Almudena Fernández Madrid | viernes, 09 de diciembre de 2016 h |

Tras su nacimiento en febrero de 2014 con el objetivo de mejorar la atención tanto a los pacientes que se encuentran en las unidades de cuidados intensivos como a sus familiares, el ‘Proyecto HU-CI’ se extiende de manera imparable por el mundo.

Precisamente este proyecto fue finalista del Premio Best in Class de Humanización en 2016 y presentado en la Jornada Interautonómica de Humanización (ver GM nº 626). Su creador, Gabriel Heras, que trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital de Torrejón, explicó a GM que en los últimos 30 años se ha producido un desarrollo tecnológico espectacular que ha ocasionado que las cifras de supervivencia en las UCI estén en torno al 90 por ciento. “Esto se debe a que se ha producido un gran avance en investigación, en desarrollo tecnológico y a que en España trabajamos muy bien”, subraya.

Sin embargo, a su juicio “se ha dejado un poco de lado la parte más humana de la profesión”, de ahí que este proyecto tenga el objetivo de volver a poner a las personas en el centro del sistema y la tecnología al servicio de las personas.

En esta unidad crearon un grupo de investigación multidisciplinar — formado por médicos, enfermeros, personas de la universidad, pacientes, familiares, informáticos, diseñadores, arquitectos, psicólogos, fisioterapeutas, etc.— para investigar si las acciones de mejora del proyecto aportan “algo diferente” a las UCI.

Entre las acciones de mejora que propone el ‘Proyecto HU-CI’, Heras subraya la flexibilización de los horarios de visita y la participación de las familias en los cuidados y la mejora de la comunicación, no solo con las familias, sino también con los pacientes e, incluso, entre los propios profesionales, ya que “muchos errores se deben a una comunicación ineficaz”.

Incide también en que el sistema que no cuida al cuidador “se va a pique”. Además, ve “muy importante” que los sanitarios detecten de forma precoz el síndrome de burn out, ya que aproximadamente el 50 por ciento de los profesionales que trabajan en la UCI no elegirían esta profesión si pudiesen cambiar. Para él, eso implica que “algo no se está haciendo bien” y, por lo tanto, las organizaciones sanitarias, las instituciones y las sociedades científicas deberían hacer algo al respecto.

Heras hace hincapié en la prevención y manejo del síndrome post cuidados intensivos, pues no se trata solo de que los pacientes sobrevivan, sino de la manera en que sobreviven, ya que solo la mitad de ellos han vuelto a su actividad laboral un año después, algo que genera muchos problemas psicológicos y sociales.

Otra de sus propuestas es la de rediseñar los espacios, tanto en las UCI como las salas de espera de las familias. “En Torrejón, que es el hospital en el que yo trabajo, hemos creado la primera sala de estar de las UCI españolas”, detalla para añadir que han cambiado el concepto para hacer que sean “espacios más amables” que permitan una zona de comunicación directa con los profesionales, que tenga microondas por si alguien quiere calentar comida, wifi para trabajar, mesas para el ordenador e, incluso, convertir esos espacios en una escuela para las familias, en la que los sanitarios puedan aportarles conocimientos sobre la patología de su familiar y, en definitiva, cambiar la dinámica.

Por otro lado, es importante naturalizar el proceso de morir y hablar de cuidados paliativos en cuidados intensivos, pues hay un diez por ciento de los pacientes que sí fallecen y probablemente sea posible mejorar la manera en la que lo hacen trabajando desde un punto de vista multidisciplinar con los especialistas en paliativos, promover las voluntades anticipadas entre los pacientes y sus familias y establecer protocolos de limitación del esfuerzo terapéutico cuando sea necesario y de adecuación de los cuidados al final de la vida.


La Comunidad de Madrid adoptó esta idea de cuidados intensivos y la amplificó al resto de especialidades



Colombia y Bolivia cuentan ya con una sucursal del Proyecto HU-CI, y se va a extender también a otros países


Desde su puesta en marcha, asegura el creador del ‘Proyecto HU-CI’ que son muchos los resultados que se pueden poner sobre la mesa y destaca fundamentalmente tres aspectos.

El primero de ellos es que esta iniciativa que comenzó en Madrid se ha ido extendiendo por toda España y parte de América Latina y actualmente se está implementando en varios países de Europa y Estados Unidos lo que, a juicio de Heras, implica que se ha creado la conciencia y la necesidad de que hay que humanizar las unidades de cuidados intensivos. En España hay aproximadamente 300 unidades de este tipo “y ahora mismo más de 150 están llevando a cabo alguna de estas acciones”.

El segundo es que han creado el Plan de Humanización de las Unidades de Cuidados Intensivos por petición de la Comunidad de Madrid en el marco del Plan de Humanización de la Asistencia 2015-2019. Este plan es un método exportable y reproducible a cualquier parte del mundo para que, siguiendo todas las acciones de mejora que propone el plan, se pueda conseguir que la UCI esté humanizada. “Nos hemos dado cuenta de que da igual que estés en España, en América Latina, en Australia o en Estados Unidos, que al final todo el mundo tiene los mismos problemas, aunque lo que son diferentes son los medios”, detalla.

En este sentido, apunta a que hay alrededor de 20 países que están trabajando con ellos. Gracias a los resultados obtenidos, consiguieron concienciar a las autoridades sanitarias de la necesidad de humanizar las UCI y, de hecho, la Comunidad de Madrid ha creado la Dirección General de Humanización de la Asistencia, en Castilla-La Mancha también, y están relacionándose con la Comunidad Valenciana, con Baleares y con Murcia. “La Comunidad de Madrid lo dice, ellos lo que han hecho ha sido amplificar nuestra idea y extenderla al resto de las especialidades”, asegura.

El último resultado importante es que están empezando a crear sucursales del proyecto en otros países: en Colombia y en Bolivia. Ahora están trabajando para crear filiales del ‘Proyecto HU-CI’ en Argentina, Perú, Brasil y Ecuador, por lo que en estos dos años y medio esta iniciativa “ha crecido muchísimo”.