edad pediátrica y Jaime Jesús Pérez, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV) hace hincapié en una entrevista con Gaceta Médica en la importancia de cambiar esta tendencia.

Pregunta. ¿Qué valoración hace del nuevo calendario nacional aprobado para el año 2023?

Respuesta. Creo que es un calendario que salda alguna deuda. Consigue poner el calendario de vacunas español como, tal vez, uno de los mejores del mundo. Tenemos las mejores coberturas del mundo, lo que hace que nuestra población sea una de las más protegidas. Se han ido incorporando nuevos antígenos, como el herpes zoster en mayores, el meningococo B en niños, el virus del papiloma humano en varones, la gripe en niños… Podemos decir que, comparándolo con otros países, está en la vanguardia total en cuanto a la incorporación de antígenos y en cuanto a coberturas. En concreto, tenemos varicela incorporada desde hace muchos años, a diferencia de otros países. Nos puede quedar alguna vacuna de la que habrá que hablar en el corto plazo, pero ahora mismo es un calendario muy completo.

P. El nuevo calendario establece que la vacunación frente a meningococo B, gripe y herpes zoster se implementarán a nivel autonómico antes del fin de 2024. Por ello, las comunidades tienen hasta dos años para implementar dichas vacunas. ¿Cómo podrían afectan esos posibles diferentes ritmos de implementación?

R. Hay que tener en cuenta que las comunidades autónomas tienen que presentar sus presupuestos en fecha y cuando ya se aprueba el calendario es complicado contemplarlo dentro de las cuentas, muchas veces, por cuestiones meramente administrativas. Por eso quedan esos márgenes, para que las CC. AA., sin necesidad de aprobarlo en esos plazos, sí puedan cumplir con el compromiso. Es cierto que las diferentes incorporaciones se han ido produciendo de forma progresiva en los últimos meses, pero ha habido poco tiempo para que se pueda incluir al hacer el presupuesto de las CC. AA. y después proceder administrativamente a la compra de las vacunas, que es un proceso que tiene sus tiempos.

P. En su opinión, ¿qué vacunas deberían ser las siguientes en el proceso de evaluación de cara a ser incluidas en el calendario nacional?

R. Hay una vacuna que lleva desde 2010 autorizada y que varios países la han ido incorporando progresivamente, que es la del rotavirus. Ahora mismo, es la única vacuna que queda fuera del calendario común y solo una comunidad ha dado el paso de incluirla. Es cierto que, afortunadamente, no causa muertes, sino una enfermedad molesta y frecuente, como es la gastroenteritis por rotavirus, pero sí causa hospitalizaciones. Así, es una de las vacunas que se evaluarán dentro de poco y veremos si es favorable o no. Estamos en un momento en el que no hay mucho arsenal vacunal preparado para evaluar, porque se ha evaluado todo y hemos tenido la suerte de que se ha hecho de forma favorable.

P. ¿Considera necesario incluir las vacunas COVID-19?

R. Creo que hay que dar un poco de tiempo. Una cosa es que estemos administrándola y poniéndola este año a los mayores de 60 años y otra es cómo va a quedar de forma definitiva. El calendario es una herramienta muy versátil y modificable, tiene que ser ágil en sus modificaciones, pero si entra una vacuna en el calendario, tiene que ser con una certidumbre de que no va a cambiar el calendario respecto a esa vacuna en los próximos tiempos. Lo más prudente es ir haciendo evaluaciones periódicas sobre cuáles son las prácticas que habrá que hacer con la vacunación COVID-19.

P. ¿Cómo valora el nuevo sistema de información nacional de vacunas (SIVAIN) que el Ministerio ha anunciado que está trabajando con las comunidades?

R. Va a tener un efecto redundante positivo. Es un asunto de extraordinaria complejidad y un gran trabajo que todo el mundo debería valorar. Tener todos los datos de vacunación de un país en un microregistro no es sencillo. Sin embargo, las consecuencias positivas son muy grandes porque, en primer lugar, cuando una persona viaje de una comunidad a otra, tendrá su registro nacional vaya donde vaya y podrá consultar sus vacunas administradas. Además, también repercutirá de forma positiva en que haya una historia vacunal única. En definitiva, redundará en un mejor uso de los recursos y en una mayor seguridad para los pacientes. 

P. España destaca por las altas coberturas vacunales en edad pediátrica, pero no ocurre con mismo con la vacunación del adulto. ¿Qué recomendaciones realizaría la AEV para conseguir un cambio de tendencia?

R. El adulto siente que tiene que proteger más a sus hijos de lo que tiene que protegerse él. Hay que tener en cuenta que la pediatría siempre ha estado vinculada a las vacunas, pero no ocurre lo mismo en la medicina de familia y es una tendencia que hay que cambiar para que los profesionales que tratan a la población adulta vayan incorporando las vacunas progresivamente como uno de los puntos importantes dentro de la vida sana y prácticas saludables que debe tener la población. Cada vez cobran más importancia las vacunas en el adulto y en los próximos años ocurrirá –y ya está ocurriendo– un cambio de paradigma.

P. En estas últimas semanas se ha producido un repunte de los virus respiratorios, como COVID-19, gripe o VRS. Mientras que para COVID-19 y gripe tenemos vacunas con una eficacia aceptable, para VRS no. ¿Qué puede decir sobre los avances científicos en el desarrollo de nuevas vacunas o anticuerpos para prevenir esta infección respiratoria/bronquiolitis?

R. Es tal vez el campo más apasionante que tenemos para los próximos años. Hay varios anticuerpos monoclonales en desarrollo, uno de ellos destinado a utilizarse en la infancia, y también vacunas para la población adulta mayor de 60 o 65 años y una vacuna para embarazadas. Vamos a pasar de no tener nada frente a VRS, a tener una importante artillería, tanto de anticuerpos monoclonales para niños, como de vacuna para embarazadas y vacunas para mayores, porque la bronquiolitis también tiene una alta carga de enfermedad en la edad adulta y supondrá una fuente de prevención importante.

P. Otra cuestión de actualidad son las resistencias antimicrobianas. ¿Cómo contribuye la vacunación a evitar este problema?

R. Las vacunas tienen mucho que decir en este aspecto, porque las resistencias antimicrobianas son una de las alertas en salud global, en One Health, por las cifras en cuanto al número de muertes que se pueden producir si no conseguimos frenarlo. Las vacunas de la gripe, por ejemplo, consiguen que haya menos cuadros de gripe en edad pediátrica o edad adulta, con lo que hay menos prescripciones de antibióticos. Además, la gripe, en ocasiones, se puede confundir con un cuadro bacteriano y se hacen prescripciones innecesarias que se pueden evitar si se evita el cuadro gripal. También ocurre que, tras la gripe, se producen complicaciones, como neumonía. Por tanto, evitando la gripe, se evitan esas complicaciones. Las vacunas neumocócicas tienen también un papel fundamental en la lucha contra la resistencia antibiótica. Y, por otra parte, están en desarrollo vacunas destinadas a infecciones más específicas que se caracterizan por tener mucha resistencia antimicrobiana o por ser muy frecuentes y tener un uso de antibiótico de forma masiva.

P. A modo de conclusión, ¿por qué debemos seguir insistiendo en la vacunación y qué beneficios trae para la sociedad?

R. En primer lugar, porque siempre es mejor prevenir y estar sano, que enfermo. Es algo básico que hacen las vacunas. Eso es fundamental, porque hay muchas patologías que, llevando una vida sana, podemos controlarlas. Con la vacuna COVID-19 está claro. Estamos en un momento en el que nos vamos a poder juntar en Navidad porque hemos podido vacunar de forma muy rápida a más del 90 por ciento de la población. Se estima que se salvaron más de 400.000 vidas en el primer año de la pandemia en España y más de 20 millones en todo el mundo. Además, en Estados Unidos se habla de que la vacunación COVID-19 ha evitado al sistema sanitario un trillón de dólares en gastos. Por ello, la vacuna nos da salud, nos da años de vida, calidad de vida y, evidentemente, tiene unas repercusiones económicas muy positivas.