Un óptimo estado nutricional es crucial para el paciente oncológico

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La observación en la práctica clínica diaria nos demuestra que un óptimo estado nutricional es crucial para que el paciente oncológico pueda sobrellevar la estrategia terapéutica marcada por el oncólogo con éxito. En este sentido, podemos afirmar que la desnutrición es frecuente en los pacientes oncológicos y está presente en aproximadamente un 60 por ciento de los pacientes con cáncer avanzado. La pérdida de peso involuntaria y la desnutrición son muy frecuentes, especialmente en fases avanzadas y en ciertos tumores, asociándose con un 20 por ciento de las muertes en estos pacientes.
El paciente oncológico generalmente recibe un tratamiento nutricional tardío y hasta el 30 por ciento de los pacientes con mal pronóstico no recibe un adecuado tratamiento nutricional. En este aspecto, un factor de alta importancia es la valoración y el seguimiento del riesgo nutricional de estos pacientes, tanto en el momento del diagnóstico como a lo largo del tratamiento, usando una herramienta de valoración de la desnutrición. Por ello, se tornan necesarios un examen físico completo y conocer la historia clínica para determinar el origen de qué le está dificultando la ingesta para poder establecer un tratamiento eficiente. Los valores antropométricos más utilizados por los especialistas son la reducción de peso y el índice de masa corporal (IMC). En concreto, una reducción de peso superior al 10 por ciento en los últimos 6 meses o del 5 por ciento en menos de un mes, así como un IMC <20kg/m2 se consideran criterios relacionados con estado de desnutrición.

La terapia nutricional debe ser precoz y planearse cuando se decide qué tratamiento debe iniciar el paciente


Las consecuencias de la desnutrición son diversas y afectan a diversas esferas. Los requerimientos nutricionales se ven tan incrementados y los niveles de ingesta tan disminuidos por los efectos secundarios del tratamiento, que el paciente entra en riesgo nutricional permanente. La pérdida de apetito y de peso afectan no solo a nivel nutricional, sino también a nivel funcional, emocional y al propio tratamiento. Estos pacientes son más frágiles y el hecho de verse más dependientes para realizar sus actividades también afecta de forma negativa en su esfera psicosocial. Por todo ello, es fundamental monitorizar el estado nutricional en las diferentes fases de la enfermedad, mediante las herramientas disponibles y diseñar una estrategia nutricional adaptada a cada caso con un soporte nutricional adecuado.
La terapia nutricional debe ser precoz y planearse cuando se decide qué tratamiento se debe iniciar. La colaboración del médico especialista en nutrición en los comités de tumores es básica. Se debe valorar precozmente al paciente y proponer una vía de alimentación que prevea lo que puede pasar. En este sentido, numerosos estudios científicos demuestran la eficacia de los suplementos nutricionales (generalmente, hiperproteicos o hipercalóricos) en el abordaje de los pacientes oncológicos desnutridos.