Esther Martín del Campo Madrid | viernes, 02 de diciembre de 2016 h |

El concepto de humanización ha de potenciar una vertiente dirigida a los profesionales sanitarios. “Si nosotros no estamos bien no podemos ayudar a otros, no podemos confiar en lo que hacemos ni aprender a confiar en otras personas”. Fue una de las reflexiones de Alejandra Vallejo-Nágera, profesora de Psicología Médica de la Universidad Autónoma de Madrid, que impartió la conferencia inaugural “Cuidar al profesional de la salud. Reducción de estrés en el ámbito laboral”.

Su particular receta es abrir departamentos de mindfulness en todos hospitales de España, ya que esta metodología, que ha probado en primera persona, ayuda a paliar el efecto del estrés. Su práctica aporta a un tiempo oxitocina, serotonina y dopamina, “nos ayuda a encontrarnos con nosotros mismos, a conocernos bien y a vivir mejor la vida que elijamos”, aseveró.

“Llevo treinta años acompañando en paliativos, y en mi experiencia la queja número uno es ‘¿por qué no habré vivido la vida que he querido vivir?’. El mindfulness ayuda a conectar con aquello que da sentido a nuestra vida”, explicó.

Canalizar el estrés

La psicóloga repasó los mecanismos que activan el estrés en nuestro organismo, una reacción fisiológica que, de entrada, ayuda a defendernos y puede ser propulsora o bloqueante. De hecho, recordó que la ausencia total de estrés es una patología tipificada.

“Nuestro estrés es bueno en principio, es productivo. Me permite hacer lo que hago, no cometer errores, mantenerme en el estado que necesito para rendir. Pero hay una línea fina que separa ambos extremos”, alertó.

En el ámbito de la salud la exigencia que se impone el profesional es desmesurada. Se pide ojo clínico, conocer el origen del padecimiento y depositan en el profesional una respuesta. Además, se suministran tratamientos que a veces son dolorosos. Hay que dar malas noticias continuamente y se entrena al profesional para echarle un pulso a la muerte, aseguró. “Esa carga es desmesurada. Nos enfocamos tanto en el otro que nos olvidamos de mirarnos”, indicó.

Ante esto, el organismo reacciona como si fuera víctima del ataque un tigre, algo que debe pasar una vez que termina ese factor. “En nuestra vida, el sistema nervioso detecta constantemente esa amenaza”, explicó.

Vallejo-Nágera destacó que la carga de estrés en medicina se produce por tres razones. La búsqueda de la aprobación del entorno, reconocimiento y agradecimiento. La segunda es la falta de seguridad, habitual en el entorno sanitario por los riesgos propios. Y una tercera es la imposibilidad de implementar la valía profesional, si el entorno no permite llevarlo a cabo por razones políticas, económicas o familiares.

Las consecuencias son estrés o síndrome del quemado, este último básicamente en el ámbito profesional y con rasgos diferentes que van desde la sobreimplicación en el primero y la falta de ella en el quemado, la somatización fisiológica frente a daño emocional, o la depresión como reacción a preservar la energía en el primer caso o como pérdida de ideales en el segundo.